Después de lo mucho que me gustó Johnny Jungle, era obvio que iba a tratar de conseguir otras obras de su guionista, Jean-Christophe Deveney. La primera que encontré fue esta, Bang!, con dibujos de Loic Godart, a la que me apresuro a definir como un festival de la sangre, la muerte, los diálogos irónicos, repletos de chistes y guarangadas, y la violencia extrema, en la que reinan los tiros, los cuchillazos, las explosiones y la gente atropellada por autos y camiones.
En el típico Super Clásico entre el argumento y el guión, acá gana claramente el segundo. El argumento no llega a ser pobre, pero se zarpa de básico: un coronel de la ex-Unión Soviética muere y su última orden es que los hombres y mujeres que integraban su brigada de elite se maten entre ellos, hasta que no quede ninguno. Claro, pasaron 25 años de la última vez que estos tipos y minas pelearon codo a codo y ya están retirados, viejos, gordos, corrompidos, vendidos a la CIA o simplemente cansados de esa vida. Sin embargo, todos acatan la orden final del Coronel Ivanov y se buscan por distintos lugares del mundo para eliminarse unos a otros en duelos truculentos, sin piedad.
Por suerte, a la hora de escribir los diálogos y desarrollar este argumento secuencia a secuencia, Deveney encuentra un elemento del que aferrarse para que esto sea algo más que una excusa para salpicar sangre: los vínculos. Entre estos muchachos ya baqueteados hay historia. Hay camaradería, rivalidades, rencores, secretos, romances… y eso aparece a la hora del guión, para darle un poco más de profundidad a los personajes (especialmente a Katrinka, Varfolomei y Yepreskaya) y para subrayar la dudosa honorabilidad que está en juego en este fatídico “concurso” orquestado desde el más allá por el Coronel.
El resto va por los carriles obvios: cinismo, mala leche, violencia extrema y alguna ironía un poquito más fina acerca de cómo estos soldados al servicio de la URSS se reinsertaron en un mundo en el que “el bloque comunista” se fue al descenso. Se podría haber enfatizado eso por encima de los corchazos y las explosiones, pero no fue así.
Prefiero concentrarme en el dibujo de Loic Godart, que me pareció fabuloso. Me hizo acordar a esos dibujantes que saben imprimirle un sello muy propio al dibujo realista, que lo saben deformar para hacerl más expresivo, más potente. Me vinieron a la mente trabajos de Pietro, de Nicolás Brondo, incluso cositas de Christophe Chabouté, de Marc-Antoine Mathieu, de Tomaz Lavric… Me encontré con un excelente dibujante, de gran plasticidad, hábil para las escenas de acción, para las escenas de cabecitas que hablan, para integrar la referencia fotográfica a su grafismo, con una puesta en página clásica y efectiva y –lo más impactante- con un manejo originalísimo del color. Godart no sólo colaboró con Deveney en el guión: también se hizo cargo de colorear él mismo sus dibujos, algo que no es muy frecuente en el mercado francés. Para esto, imaginó una paleta de colores opacos, apagados, sin la menor estridencia, sin colores primarios, sino más bien todo virado a los verdes militares y los ocres. Y la verdad es que funciona perfecto, le sirve muchísimo a Godart para remarcar esa sensación de aventura crepuscular que tiene el guión. Visualmente, todo en este libro me pareció brillante.
Tengo entendido que hay un segundo tomo de esta serie, una secuela en la que los autores retoman a un personaje cuya muerte no se muestra con total claridad y que –con mínimo chamuyo- se puede explicar que en realidad no murió un carajo. No es de los personajes que mejor me cayó, así que dudo que alguna vez me lo compre. Entré a Bang! cebado porque era un guión de J.C. Deveney y me voy recontra-cebado por los dibujos de Loic Godart, de quien quiero conseguir YA todas sus obras. ¿Qué le va´cer? Es dura la vida del cebado…
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