Como quien no quiere la cosa, casi en secreto, el sello OK Books (con sede en Uruguay y olor a multinacional) publicó en 2015 los dos tomos de Vampiros: Sable Noir, una antología originalmente surgida en 2009 en la editorial francesa Dupuis. Esto se distribuyó en Argentina, pero no recuerdo haberlo visto nunca ni en comiquerías ni en librerías. Básicamente, cada uno de los dos tomos ofrece tres historias autoconclusivas, de 24 páginas cada una. Y vamos a ver qué tal están.
La primera es decididamente floja. El guión de Denis-Pierre Filippi es remanido y su único giro mínimamente interesante llega cuando faltan seis páginas para el final. Al dibujo de Patrick Laumond le falta fuerza, le falta originalidad, le falta filo. Lo mejor que tiene aparece cuando llegan las secuencias sin texto, en las que el protagonista se mueve en silencio, pero tampoco hay que esperar gran cosa.
La segunda tiene unos dibujos magníficos, a cargo de Tommy Redolfi, un artista francés a quien no conocía y del que me acabo de hacer fan. Con influencias de Chabouté, McKean y Proudhomme, una narrativa infernal y un manejo del color fascinante, Redolfi se pone al hombro un guión confuso. Pareciera que Sylvain Ricard trabajó un montón en darle forma a una idea copada y después trabajó un montón más en buscar el modo de contarla “raro”, para que nada de lo que pasa se termine de entender.
En la tercera historia, Denis-Pierre Filippi levanta bastante la puntería. Encuentra un recurso que lleva al límite y que le permite darle onda y emoción a una trama a priori muy hablada, muy pensada, con poco margen para mostrar acción. Lo complementa en los dibujos el ídolo yanki Steve Lieber, sobrio, sin descollar, pero muy compenetrado en sacar adelante el jueguito narrativo que inventa el guionista.
El Vol.2 arranca con la cuarta historia, una buena idea de Alcante que se podría haber contado en 16 páginas en vez de 24, pero igual se disfruta, porque está bien contada y porque un tal Matteo (una especie de versión más moderna de Rosinski o de Solano López) la rompe en los dibujos.
La quinta historia es la más zarpada, la que nos propone sumergirnos en el submundo del alcohol, las drogas y el sexo salvaje, para explorar el costado más seductor del mito vampírico. El guión está a cargo del siempre efectivo Philippe Thirault y el dibujo, en las solventes manos del catalán Guillem March. Acá todavía no aparece el mejor March, que para mi gusto es el que arranca en 2011 (o por ahí) cuando desembarca en DC, pero es un muy buen trabajo, con un lucimiento realmente notable en el coloreado.
Y la sexta y última historia tiene dos guionistas (uno de ellos es el gran Jean-Paul Krassinsky) pero es tan chota que no se puede leer. El dibujante (Michel Durand) no es malo: es una especie de R.M. Guéra que labura a desgano porque tiene que meter 11 ó 12 viñetas por página y encima después viene un colorista a tratar de opacarlo. Pero el guión es un desastre, no lo salva ni esa orgía que dura cuatro páginas.
La verdad que el tema de los vampiros da para bastante más de lo que ofrece esta antología, sobre todo cuando tenés la posibilidad de convocar a autores talentosos de Francia, España, Italia y EEUU. Ah, y al genio británico Dave McKean para que ilustre la imagen que sirve de portada para ambos tomos.
Volvemos pronto con nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.
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