Me venía haciendo el dolobu hace como un mes, pero bueno... me tengo que arremangar, nomás, y entrarle a un nuevo tomo de Tarzan, una tortura que no duele menos por el hecho de ser autoinfligida.
Esta vez hay algo redimible en uno de los guiones! Por primera vez en muuuchos tomos, a un villano se le ocurre un plan realmente ingenioso! Por supuesto va a fracasar, pero ahí, con lo justo y porque Tarzan es muuuuy grosso. Esta vez realmente había chances de que los malos (en este caso, nazis) ganaran de visitante en los infinitos pagos del Rey de la Selva.
Digo “infinitos pagos”, porque si le creemos a esta historieta, Africa es más grande que Asia y Europa juntas, tiene todos los climas, todas las geografías imaginables (llanuras, desiertos, selvas, volcanes, islas, cataratas, acantilados... lo que quieras) y está poblada por cientos de civilizaciones, además de los nativos (aborígenes de raza negra) y los boers (colonos holandeses del Africa meridional). En este tomo aparece una civilización con jeques y odaliscas, turbantes y cimitarras, al mejor estilo árabe, y 20 páginas después, un villano con aspecto español, que organiza corridas de toros. Posta, si no aparecieran cada tanto gorilas y leones, creeríamos que Tarzan va viajando en liana de un continente a otro.
Otra novedad: en las 50 planchas de este tomo (años 1943-44) ninguna mina se enamora de Tarzan! Hay una que le pide que rescate a su padre (prisionero de ese garca con pinta de español) y eso es todo. No le tira onda, no suspira por él, ni se le quiere colgar de la liana. También hay variaciones en las bestias a las que mata el héroe: después de tanto mono, tigre y cocodrilo, acá lo vemos liquidar sin piedad a un jabalí gigante, un toro y un pulpo. Y a unos cuantos seres humanos, no vaya a ser que nos sintamos discriminados.
A pesar de estas pequeñas variaciones en la fórmula de siempre, los guiones siguen siendo chatos, siguen sin tener profundidad, sin aprovechar al mango el dramatismo y el impacto de las situaciones que plantean. Pareciera que el laburo del guionista fuera simplemente responder a la pregunta “¿Y qué pasó después?”, como un maquinista de tren cuyo laburo consiste en tirar carbón en una caldera para que no se detenga la locomotora. No importa nada: ni la construcción de los personajes, ni el verosímil, ni siquiera que las secuencias parezcan hiladas con una mínima lógica, una mínima coherencia. Sólo importa que la locomotora siga adelante, semana tras semana, peripecia tras peripecia, en lo posible con un gancho, un misterio o un peligro en la última viñeta de cada página. Evidentemente, eso alcanzaba para tener cebados a los lectores de hace 70 años.
O no. Por ahí en aquella época los lectores de Tarzan hacían lo mismo que yo: se fumaban guiones pedorros, repetitivos y con más agujeros que ventana de bosnio, simplemente porque flasheaban con los majestuosos dibujos de Burne Hogarth, uno de los capos máximos del estilo académico-realista, considerado el Miguel Angel de la historieta. Yo tengo muchos prejuicios hacia la historieta de aventuras pre-1955-60, pero la verdad es que Hogarth me emociona, me hipnotiza, logra que me meta los prejuicios en el orto. Me emociona verlo luchar contra la grilla de 12 viñetas, contra la cero onda de los textos, tan anodinos que ni siquiera están contenidos dentro de un bloquecito. El maestro no se conformaba con dibujar algo anatomicamente correcto: sus cuerpos en movimiento son belleza en estado salvaje, llenos de plasticidad. Sus paisajes, palacios y junglas laten, viven, son mucho más que hermosas escenografías. Por ahí no hay mucha variedad de climas, ni de expresiones faciales (tanto Tarzan como los malos tienen su repertorio de caras y los repiten ad infinitum), pero no sé si en 1943 se valoraban tanto los climas y las expresiones faciales. Me consta que Will Eisner ponía muchísimo de eso en The Spirit, pero el resto... no sé, por ahí todavía no había descubierto que esos recursos expresivos garpaban muchísimo a la hora de enganchar al lector en el relato.
En fin... estoy un tomo más cerca de terminar el Tarzan de Hogarth y eso, por ahora, es una buena noticia. Veremos con qué me encuentro cuando me decida a entrarle al próximo.
miércoles, 22 de agosto de 2012
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6 comentarios:
creo que es hora que te pongas a leer la historieta de aventuras a la que le tenes prejuicios te vas a encontrar con cosas fabulosas en los guones. Obvio, tambien te comes tus tarzanes... pero perderte cosas grossas por prejuicio...
Regálenme los libros (o cóbrenmelos 5 pesitos, que es lo que pagué por estos tomos de Tarzan) y yo me leo todo, no tengo drama.
Andrés, has leido 'The Boys'? Es recomendable?
Gracias.
Leí los primeros números y no me gustó, me pareció una sarta de obviedades, todas ya vistas en historietas anteriores. Gracioso, shockeante, pero para nada sustancioso.
El dibujo, muy bueno, eso sí.
Andres para vos la unica historieta de aventura de antes de los 50 rescatable es Tintin?
No, ¿yo dije eso?
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