Sí, soy un loser. Arranco con el Vol.2 porque el Vol.1 jamás lo conseguí, es una especie de Santo Grial que escasea más que las ideas progresistas en la plataforma del PRO. Por suerte son historias que pueden leerse en cualquier orden.
Y mejor aún, son unas historietas gloriosas, brillantes, inmejorables. No se me ocuure qué hacer para que sean mejores… No sé, que las dibuje el Niño Rodríguez y me regale los originales… Pero tampoco, porque buena parte de la genialidad de este Plastic Man es que lo escribe y lo dibuja el maestro Kyle Baker, en un ejemplo más de esa infrecuente maravilla que es el comic de autor adentro del mainstream. Baker juega a pleno con las posibilidades que la da el Universo DC: boludea a la Liga de la Justicia, tira referencias irónicas a Identity Crisis, mete al Time Trapper, a Bizarro, a la polémica (y sacrosanta) Laetitia Lerner, y se cuelga de aquella recordada saga de Luthor presidente de los EEUU para hacernos mear de la risa con un episodio desopilante, en el que baja de keruza una línea tremenda sobre los presidentes y los políticos en general.
La primera historia es la única de dos episodios, en la que participan la JLA y el Time Trapper, pero en realidad gira en torno a Abraham Lincoln, su asesino John Wilkes Booth, una mina que dice haber sido esposa de Plastic Man y varios héroes y villanos que se hacen pasar por quienes no son. Es una comedia de enredos fascinante, con un ritmo frenético, repleta de chistes gloriosos. Como en todo el libro, a Plas lo secundan Woozy Winks (personaje que me cae tirando a pésimo, pero lo respeto porque viene heredado de la época clásica de Jack Cole) y Morgan, una aguerrida y sexy agente del FBI, compañera del héroe en todas sus misiones. Esta última es un invento de Baker, muy logrado.
Vamos con los unitarios. El primero es una parodia a la típica historia de mansión embrujada en la que los buenos deben pasar una noche en un lugar tétrico donde serán cena fácil para los vampiros. Por supuesto Baker se mofa de todas las convenciones del género, sorprende con unas pantomimas espectaculares dignas de Sergio Aragonés, y ya que está, suma a un nuevo personaje al elenco de secundarios.
El siguiente unitario es el de Luthor en la Casa Blanca, un delirio brillante, sacadísimo y letal. Después tenemos un clásico thriller en el que los agentes tienen que detener a un supuesto asesino serial. Baker lo convierte en una comedia de enredos salvaje, en el estilo de Mortadelo y Filemón, con slapstick, transformaciones bizarras y un humor que se lleva puesto al argumento. Por si fuera poco, el autor ironiza con certera mala leche acerca del “gravísimo delito” que supone descargar canciones de la web. Y el libro termina con un magnífico homenaje a los clásicos dibujos de Tom & Jerry, en el que la misión de Plas es… eliminar a un ratón que le invadió la casa. Es el capítulo que tiene más secuencias mudas, y es casi imposible leerlo sin imaginarse la música de los viejos cartoons de la Metro Goldwyn Mayer en los que Tom trataba de capturar a Jerry.
Me podría colgar horas en la enumeración de secuencias, gags y diálogos inolvidables pero quiero hablar un toque del dibujo. Baker trabaja con pocos cuadros por página (rara vez hay más de seis), con muchas pantomimas sin diálogos, y con algo que casi ningún dibujante puede hacer: cambiar todo el tiempo de técnicas y de registro. Según lo requiera cada escena de cada guión, Plas puede aparecer dibujado MUY realista, o MUY caricaturesco. Los fondos pueden estar laburadísimos, desaparecer, o ser una foto alevosamente copy-pasteada y mínimamente retocada. La línea negra puede estar, desaparecer, o ser reemplazada por líneas de colores. Acá hay estridencia, colores primarios, maquinolas tipo Kirby, expresionismo pasado de rosca tipo Kricfalusi, texturas y efectos del photoshop, minitas hermosas, personajes muy deformes, tipografías y onomatopeyas que ningún otro autor se animaría a usar. O sea que Baker hace -60 años después- un montón de las cosas zarpadísimas que hacía Jack Cole, con fidelidad a los conceptos, al riesgo, a la onda, pero sin repetir ni copiar los yeites del maestro.
A pesar de haber ganado un montón de premios, la serie duró apenas 20 episodios, varios de los cuales nunca se reeditaron en TPBs. Un garrón, porque ahora los fans de Kyle Baker tendremos que apuñalarnos unos a otros para conseguir esas revistitas de hace 10 años, que en una de esas tuvieron tiradas bajísimas. Yo ya me pongo en campaña para conseguir eso y el primer TPB, con el que sueño hace añares.
Mañana arranca un paréntesis en la subida de material nuevo al blog, que esperemos se termine el lunes, o como máximo el martes. ¡Hasta pronto!
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