La verdad que no me da la cara para ponerle la etiqueta de Argentina a este post. El autor de la novela es argentino, pero vive hace 35 años en Londres, todos los personajes son londinenses, la historia transcurre en Londres y la única edición que conozco del libro es la británica. La única referencia argenta en todo el libro está al final, cuando el autor le dedica la obra a sus maestros, entre los que enumera al inmortal Héctor Oesterheld. Así que no califica para historieta argentina.
El autor, a todo esto, es el maestro Oscar Zárate, que esta vez no forma equipo con Alan Moore, ni con Carlos Sampayo, ni con ningún otro guionista, sino que se larga él solo a la odisea de contar una novela gráfica de casi 150 páginas. La verdad es que el guión está bueno, pero podría haber sido mejor. Zárate arma bien a los personajes, acierta en reaprtir el protagonismo entre cuatro personajes y darle a cada uno sus propios secundarios, sus propios ámbitos de acción, y presenta el conflicto central de modo muy creíble, muy accesible incluso para el lector no muy curtido en las lides del comic.
Quizás lo más flojo sea la gran cantidad de casualidades que acumula en el desarrollo de la obra. Okey: los cuatro protagonistas viven en el mismo barrio y pasean a diario por el mismo parque, con lo cual no es tan inverosímil que se crucen. Pero hay cruces y cruces (diría Jesucristo) y algunos se ven un poco forzados. Entre eso y alguna situación un toque predecible (el garche entre Victor y Mel), el guión hace que The Park no llegue a brillar como las obras de Zárate escritas por terceros.
Por suerte es un guión dinámico, con muy buenos diálogos, en los que se habla de amistades, de vínculos familiares, de compromiso político, de cómo el sistema capta al outsider para que labure para él, de cómo reaccionamos ante la injusticia, la violencia y la humillación, a veces de forma desmedida. En este último rubro, el personaje de Victor se va un poquito al carajo, es el único que –en función de agregarle espesor dramático a la trama- pone en crisis el verosímil, que parece ser algo que a Zárate le interesa conservar impoluto hasta el final. Entre esta escalada de conflictos que empiezan (y terminan) con una boludez, Zárate logra mechar varios homenajes a las películas de Laurel & Hardy, que adquieren un notable prortagonismo en las escenas centradas en Chris, al punto de despertarte la curiosidad si nunca viste ninguna.
O sea que al guión no le faltan elementos atractivos, hay un poco de todo y está casi todo bien. Pero claro, está el dibujo. Y ahí es donde Oscar Zárate saca a relucir su chapa de monstruo sagrado del Noveno Arte. En The Park, el argentino devenido inglés sorprende una vez más con su magia, con su sutileza para los climas, con su finísimo manejo del color, con sus magníficas expresiones faciales, con esa mezcla de técnica y magia tan difícil de explicar y tan linda de ver. Esas escenas al aire libre (en el parque, obvio, que es el inmenso Hampstead Heath), con esas acuarelas fastuosas, con esos verdes vibrantes, se te instalan en las retinas para siempre. Ojo, no todo es poesía y pasión por la naturaleza: Zárate es un gran observador de la sordidez y la berretada de las grandes ciudades y eso también está. Hay amor y reflexión, pero también piñas y patadas. Hay día y hay noche. Y todo está dibujado a un nivel increíble, enmarcado en una narrativa clásica, prolija, sin saltos al vacío.
Como para sintetizar, me encantaría decirte que The Park es una obra maestra fundamental, porque banco a muerte a Oscar Zárate y porque visualmente es de una belleza demoledora. Pero no puedo, porque hay cositas del guión que no me terminaron de cerrar. De todos modos, es una muy buena novela gráfica, muy entretenida, que se deja leer sin ningún problema, que te deja pensando y que seguramente muchísimos lectores van a disfrutar a pleno. Ya llegará la obra solista de Zárate que la rompa como la rompieron sus colaboraciones con los genios del guión con los que le tocó colaborar a lo largo de su ilustre carrera.
Y como ayer cambió una regla, hoy cambia otra. A partir de hoy, para comentar en los posts hay que estar registrado como “miembro del blog”. Somos casi 500, así que seguramente no faltará diversidad, ni disenso, ni esos cruces repletos de puteadas que tanto hemos disfrutado a lo largo de estos años. La libertad para opinar sigue siendo absoluta, sólo que ahora hay que estar “empadronado” para postear comentarios. ¿Me gustaba más lo otro? Sí, pero vamos a probar qué onda esta nueva modalidad. En una de esas, me termina gustando más.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
A ver si ahora puedo comentar.... De Zarate para alguien que nunca leyó nada dibujado por él... ¿arranco con "Small Killing" o algo con Zampayo?
Publicar un comentario