el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 27 de agosto de 2012

27/ 08: SETON Vol.3

Por ahí lo leí medio atravesado, no sé... Lo cierto es que este tomo me pareció bastante más flojo que los otros dos. Sospecho que se debe a que ya estaba muy clara la fórmula y acá Yoshiharu Imaizumi no hace más que repetirla. No hay ni media vuelta de tuerca impredecible, uno sabe en todo momento lo que va a pasar. Creo que lo que más me atrajo es el primer tercio, ese tramo en el que el guionista nos cuenta lo mal que la pasa el joven Ernest Thompson Seton en Londres, sin un mango y con el compromiso asumido con sus padres de recibirse en la exigente Academia Real. Como nos presentan esa secuencia a modo de flashback, jamás dudamos de que Seton va a sobrevivir a esa ordalía, para regresar a los bosques cuasi-vírgenes de las planicies canadienses. Aún así, es el tramo que se me hizo menos “figurita repetida”.
Y la otra innovación es que esta vez Seton se obsesiona con un animal que tiene pocas chances de hacerlo boleta. El lobo zarpado del Vol.1 y la lince famélica del Vol.2 eran, claramente, depredadores. Un paso en falso y Seton en vez de aparecer en un manga, aparecía en el menú. Acá, en cambio, nuestro naturalista favorito se ceba mal con un ciervo. Prodigioso, enorme, majestuoso y –por supuesto- esquivo. Ernest no va a parar hasta quedar frente a frente con el cornudo y nunca dudás de que lo va a lograr. Con lo cual toooodas esas páginas en las que el pibe sigue el rastro del ciervo, pisada a pisada, sin rendirse nunca a pesar del frío y los peligros de pernoctar a la intemperie, a veces solo, a veces con otros cazadores, a veces incluso agarrando con la mano la caca del animal para ver si todavía está caliente (bleuuurrrghhh), tooodo eso es como un jugueteo previo a un coito que sabés inevitable desde el vamos. Un poquito de jugueteo previo está buenísimo, pero Imaizumi se zarpa al meter centenares de páginas de chico-busca-ciervo.
O sea que es un manga que se va desinflando, que gradualmente pierde el interés, porque no sólo sabés que Seton va a encontrar al portentoso Sandhill Stag (que así se llama el ciervo). También sabés lo que va a pasar cuando lo encuentre. Te queda una chance de no adivinar el final cientos de páginas antes: no haber leído los tomos anteriores. Ahí, en una de esas, el climax de la historia te puede llegar a resultar menos obvio. Pero si seguís la serie en el orden en que se editan los tomos, cagaste, esto es más predecible que un partido Barcelona-Desamparados de San Juan.
Y de nuevo, por ahí me agarró atravesado a mí, pero ya me hinchó un poquito las bolas la prosa de Imaizumi, tan cargada de comentarios emo, con tanto hincapié en los sentimientos de este pibe al que -en vez de la joda y las minas- lo excitan las huellas y las heces de los animales. Las situaciones se repiten mucho y –coherente, pero lamentablemente- los textos en off de Imaizumi también. Pasa lo mismo que hace 25 páginas, Seton siente lo mismo, el texto nos cuenta lo mismo. Por momentos, sentís que estás atrapado en un loop, en un eterno Día de la Marmota. ¿Otra vez el pibe encuentra el rastro del ciervo en la nieve? ¿Cuántas veces más se le va a escapar?
Por suerte todo esto está dibujado por el glorioso Jiro Taniguchi, fan incondicional de las historias basadas en la contemplación de la naturaleza y sus maravillas. Mientras yo me aburría, seguro que Taniguchi la pasaba bomba. Bah, no sé, por ahí se aburrió de dibujar a Seton mirando huellas de animales en la nieve... Y si las escenas del naturalista en Londres le interesaban menos, la verdad es que no se notó para nada, porque están dibujadas a un nivel superlativo. Obviamente con mucha referencia fotográfica, pero perfectamente integrada al estilo del grande entre los grandes.
Si te bancás una historia contada a un ritmo muy, muy lento y que avanza hacia el final más obvio que te puedas imaginar, el premio son más de 280 páginas dibujadas como los dioses por un Taniguchi a esta altura insuperable. No es poco. Ah, en Japón, Italia y Francia hay editado un cuarto tomo de Seton, esta vez centrado en un prodigioso, enorme, majestuoso y –por supuesto- esquivo... oso. Si lo veo a un precio razonable, no lo dudo, pero por ahora, hasta acá llegamos con esta serie cuyos dos primeros tomos me convencieron mucho más que este.

3 comentarios:

rvs dijo...

Para mi es la mejor de los tres... pero bueno habría que tener tiempo y el brazo en buen estado para argumentar. Algún día.

Jack dijo...

Bue, un oso puede dar más desafío (a menos que sea un panda o una mariconada de esas), yo le daría una oportunidad al cuarto tomo!

Anónimo dijo...

El final obvio, es algo poco importante en una historieta que no pone especial incapie en la trama si no en la observación y sobre todo en representar una experiencia. Algo frecuente en los trabajos de Taniguchi o otros mangakas.
A mi también es el que mas me gusta de los tres, a falta de leer el nuevo.