Imponente desde la portada, con un tamaño infrecuente para el mercado argentino y una calidad de papel sin nada que envidiarle a las grandes ediciones europeas, esta antología de historias cortas de Lautaro Fiszman fue una de las sorpresas más gratas de 2014. Hasta la aparición de este libro, Fiszman era un autor casi secreto, que aparecía ocasionalmente en alguna antología pero que no estaba “en el radar” de la mayoría de los consumidores de historieta. Si eso no se modificó con Barro y Sangre, la verdad que somos unos pelotudos irredimibles.
El primer bloque –todo en blanco y negro- arranca con un cuento de León Bloy, adaptado por Mariano Buscaglia. Es una gran historia, fuerte y desgarradora, perfectamente resuelta en siete páginas donde no falta ni sobra nada. La segunda historia, Una Mora en el Desierto, parte de un guión original de Alejandro Cohen Arazi. Es una aventura más convencional, con un poco menos de sorpresa, pero con la tensión muy bien llevada a lo largo de sus nueve páginas. Para las siguientes ocho páginas, el propio Lautaro adapta un cuento de Simja Sneh, donde de nuevo tenemos atrocidades al filo de la demencia, pero falta un conflicto un poco más intenso, o mejor planteado. Es de las que menos me gustó del libro.
La siguiente es la breve El Puente Sobre el Río Búho (basada en un cuento de Ambrose Bierce) y se trata básicamente de lo mismo que Una Mora en el Desierto. Lo que la hace interesantísima es la extensa secuencia muda y la brevedad, ya que Fiszman tiene que contar todo en sólo dos páginas, y en viñetas mayoritariamente mudas. Un desafío narrativo cumplido con creces por el autor. Y le sigue otro experimento de Lautaro como guionista, también en dos páginas: Bogdán Jmelnitzky, una interesantísima reflexión acerca de cómo una misma historia se puede enfocar desde dos ópticas totalmente distintas.
El segmento de historias a todo color arranca con una de las mejores del libro: El Sueño, co-escrita por Fizsman y Buscaglia. Dedicado al maestro Carlos Casalla, es un relato ambientado en la Guerra del Desierto, con un clima alucinante, acción, buenos diálogos y un giro final muy logrado. Le sigue la muy breve 5 Groszy, lo más parecido a un chispazo de humor que vamos a encontrar en esta colección de historias marcadas por el horror y las atrocidades de las guerras. Luego, una historieta que yo había leído hace mil años y todavía recordaba por su fuerza y su intensidad: El Regreso, basada en un cuento de Andor Latzkó. Lo único que no me cierra es la extensión, ya que daba para ocho o nueve páginas, más que para seis. Por eso hay momentos en que la historia está un poco apretada, muy cargada de texto que seguramente hubiese convenido repartir entre más viñetas. Y algo similar sucede con El Senegalés, una excelente remake de un clásico de H.G. Oesterheld y Hugo Pratt, que viene bárbara hasta la última página, en la que el espacio se le acaba de golpe a Lautaro y resuelve concentrar extensos soliloquios en pocas viñetas que rebalsan de texto.
Y terminamos con otra joyita en blanco y negro: La Laguna, sobre un guión original de Cohen Arazi. Impactante, climática, con excelentes secuencias mudas, esta historia se beneficia notablemente de la posibilidad de exceder las 10 páginas de duración.
Como fueron dibujadas a lo largo de muchos años, las historias nos permiten ver a Fiszman en distintas facetas de su evolución como dibujante. En general, lo podríamos rotular de historietista cercano a la corriente pictórica, sobre todo cuando trabaja a color. Pero hay de todo. Como buen alumno del Viejo Breccia, Lautaro hace magia con el claroscuro, la rompe a la hora de meter manchas con su pincel, maneja a la perfección técnicas como la de añadir detalles con témpera blanca sobre las masas negras, el pincel seco, el lápiz que queda a la vista, los movimientos de cámara para generar tensión… Creo que la historia en la que menos me cerró el dibujo es Sangre, donde se lo ve un poco apurado, descuidado, bailando al filo del mamarracho. En el resto del libro, se ve a un autor al que no le tiembla el pulso a la hora de poner las vísceras arriba de la mesa y apostar por un expresionismo al límite, con todo lo que hace falta para plasmar con rigor distintas épocas históricas, lograr climas que atrapen al lector y asestar esa última fatality con esos rostros pensados para transmitir las más potentes sensaciones.
Un librazo sumamente recomendable, de verdad. Más allá de que te interesen o no los temas bélicos (que predominan en la antología), Barro y Sangre ofrece varios relatos conmovedores, sumados a la posibilidad de descubrir o redescubrir a una bestia de nuestra historieta como es Lautaro Fiszman. Ojalá pronto se editen nuevos trabajos suyos.
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1 comentario:
Buenísima la crítica. Ya se la paso a Lau.
Pena que no te gustó "Sangre". A mí me encanta. Y, además, en 2013 salió publicada en ídish en una revista yanqui, por lo que es la primera historieta publicada en ídish en aproxiamdamente 100 años.
Me alegra que te haya gustado, Lau estuvo trabajando muchísimo y soy testigo de todo el esfuerzo que le llevó. Y sí, la calidad de edición es impecable. Genial que lo hayas valorado.
Abrazo
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