lunes, 18 de abril de 2011
18/ 04: TEKKON KINKREET
¿Será Taiyo o Taiyou? ¿Se escribirá todo junto (Tekkonkinkreet) o separado, como lo escribí yo en el título? No es lo importante, no? Lo importante es que, a principios de los ´90, el sensei Matsumoto nos regaló uno de los mejores mangas de todos los tiempos, más allá de los géneros (se supone que es un seinen), de las décadas y de los países.
Tekkon Kinkreet (a veces publicada también como Black & White) quiere ser un canto a la vida, pero con un cantante tan horrendamente desafinado que lo echarían hasta de las bandas punk más extremas. Es una ficción, está clarísimo, pero también quiere hablar de la realidad. Es un drama –eso tampoco lo vamos a discutir- pero tiene momentos muy, muy cómicos. Y para ser una novela gráfica que habla básicamente de sentimientos, tiene unos niveles de violencia y una cantidad de escenas de machaca absolutamente estremecedores.
Pero es todo raro. El barrio de Takara-Cho es muy raro, los chicos protagonistas también, los villanos ni hablar. Hasta el freak de Go-Go Monster (por ahí no te acordás, pero la reseñamos el año pasado) era más normal que los personajes de Tekkon Kinkreet. Un elenco tan extraño, que no tiene una sóla mujer. Pero ni una, eh? Ni siquiera en un rol secundario. Está la esposa de uno de los yakuza, pero casi ni habla y su peso en la trama es ínfimo. No llega a ser un personaje, es una cosa que está ahí. Y entre los varones, hay para todos los gustos y Matsumoto se calienta por darle personalidades atractivas y por hacer crecer con el correr de las (infinitas) páginas a no menos de seis o siete personajes muy distintos.
Todos hermanados por una vida de mierda, claro, porque Tekkon Kinkreet es un comic de marginados, de policías, mafiosos y chicos de la calle enredados en una trama sórdida, violenta, totalmente por afuera de los roles que normalmente juegan estos actores en la sociedad. Es loquísimo ver a un pibe de 10 años matando gente a fierrazos en la nuca, pero ¿cuánto más cuerdo es ver a los canas secuestrar a un chico que agoniza en un hospital y retenerlo en una especie de falso jardín de infantes donde los propios canas son los maestros? A Matsumoto le divierte subvertir un poco todo. Hay algunos tramos en los que trata de ajustarse a las convenciones del típico manga de yakuzas: los tipos se hacen los duros, fuman habanos, hablan de copar territorios de los clanes rivales, desconfían de un probable buchón infiltrado, la cana fisgonea, hay pactos de honor por los cuales no se cagan a tiros de una… pero ni bien puede, estalla el descontrol: aparecen matones con superpoderes, o directamente aparecen los niños protagonistas, Shiro y Kuro, y los hacen crosta a patadas, botellazos y fierrazos.
Todo esto, magistralmente dibujado por un Matsumoto impresionante, lejos de los mangakas más revisitados, y cerca de autores como Moebius, José Muñoz, Didier Comés y Chabouté. Sus perspectivas urbanas medio chingadas, repletas de carteles luminosos y con esa línea casi esponjosa, recuerdan además a los comics sesentosos de Guy Peellaert influenciados por la psicodelia pop (Jodelle, Pravda la Survireuse) y en las escenas de acción se ve también el gusto de Matsumoto por el comic americano. La narrativa es trepidante, con páginas en las que saltamos entre cuatro o cinco escenas paralelas, y los dibujos que abren los distintos episodios son tan grossos que se te acalambran las retinas de tanto mirarlos.
Tekkon Kinkreet es un relato intenso, urgente, tremendo, de enorme profundidad, riquísimo para el análisis por su gran complejidad, un verdadero desafío para el lector en muchísimos aspectos. Está un toquecito estirado, un par de episodios podrían no estar y la obra se leería exactamente igual. Pero todo suma y contribuye a crear un manga definitivo, donde la pasión de un autor prendido fuego se nota en cada una de las viñetas. En gran medida gracias a la muy galardonada versión animada, hoy Shiro y Kuro son personajes muy conocidos entre los cultores del buen manga. Y a Matsumoto todavía no se lo venera demasiado, pero porque el tipo se esfuerza por crear obras cada vez más extremas, más crípticas y menos comerciales. Todo bien, mientras tengan el nivel de esta, o de Go-Go Monster.
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8 comentarios:
Excelente reseña Andres.-
No tuve oportunidad de leer el comic, pero la peli me partió la cabeza.
Tenes idea de si Matsumoto metió mano en la versión animada o de como manejan las adaptaciones? Te parece que es una adaptación "fiel".
y una mas y no jodo mas, se podrá reseñar algo de Anibal Cinco o de La Tetralogía del Monstruo. Las recomendas?
Saludos, una masa este blog.-
Si, la película es genial. No tenía idea de que estuviera basada en un manga (aunque era muy probable, la mayoría lo son).
No, ni idea cómo se manejó la adaptación fílmica. De hecho, jamás la vi.
Anibal Cinco no lo recomiendo. Es comic del montón, sin mayor atractivo. La Tetralogía del Monstruo no la ubico... ¿Puede ser que se haya editado con algún otro nombre?
La tretalogia del monstruo son esos 4 albums de Bilal, esos pintaditos a mano, todos bien azulados, una maravilla, a mi me gusta mas que la trilogia Nikopol.
Ah, ya sé lo que me decís...
No, leí el primero, nada más. No me enganchó como para pagar la fortuna que valen los demás tomos...
Andres, para cuando crítica de "Superman All Star" (si no tienen nada que ver pero ultimamente de DC nada). Quiero saber si realmente vale la pena gastar toda la guita que sale el tomo. Si fuera por los premios, la respuesta es obvia. Pero no me olvido que Martha Washington gano un Eisner, y la verdad me pareció una mierda. Perdón si este comentario está en cualquier lado.
Nahuel, no lo tengo entre los comics a reseñar en un futuro cercano.
Pero sí, no dudes en comprarlo, que es excelente de verdad. Si la edición española te parece cara, siempre está la de DC, que es más barata.
Es cierto, el autor estaba prendido fuego cuando hizo este comic, el flaco no baja el nivel ni una puta vez. Y en cuanto a la versión animada, el estilo de representación de los personajes es distinto, y esto creo que le hace bien... es una especie de adaptación hecha por un tipo que se ve que ama al comic original.
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