el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 17 de enero de 2011

17/ 01: LA VALLEE DES MERVEILLES Vol.1


La semana pasada me tocó leer dos tomos de Le Donjon, la obra cumbre de Joann Sfar en colaboración con sus compañeros (el co-guionista Trondheim y varios dibujantes) y hoy vuelvo con el ídolo, para meterme con una de sus obras “solistas”, que –me parece- nunca se tradujo al castellano.
La Vallée des Merveilles (El Valle de las Maravillas, en criollo) es aventura y alegría en estado puro, una celebración de lo salvaje bien entendido. El protagonista es Pot de Miel, un hombre prehistórico que vive en su cueva con su esposa y sus hijos. La relación con la naturaleza es totalmente armónica y el “conflicto” pasa porque su esposa está un poquito harta de comer siempre pescado. Por eso, Pot de Miel se junta con su amigo y vecino Grand Nez, y salen a recorrer el valle para cazar a algún animal y llevarlo de vuelta para que sus familias se lo morfen.
Los cazadores vivirán peripecias y peligros, descubrirán gente y lugares extraños, se maravillarán con paisajes y animales que jamás habían visto, pero sobre todo se divertirán charlando “cosas de hombres”, mientras sus esposas hacen lo propio en sus respectivas cuevas. O sea que Sfar nos propone una mezcla de slice of life (porque la vida cotidiana de esta gente está sumamente enfatizada), comedia, acción y una especie de diario de viaje, porque la exploración de las nuevas tierras por parte de Pot de Miel y Grand Nez transmite esa sensación.
Lo más interesante es cómo nadie se cuestiona nada. Pot de Miel no discute con su mujer: caza el hacha y se va a cazar. Nadie siente angustia, nadie se ve obligado a replantearse nada, las cosas que encuentran los amigos en el valle no los cambia en lo más mínimo. Todo es natural, normal, todo se vive con alegría, incluso el hecho de tener que pelear por una presa con algún bicho medio bravo. Se pelea, se lo mata, si se puede comer se lo come, y buenas noches. Ahí está lo que hace única y original a esta aventura.
La narrativa es pausada, tranqui, como todo viaje. Hay momentos más intensos, pero casi todo el libro es distendido, con tiempo para mirar los paisajes, la flora, la fauna, para compartir anécdotas, chistes y hasta recetas para cocinar calabazas. Sfar le saca jugo a la inusual extensión del álbum (88 páginas) con viñetas grandes, en las que se dibuja la vida y nos muestra con lujo y detalles la belleza natural de los paisajes que recorren Pot de Miel y Grand Nez. También hay cuadros dibujados medio a los pedos, en ese estilo tan propio de Sfar en el que el dibujo parece un boceto a mano alzada, pero hecho directamente en tinta. El prócer no mezquina nada en materia de fondos y texturas, pero a los personajes a veces los define con lo mínimo: un par de líneas que ni siquiera alcanzan para cerrar los contornos (lindo despelote para la colorista, Brigitte Findakly, cuya labor se luce enormemente).
Pero bueno, la onda de Sfar es divertirse y dibujar lo que tiene ganas. Por eso se caga en el rigor histórico y hace convivir a estos humanos con dragones y dinosaurios y criaturas de las profundidades que parecen de un cuento de Lovecraft. Todo aporta a la onda de la historia, o sea que está bien. Pero más loco que estas rupturas del verosímil histórico (cosa que el autor tomó de las novelas de Robert E. Howard, o Edgar Rice Burroughs) es el tinte cuasi-autobiográfico: Pot de Miel tiene la cara de Sfar, su familia está compuesta exactamente igual que la del autor y Grand Nez tiene los rasgos de Fabien, el mejor amigo de Sfar. Por ahí el ídolo tenía ganas de dejar de pensar, dejar de traumarse, dejar de angustiarse, y jugar un rato al buen salvaje, a reencontrarse con la naturaleza y correr un buen rato en bolas y a los gritos, sin darle explicaciones a nadie. El resultado es un comic sumamente atípico, un canto a la amistad, a la familia, a la vida, a la libertad y a la aventura primal, que es la del hombre enfrentándose a su entorno para subsistir. Papa finísima.

5 comentarios:

oenlao dijo...

que genial

Anónimo dijo...

y sí, debe ser maravilloso como todo lo que leí hasta ahora de él... abrazo! Colo

Andres Accorsi dijo...

No me digas que te gustó Klezmer, porque no te creo. Ahí se me cayó un ídolo... Es el famoso caso de la obra chota del autor excelente del que hablaba el otro día en el post sobre gusto y olfato...

Anónimo dijo...

por suerte no la leí!

Gabriel C. dijo...

este tipo es un crá! estan buenísimos sus diarios en historietas, donde se lo ve la gilada de la asosiación en charlas y cenas y convenciones y mierdas así. todo en globitos y viñetas.