Y siguen las adaptaciones al comic de los cuentos de Edgar Allan Poe, quizás el autor de literatura más veces “traducido” al lenguaje de la narrativa secuencial. ¿Por qué tantos autores se copan con las adaptaciones de los cuentos de Poe? Ni idea. Me consta que no pagan derechos, porque son obras de dominio público, y que se venden bien, lo cual explica por qué a los editores les cierra editar este tipo de libros. ¿Pero los autores? ¿Lo verán como un desafío, a ver si superan las adaptaciones de Alberto Breccia? ¿O como un tributo a un escritor que los marcó en la juventud? ¿O como una forma relativamente fácil de encajarle a las editoriales proyectos que logran una buena repercusión comercial? Repito, ni idea.
Nombraba recién al Viejo Breccia y –mirá lo que son las casualidades- Edu Molina, autor de este libro de adaptaciones de Poe, también fue discípulo del genio máximo de nuestra historieta, al igual que Horacio Lalia, cuyas adaptaciones de cuentos Poe ya vimos el 30/03/12 acá en el blog. O sea que ya son por lo menos dos los “pollos” del más grande que se aventuraron en las fantasías de este escritor al que Breccia leyó tanto y tan bien.
Claro, Edu Molina nació en 1969, cuando Lalia ya era un señor grande, o sea que su impronta gráfica, su forma de reinterpretar y contarnos los cuentos de Poe, se parecen poco, aunque los cuentos sean prácticamente los mismos. Molina reduce al texto a su mínima expresión y casi siempre lo usa más como adorno que como hilo conductor de estos relatos cuyo final jamás nos sorprende porque ya los leímos mil veces. Como el Viejo Breccia, Molina trabaja algunas adaptaciones en blanco y negro y otras a color, con un despliegue fascinante de técnicas, pero siempre tomando como base un dibujo muy sólido, muy expresivo, apoyado en un claroscuro visceral. A eso, después le podemos sumar tramas mecánicas, collage, efectos del photoshop, o nada, como en El Tonel de Amontillado, que es blanco y negro puro.
Hay que ser muy valiente para adaptar El Corazón Delator después de que la hizo Breccia, o El Retrato Oval después de ver la versión de Lalia. Pero con todo este arsenal de recursos gráficos y muchas ideas notables a la hora de la puesta en página, Molina se aventura en estas mansiones ominosas y sale muy bien parado. Su versión de El Gato Negro me parece la mejor que vi hasta ahora en historieta y me impactó lo que hizo con una adaptación a priori muy difícil, como es la de El Cuervo. El Cuervo (The Raven) es un poema de Poe, en el que la rima es muy importante y que casi no tiene argumento. Un cuervo entra en la casa de un viudo, se posa en un dintel, el tipo le empieza a hablar, y el cuervo le contesta siempre lo mismo: “nunca más”. Y ya está, no hay acción, no hay peleas, no hay muertes ni resurrecciones. Molina se arremangó y logró 16 páginas cautivantes, con la rima presente en los textos y un dibujo que plasma a la perfección todo lo que pasa en la torturada mente de este hombre mientras dialoga con el ave. Una joya.
Este es uno de esos libros lindos para regalarle al fan de la literatura fantástica que no te toca un comic ni por accidente, a ese fan de Poe al que nunca lograste seducir con Hellblazer, ni con Sherlock Time, ni con las historias cortas que hacían Richard Corben y Berni Wrightson para la Creepy. A ese fan, que no tiene la más puta idea de quién es Edu Molina, ni se cebó nunca con Animal Urbano, ni con ninguna otra obra de este platense radicado hace muchos años en México, con esto lo enganchás seguro. Pero claro, vas a tener que combatir la irrefrenable pulsión de quedarte este libro para vos y calzarlo en tu biblioteca junto a las grandes antologías de historietas basadas en literatura fantástica, porque con este trabajo Molina se ganó sin ninguna duda un lugarcito en ese Olimpo en el que reina Breccia y liban hidromiel Corben, Wrightson, Lalia, Carlos Giménez y varios capos más.
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2 comentarios:
Muy buena reseña... ya salgo corriendo a comprarlo
no me imagino el tonel de amontillado en historieta. jodido de adaptar
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