el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 1 de diciembre de 2019

LLEGO DICIEMBRE

Ya estamos ahí de fin de año, del fin del peor gobierno de la historia de la democracia y del festejo de los 10 años de este blog. Un mes colmado de expectativas en el que seguramente clavaremos los 10 posteos que le faltan al blog para llegar a la meta de los 120 a lo largo de 2019.
Hoy aflojo un toque con la historieta argentina y me embarco en un trip a Brasil, a fines de los´90, cuando el maestro, el grosso, el referente de varias generaciones llamado Angeli, empieza a producir esta tira magistral llamada Luke & Tantra, de la cual este tomo (titulado Sangue Bom) es el primer recopilatorio. ¿Me animo a afirmar que Luke & Tantra es lo mejor que leí de Angeli? Creo que sí. Me he reído muchísimo con historietas mucho más guarras, en las que cada cinco viñetas había garches, petes y eyaculaciones, pero esta tira (bastante más tranqui en ese sentido) me pareció más original, mejor pensada, mejor desarrollada y con más contenido.
También tiene que ver el hecho de que Luke y Tantra son dos chicas adolescentes, menores de edad, una de ellas todavía virgen, con lo cual no daba para irse muy a la mierda con las escenas de sexo. Las chicas de Angeli están todavía en la etapa pre-garche, en la que hablan de sexo y fantasean con tal o cual pibe, pero a la hora de la verdad, su experiencia en ese sentido es exigua. Por eso Angeli agarra para otro lado: la transgresión al palo va a venir desde la música. Luke y Tantra van a formar una banda de rock bien kilombera, con letras revulsivas, y de la nada las vamos a ver triunfar en el circuito alternativo de una gran ciudad brasileña. Imaginate el jugo que le saca Angeli a la posibilidad de reirse de los jóvenes rockeros, de la fama repentina y efímera, de los rebelditos que la van de alternativos, de la eterna pica entre skinheads y punks, de la relación intrínseca entre jóvenes, rock, escabio y falopa…
Y lo que no te vas a poder imaginar, lo que hay que ver para creerlo, es el nivel del dibujo de Angeli. Esto es sencillamente perfecto. Algunas de las tiras se publicaron originalmente en blanco y negro, y fueron coloreadas para esta recopilación. Detalle casi irrelevante, porque el libro ofrece (a modo de separadores) ocho ilustraciones de Angeli a lápiz, sin entintar, con mínimos toques de color también a lápiz… que a nivel gráfico son –lejos- lo mejor del tomo. O sea que el ídolo no necesita ni color ni tinta para dejarte atónito, babeando como un subnormal. Varias de esas ilustraciones a lápiz merecerían ser posters, sin ninguna duda. El libro se publicó en Brasil en el 2000, así que no sé si será fácil de conseguir. Yo se lo compré a un amigo que estaba haciendo limpieza de biblioteca y te juro que sentí el impulso de devolvérselo, de decirle “boludo, quedateló, esto es demasiado bueno como para venderlo, incluso a un amigo”.
Hora de sumergirme en el idiosincrático mundo de Inio Asano, para leer el Vol.8 de Oyasumi Punpun, la extraña y cautivante serie que empecé a leer hace exactamente un año (01/12/18). En este tomo, Asano canta “quiero vale cuatro” y directamente hace desaparecer a todos los personajes que venía desarrollando en las entregas anteriores. Ahora todo se centra en la relación entre Punpun y Sachi Nanjo, una chica varios años mayor que nuestro protagonista, a la que el autor le va a dar una tridimensionalidad, una profundidad impresionante, que rivaliza con la que acumuló a lo largo de siete tomos el propio Punpun. Miradas, silencios, proyectos, fracasos, celos, discusiones con y sin sentido, fantasías y complicidades van a ser las bases sobre las que se edifique un vínculo demasiado verosímil, demasiado real como para leerlo en un manga. Ahora sí, no extrañé en lo más mínimo al tío Yoichi, ni a ningún otro personaje de los tomos anteriores. Asano me cebó a pleno con la química entre Sachi y Punpun y sólo me interesa ver cómo evoluciona esa relación. El Vol.8 termina con un posible regreso de Aiko, y veremos si es posta o un amague más del autor para sumarle un conflicto al status quo de la serie, que llegó a un punto absolutamente hipnótico.
Me encantó la transición gráfica de Punpun, que arranca el tomo como un triangulito, después lo vemos como una pirámide y en un punto pasa algo, el pibe “se abre” y el dibujo de Asano lo acompaña y lo vuelve a mostrar en su forma de “pajarito-fantasma”. La idea de modificar la forma en que vemos a Punpun según la evolución de sus estados de ánimo es una de las tantas genialidades que nos ofrece Asano a la hora de dibujar este manga. Las demás, creo que ya las mencioné en otras reseñas, así que… ´nuff said. Banco a full esta serie, pero antes de entrarle a los cinco tomos finales, voy a hacer un parate para leer otros mangas, así no me aburro.

Nos seguimos leyendo muy pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

1 comentario:

Luq dijo...

Empecé ahora a leer Solanin y fue muy decepcionante ver que en muchas cosas el dibujo es mucho más primitivo que en Pun Pun. Maldito Asano, me dejaste la vara demasiado alta