Hace mucho, mucho tiempo, un lejanísimo 24/08/10, me tocó leer el tomo anterior de esta serie, el tercero escrito por el entonces no tan encumbrado Dan Slott. Y me faltaba el final de su etapa al frente de She-Hulk, que finalmente conseguí –no sin esfuerzo- recién el año pasado. Estos son comics de 2006 y 2007, muy impregnados de la onda Civil War, en los que Slott asume el desafío de meterle comedia y disparate a un momento muy heavy en la historia de los héroes y heroínas de Marvel. Y una vez más, sale bien parado de una ordalía a priori bastante complicada.
Los dos primeros episodios tienen un planteo tremendo: Starfox, héroe de Titan, hermano de Thanos y miembro de los Avengers, es acusado de haberse empomado a una mujer terrestre contra su voluntad. She-Hulk acepta defenderlo, pero a medida que pasan las páginas Slott nos va revelando detalles acerca del funcionamiento de los poderes de Starfox que parecen condenar al paladín más fiestero de la galaxia. El dilema moral se hace espeso y se hace personal, porque la propia protagonista alguna vez tuvo un tiroteo con Starfox… y no sabe si eso que la llevó a tirarle los galgos lo generó ella, o los poderes de él.
En el medio del courtroom drama, la investigación y los flashbacks a la época en la que She-Hulk y Starfox eran compañeros de equipo, Slott avanza a paso firme con varios subplots que involucran a todos los personajes secundarios de la serie, básicamente los otros empleados del estudio de abogados donde trabaja Jennifer Walters, y su novio, John Jameson, el hijo de J. Jonah. El guionista mantiene alto el nivel de los chistes y las bizarreadas, y reserva sorpresas grossas para todos, muy bien dosificadas a lo largo de todo el tomo.
Después tenemos los dos episodios que más enganchan con Civil War: el primero centrado sobre todo en las funestas consecuencias que sufren los miembros de los New Warriors que sobrevivieron al desastre de Stamford, y el segundo en la decisión de She-Hulk de no volver a transformarse en Jennifer mientras dure el bolonki. Ah, y en el casamiento entre la protagonista y John Jameson!
Ya en la recta final, Slott hace que Jen descubra lo que los lectores ya sabíamos: John Jameson es Man-Wolf, un licántropo con enormes poderes. Son dos capítulos donde todavía pesan los conflictos de Civil War y donde vemos un gran equilibrio entre machaca y desarrollo de personajes. Y para el postre, dos episodios centrados en el juicio a Starfox, que se lleva a cabo en Titan, con Mentor, Thanos, Pip the Troll, Moondragon, una Captain Marvel a la que yo nunca había visto y un montón de sorpresas más. Obviamente la presencia de Thanos le va a complicar las cosas a los buenos, pero la valentía de She-Hulk va a inclinar la balanza a favor de la Justicia. La sorpresa grossa del final tiene que ver con Starfox, el personaje al que más hace crecer Slott en este tomo, y cuando llega la hora de resolver el tema de la relación entre Jen y John… se acabó el espacio y queda sin resolver.
Pero claro, este NO es el final. Como en su momento salieron sólo cuatro TPBs, yo pensé que todo terminaba acá. Y sin embargo hay ocho episodios más de Slott, que sólo se reeditaron en un mega-broli de casi 400 páginas (aparecido el año pasado) que trae, además, los ocho episodios que yo acabo de leer. Así que me tendría que deshacer de este TPB e ir por el libro pulentoso, que sí llega hasta el final de la Era Slott.
En cuanto a los dibujantes, acá Juan Bobillo no pasa ni a saludar. Tenemos dos numeritos del brazuca Will Conrad (bastante chato, poco original, lejos de su nivel actual), dos numeritos del maestro Paul Smith (elegante y plástico como siempre) y el resto a cargo del siempre efectivo Rick Burchett, un dibujante mucho más asociado con DC que con Marvel, que por ahí no descolla, pero tampoco defrauda. Y además entiende perfectamente el timing de comedia que propone Slott en varios pasajes de la serie.
Sigo sin saber cómo carajo termina la etapa de Dan Slott al frente de She-Hulk, pero también sigo sumando motivos para recomendarla, no sólo a los fans del personaje o del guionista, por la cantidad de sorpresas zarpadas, por el ritmo, por los temas en los que se mete, por el humor, por la erudición marvelita, por el gran manejo de los subplots y porque con personajes de la B y la C (Man-Wolf, Starfox, Two-Gun Kid, el androide del Mad Thinker, etc.) armó un elenco alucinante al que le pega un montón de giros muy interesantes. Voy por más Slott, aunque eso signifique postergar un toque más la lectura de la etapa de Charles Soule y Javier Pulido, que también pinta grossa.
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