Hoy tengo poco tiempo para desmenuzar esta antología publicada en Brasil en 2013, con una mezcla bastante atractiva.
Arranca muy bien, con 6 páginas del francés Boulet, dibujadas en un estilo muy copado, como si fuera Emiliano Migliardo entintado por Matthias Schultheiss. La historia es muy graciosa e imaginativa, con un filo crítico muy logrado. Le sigue Sete, de Gilmar, una buena idea desarrollada en cuatro páginas sin textos, con dibujos bastante decentes y un gran trabajo de grises.
Bajamos un poquito el listón con las seis páginas a cargo de Flávio Luiz, una especie de Fernando “Junior” González de la B Metropolitana, con una buena idea, buen desarrollo, pero bastante limitado a nivel dibujo. Le sigue una historia escrita por Diorge Trindade y dibujada como la hiper-concha de Dios por Wendell Cavalcanti, un autor de estilo realista que maneja muy bien el blanco y negro, la narrativa y la documentación histórica. El guión es interesante, pero parece ser el prólogo a otra cosa mucho más grossa que no veremos nunca.
Miguel Rude y Erre Rodrigo tienen apenas cuatro páginas para contar una de cangaceiros y la verdad que, como no me gustó el dibujo, no me enganché en lo más mínimo. A Máquina, una de ciencia-ficción de 7 páginas, tampoco me entusiasmó. El guión de Marcello Fontana me pareció críptico (de hecho, hay una página extra en la que el autor habla de las múltiples interpretaciones a las que se presta la historia) y el dibujo de André Leal me resultó frío, poco adecuado para la narrativa secuencial.
Levantamos un toque la puntería con O Sr. Flin, de Ana Rocha, una historia sórdida, con muy mala leche, que seguramente funcionaría mejor con otro estilo de dibujo, pero así está muy bien. Elthon Tomasi ofrece cuatro páginas de una historia que no se termina de entender, pero que intenta mezclar ciencia-ficción apocalíptica con una crítica al consumismo y una especie de superhéroe cuyo rol no me terminó de cerrar. Tampoco me convencieron las seis páginas de Leonardo Maciel, con un dibujo tipo la serie animada de Star Wars que hizo Genndy Tartakovsky, y una historia bastante anodina en la que reinterpreta el mito de Excalibur en clave de ci-fi.
Me pareció muy interesante O Onironauta, una historia oscura, muy climática, con delirio y violencia a pleno, escrita por Raphael Fernandes y muy bien dibujada por Ricardo Tatoo. Nuestro amigo Salvador Sanz aporta la misma historia corta que ya vimos en aquel especial de Próxima (reseñado el 17/10/14). Y me encantó Guerreiras, una gran historia escrita por Sergio Barretto, maravillosamente dibujada por Jefferson Costa, en un estilo similar al de Frederick Peeters, con un gran manejo de los tonos de gris.
Me salteo 20 páginas que están repartidas entre tres historietas que no me gustaron, y me voy con Assassinos de Merda, una breve e impactante comedia negra escrita con mucha comicidad por Airton Marinho y dibujada en un estilo muy realista por Cleyton inLoco. Muy divertida. Le sigue el maestro Eloar Guazzelli, uno de los autores brazucas del palo alternativo más conocidos fuera del Coloso de Sudamérica. El guión de su historia mucho no me copó, pero ese dibujo onda Crist me vuelve loco. Ese manejo de la mancha, esos climas, esos trazos… una belleza.
Paso por alto otra historieta que no me interesó para nada y caigo en una de 1985, un rescate de un material perdido en una antología de hace 30 años. Se trata de una breve historia escrita por Wilson Vieira y dibujada por Aloisio de Castro, una bestia que dibuja y arma la página en un estilo similar al de Sergio Toppi, con un control milimétrico del plumín y unas expresiones faciales majestuosas.
Y cierro con la historieta más larga, la principal responsable de que me haya comprado el libro: Aftermath, una de 16 páginas escrita y dibujada por R.M. Guéra, el prócer serbio que la descosió en Scalped. Finalmente el guión me resultó confuso, o estaba muy dormido para terminarlo de descular, pero el dibujo (en blanco, negro y grises aplicados en el photoshop) me voló la cabeza. Puesta en página re-europea, una línea mitad Jean Giraud-mitad Tomaz Lavric, un laburo alucinante en la documentación… Fue como descubrir a otro Guéra, tan alucinante como el que laburaba en Vertigo.
El balance general me dio bastante positivo, sobre todo por el nivel de los dibujantes. Si viajás a Brasil, tratá de conseguirla.
viernes, 3 de abril de 2015
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