miércoles, 20 de octubre de 2010
20/ 10: TARZAN Vol.9
Otra vez en bolas y a los gritos…
Para este tomo, el maestro Burne Hogarth ya se acerca peligrosamente a su mejor momento. Le falta zarparse un poquito más, sublevarse a esa grilla de 12 cuadros idénticos que se repite demasiadas veces y jugarse a narrar un poco más con la imagen, que muchas veces es apenas una ilustración redundante respecto de lo que ya nos contaron los textos. Se viene el estallido y Tarzan empieza a aparecer en poses cada vez más jugadas en las que el aplastante dominio de la anatomía por parte de Hogarth se empieza a lucir muy por encima del de sus pares de aquel entonces (y estamos hablando de nenes de pecho como Harold Foster y Alex Raymond, que conste). En un par de tomos, esto que empezó volando bajito se va a convertir en una orgía visual a la que ningún fan del dibujo realista se puede resistir.
Pero, ¿llego a comprarme dos tomos más? Digo, ¿resistirá mi estómago la lectura de dos tomos más? Porque la verdad que para los que leemos los comics por los guiones, esto es un sacerdocio. Okey, en este tomo Tarzan no asume el liderazgo de ninguna manada de monos tras vencer en combate al más poronga, pero el resto… ma-mita! No mejora nada! La primera aventura es muuuy larga (tanto que empezó en el tomo anterior) y se centra en un villano, el avechuchesco Klaas Vanger, que hace las mil y una para quedarse con la casa de una familia de colonos holandeses, bajo la cual hay una mina de diamantes. Por supuesto, Tarzan se encargará de que sus planes fracasen una y mil veces hasta que uno de los colonos, el grandote Carlus, será quien termine de una vez con el garca con cara de garca.
En la segunda aventura, Tarzan entrará en contacto con la enésima civilización perdida en el espesor de la jungla, el Reino del Agua, eternamente enfrentado al Reino del Fuego, que aparecerá un poquito más en el próximo tomo. Los muchachos del Agua no tendrán demasiados reparos en capturar y maltratar bastante al Rey de la Selva, excepto por la bella princesa que –obvia y predeciblemente- se enamora de nuestro salvaje favorito. Con o sin princesa babosa, Tarzan zafará de los distintos peligros y del yugo que pretende imponerle el perverso Molocar, incluso sin ayuda de sus súbditos, ya que en el Reino del Agua sólo hay peces y de los grandotes, todos hostiles al ser humano.
O sea, otras 52 páginas totalmente intrascendentes. Y hasta con ideas desaprovechadas. En un momento de la primera saga, el jefe de una manada de babuinos le chorea a Klaas Vanger una riñonera llena de diamantes, se la pone y la luce a la vista de todos. En uno de sus tantos enfrentamientos con la monada, el villano mata al babuino, pero la riñonera con las joyas se la termina llevando un trío de jinetes que pasaba por ahí y a los que justo les pintó tirarles unos tiros a los monitos. Y ya está, Vanger se olvida de la riñonera porque estos tipos están armados. ¿Y él no? ¿Y las decenas de babuinos con los que acaba de pelear eran perritos caniche? ¿Y Tarzan no se aviva? No, estaba ayudando a los monos heridos a escapar hacia un refugio. Obviamente nadie tenía idea de cómo darle peso dramático a los elementos que iban apareciendo semana tras semana.
Bueno, voy a meditar seriamente el tema de seguir o no seguir adelante con la colección. Para tener todo lo de Hogarth son nueve tomos más y los guiones no justifican comprar ni dos páginas más. Pero el dibujo sí, y mucho. Veremos qué onda…
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4 comentarios:
Don Andres, decime cuanto cotiza cada uno y que numeros me recomendas que compres, abrazo
El Chavez.
¿DE qué, estimado?
de los tomitos de Tarzan, porque los vi en varias comiquerias pero no me atrevia comprar ninguno....
El Chavez.
En los kioscos están a $ 25. Regalados si pensamos que en España salieron a 10 euros.
Y recomendar, no recomiendo ninguno. Pero si sos fan de Tarzan arrancá desde el principio y si sos fan de Burne Hogarth, arrancá del Vol.7.
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