martes, 14 de septiembre de 2010
14/ 09: HOWARD THE DUCK: MEDIA DUCKLING
Qué bien le hacen al comic historietas como esta. Media Duckling arranca para atrás: con Howard envuelto en la camiseta de Boca, algo que los que no somos hinchas xeneizes no teníamos la menor intención de ver. Pero una vez que abrís el libro, te espera una historieta inteligente, mordaz, provocativa, dinámica y muy entretenida.
La fórmula ya la viste mil veces, sobre todo si sos fan de South Park: una boludez, una anécdota mínima, suburbana, empieza a repercutir primero en internet, después en los medios masivos y pronto pasa de ser una boludez a ser EL tema excluyente del que todos opinan y que moviliza un tsunami de reacciones de todos los sectores de la población yanki, una más absurda e irracional que la otra. Al final, todo se aclara y todo vuelve a algo así como la normalidad. Dentro de lo posible, no? Porque –para los que no lo conocen- Howard es un pato antropomorfo, con intelecto, voz, pulgares reversibles y un carácter podrido. Y además, como este es un comic de Marvel, hay algo así como un supervillano, de la C, pero supervillano al fin.
Más allá de la aventura alocada que viven Howard y su amigovia Beverly, la saga tiene como principal objetivo machacar sobre la idiotez generalizada que nos venden los medios masivos, cómo entre estos y You Tube nos mantienen estupidizados, mirando para otro lado, más atentos a giladas y bizarreadas de escaso sustento que a los verdaderos problemas que nos aquejan. Y está muy bueno que el guionista elegido haya sido el canadiense Ty Templeton (al que muchos recuerdan por la temporadita en la que dibujó la Liga de la Justicia que escribían Giffen y DeMatteis), que ya había pelado en su fundamental novela gráfica Bigg Time un alegato sarcástico y de devastadora comicidad contra la maquinaria del entretenimiento con capital en Hollywood. Esto es casi una continuación, pero ahora en vez de darle duro al cine, el guionista le da como en bolsa a la radio, la tele, You Tube y los blogs. Howard y Bev están muy bien trabajados, pero la verdad es que podrían haber sido reemplazados por cualquier otra dupla de personajes poco conocidos.
Como lo hiciera en los ´70 el inolvidable Steve Gerber (creador del pato), Templeton utiliza a Howard como un extranjero de la realidad, un tipo que –a pesar de los años que lleva viviendo en Cleveland, Ohio- ve a los humanos como una raza extraña, indescifrable, irremediablemente propensa a la idiotez más extrema. La “otredad” de Howard también se convierte en un elemento de la trama, aunque en ningún momento opaca al plot central, que es el de la súbita fama del pato, Beverly y los pobres mellizos Barrel y los debates que se abren a partir de la bizarra anécdota que protagonizan al principio de la obra. Si sos fan del Howard de Steve Gerber, con Media Duckling vas a alucinar.
A cargo del dibujo está Juan Bobillo, que acá saca enorme partido del hecho de poder dibujar menos viñetas por página (y con menos texto) que en She-Hulk. El dibujo se luce más, el despliegue es mayor, más dinámico y las tintas de Marcelo Sosa también acompañan con gran nivel esta onda de grotesco urbano propuesta por Bobillo y que le sienta perfecto al guión de Templeton. No sé si los lectores lo putearon o lo ovacionaron, pero el Howard de Bobillo no se parece en nada al de los ´70. No es un funny animal, no es Donald con distinta ropa y habano, sino que se parece mucho más a un pato real. Como back-up, este libro ofrece una reedición del primer número de los ´70 (de Gerber y el maestro Frank Brunner) y una historia breve aparecida en una antología vinculada a Civil War, donde Templeton se mofa de las consignas de dicha saga. En ambas historias (esta última dibujada por el prócer neozelandés Roger Langridge) vemos a Howard en su versión clásica, en un contraste muy marcado con la visión de Bobillo. Un Bobillo que, además, es el responsable de que Howard luzca la camiseta de Boca y de que se puedan ver un local de Ona Saez o un camión de Coto en pleno centro de Cleveland.
Media Duckling es una cátedra de humor irreverente, corrosivo, con mala leche y con una invitación a la reflexión imposible de rechazar. También es un homenaje al mejor Steve Gerber, al que realmente vale la pena recordar, ese que se mofaba como nadie de los sinsentidos de la sociedad yanki, pero a cargo de un canadiense y un argentino que cazaron a la perfección la onda kilombera e iconoclasta de Howard. Grossísimo.
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1 comentario:
Es rarisimo ver al pato Howard con la camiseta de Boca, pero mas raro todavía es verlo con esa cara de angustia.
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