el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 18 de enero de 2018

JUEVES TRANQUI

Mientras estalla cada 15 minutos un bolonki nuevo, yo sigo leyendo y reseñando comics, como si fuera el verano más tranqui de mi vida.
Hace no mucho, el 24/11/17, me tocó comentar el Vol.1 de la serie de She-Hulk escrita por Charles Soule, y ahora voy por el segundo y último tomo. El Vol.1 estaba bueno, el Vol.2 es prácticamente una joya. Los guiones son mejores, los conflictos son mejores, los diálogos son mejores y la resolución al plot que venía colgado del Vol.1 (el famoso Blue File) es buenísima. Soule se da todos los gustos, incluso el de presentarnos tres episodios en los que prácticamente no hay violencia. Es la trilogía del juicio a Steve Rogers, claramente el punto más alto de la etapa de Soule (que en la vida real también es abogado) al frente de esta serie. A lo largo de todo el tomo, el guionista desarrolla la química entre She-Hulk y Hellcat, pero además en esta trilogía se integran perfectamente al elenco Steve Rogers y Matt Murdock, dos personajes cuya dinámica con Jennifer y entre sí funciona como si Soule los hubiese escrito todos los meses durante 20 años.
Por si faltara algo, en este tomo hay un sólo dibujante y es Javier Pulido, un virtuoso del dibujo y sobre todo del armado de las secuencias, del manejo del tiempo narrativo. Pulido sabe cuándo romper todo y salir a buscar decididamente el impacto, pero también sabe cómo engancharte en las escenas en las que sólo vemos gente conversando. Mezquina poco los fondos, se mata en los flashbacks a los ´40 y los ´80, es en buena parte responsible de que los momentos de comedia que propone el guión lleguen a buen puerto, y además encuentra un complemento ideal en los colores de Muntsa Vicente. Creo que aunque no te interese en lo más mínimo She-Hulk, si te gustan los buenos dibujantes vas a ser muy feliz con este trabajo de Pulido, a quien me gustaría volver a ver en un proyecto que lo tenga como autor integral.
En 2017, el investigador y guionista Julián Oubiña Castro se probó también la pilcha de editor y produjo una antología de 200 páginas titulada Hora Tres. La misma combina historietas con textos muy interesantes acerca de la historia de la historieta argentina (extensos, sesudos, siempre necesarios), algunos co-escritos por Oubiña Castro y Ricardo De Luca, y uno muy largo escrito por el maestro José Muñoz, en el que toca un montón de temas, repasa toda su carrera y hace que lo admiremos aún más.
Pero vamos a las historietas: La primera es una obra del ya fallecido Luis García Durán, con un argumento muy remanido y un dibujo… no berreta, pero sí por debajo de las posibilidades del maestro. Trampa Cósmica, del legendario Alfredo Grassi y Ernesto Melo, tiene una cantidad de texto que la hace ilegible y que le resta lucimiento a los esfuerzos de Melo por dibujar parecido al Moebius de mediados de los ´70. Roberto Barreiro y Edu Molina aportan una historia que se hace larga porque la idea daba para mucho menos que las 10 páginas que ocupa. Por suerte el dibujo es magnífico. García Durán reaparece con una historia mil veces mejor dibujada que la primera del tomo, más corta y más original. Al Servicio de la Impunidad, de un tal N.N., es interesante a nivel plástico, pero catastrófica a nivel narrativo. Otros dos maestros de la línea clásica, Jorge Morhain y Juan Dalfiume, aportan un unitario bélico impactante y conmovedor, que atrasa un poquito (se nota que es de los ´70) pero todavía pega fuerte. Y una de las luminarias del panorama argentino actual, Renzo Podestá, se manda 22 páginas de una historieta totalmente adictiva (lejos lo mejor de la antología), que funciona como presentación de personajes a los que ojalá volvamos a ver muy pronto.
Y dejo para el último párrafo las cinco (!) historietas escritas por el propio Oubiña Castro. Mobiüs Crux es un pastiche insostenible, pobre remedo de las buenas historias de espada y brujería de los ´70 y ´80, muy lastrada por un dibujante que puso todo pero no le alcanzó. El Revés de la Trama, con dibujos de Hernán Castellano, se choca con sus propias pretensiones y con un dibujo que tampoco está a la altura de lo que pide el guión. La breve El Otro Espejo, en colaboración con Laura Gulino (dibujante emblemática de la revista Intervalo de los ´80) es una historieta sin conflicto, muy bien resuelta, que aprovecha plenamente el período histórico en el que está ambientada. Y también junto a Hernán Castellano, hay otras dos historietas interesantes: el western Los Actos de Codicia (buen guión, con algunos problemas en el armado de las secuencias que entorpecen un poco el flujo del relato) y la breve Ubi Sunt, algo así como una historieta romántica sumamente efectiva, y en la que más se luce el dibujo de Castellano. Claramente, el día que se mande una historieta larga en ese estilo y conservando ese nivel de calidad en figuras y fondos, Castellano está destinado a convertirse en una figura de primera línea, capaz incluso de romperla a nivel global.
Y hasta acá llegamos hoy. Volvemos pronto, obviamente, con más reseñas.

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