Otra reseña cortita, y la verdad es que es a propósito. Como estoy de vacaciones, no le quiero dedicar demasiadas horas al blog, y tampoco me quería venir con la mochila cargada hasta la chota con libros muy pesados. Así que la mejor opción eran los libros finitos, con pocas páginas y no tan complejos a la hora de la lectura y el análisis.
City Kid es exactamente eso: liviano en el sentido más amplio de la palabra. Es parte de una colección de historietas para chicos a cargo de autores muy interesantes, entre los que están Tute, Miguel B. Núñez, Artur Laperla y Pep Brocal, entre otros. Y son libros finitos, en los que apenas 31 de las 36 páginas tienen algo para leer.
Lo que nos cuenta Alex Fito en esta historia es el cambio que se produce en la vida de Juan, un nene de ocho o nueve años, cuando su familia se muda de un pueblito rural a la gran ciudad. Es una historia simple, lo suficientemente intensa como para que un chiquito de esa edad se enganche, pero sin establecer un conflicto heavy, ni perturbador. Los personajes tienen miedos, inseguridades, no están exactamente cómodos con lo que les toca vivir, pero nada está magnificado ni dramatizado como para que uno diga “mirá cómo sufren, pobres borregos”. Siempre está la familia como marco de contención, y siempre está intacta la chance del final feliz. De alguna manera, Fito encara un tema potencialmente bravo de un modo cálido, tranqui, en el que los afectos y la buena onda pueden más que el bajón y las complicaciones.
Desde que se terminó aquel maravilloso encuentro de talentos llamado Grupo La Penya, Fito desplegó una carrera solista muy notable, basada en un estilo sumamente pulcro, prolijo, en algún punto cercano al de Chris Ware, aunque obviamente menos frío. Con los años, se especializó en dibujar a niños y aquí se lo ve realmente canchero en ese menester. Por supuesto, siempre sorprende con su estética fina y elegante para dibujar fondos, muy simples, muy icónicos, pero con un grado de elaboración que sólo Ware intentaría superar. Y lo más lindo de todo es el color, con unos engamados perfectos y con la posibilidad de eliminar la línea negra y dejar que las formas (una vez coloreadas) definan los contornos de algunos elementos, especialmente en los fondos. Visualmente esto es muy, muy atractivo para los más chicos.
No mucho más, realmente. Si te gusta la obra más vanguardista de Alex Fito, en una de esas esto te resulta medio light, o medio careta. Y si no lo conocías, obviamente te vas a cebar mucho más si empezás por ahí, por Raspa Kids Club, o cosas de esa onda más irónica, más mala leche. Si ya estás a full con Fito, o si querés una linda historieta para darle a un lector primerizo, esto sin dudas está muy bien.
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