Vuelvo con el naturalista viajero cuyas historias (basadas en hechos reales) nos narran Yoshiharu Imaizumi y Jiro Taniguchi, el mangaka fetiche de este blog. Cabe aclarar, porque en la reseña anterior no lo hice, que Ernest Seton existió de verdad: nació en 1860, murió en 1946 y pasó por todas las vivencias que nos narra este manga.
Para la segunda entrega, los autores nos proponen arrancar un poco más de atrás, desde antes de que Seton viajara a París a probar suerte en el mundo de las artes plásticas. En esta historia, Ernest tiene apenas 15 años y de pronto queda a cargo de una cabaña perdida en el medio del bosque de Ontario, a kilómetros y kilómetros de la civilización, junto a una chica y una nena que están gravemente enfermas, sin comida, sin balas para su rifle y sin fuerzas para resistir el ataque de un lince hembra, que también está cagada de hambre y sospecha que los humanos pueden ser un rico alimento para ella y sus crías.
Pero ese es el climax de la obra, el lince se decide a morfarse a los moradores de la cabaña cuando ya van 220 páginas del relato. Hasta ese punto, lo vimos a Ernest familiarizarse con el bosque, los animales de granja, sus primos (que son los que habitan la cabaña); vimos cómo el que hasta un punto era “el hombre de la casa”, el responsable del bienestar de la familia, se ve obligado a abadonar ese rol, y sobre todo vimos cómo la mamá lince no deja riesgo sin correr con tal de conseguir comida para ella y sus cachorritos, en una época de vacas sumamente flacas para los animales salvajes del bosque.
Como sucediera en el tomo anterior con aquel lobo pulentoso, Imaizumi no ahorra esfuerzos a la hora de convertir a esta lince en un personaje con todas las letras. No es una mera amenaza, no es un problema a resolver por Ernest: es un personaje posta, bien trabajado, construído, explicado y sobre todo entendido por el guionista. De hecho, las secuencias en las que la felina no aparece (todo ese largo fragmento que nos muestra cómo Ernest se construye una casita secreta en el bosque) pierden interés, no cumplen su función (que, supongo, debería ser la de descomprimir un poco la tensión que genera el relato). Por ahí sirven para poner algo de espacio entre una incursión de la lince por el terreno de los humanos y la siguiente. No mucho más. Sin la lince en escena, la historia se desinfla, mal.
Y como en el primer tomo, se hace inevitable una confrontación final entre el hombre (en este caso, el pibe) y la fiera. No te puedo contar cómo termina, pero sí advertirte que Imaizumi te va a pegar un golpe más bajo que todos los que nos pegaron las películas de Disney en nuestras largas y sufridas vidas. Una patada en las bolas tremenda, tomando 50 metros de carrera y con borseguíes recién estrenados. Jamás me imaginé que, a dos páginas del final, el guionista podía llegar a proponer un giro semejante en el argumento. Increíble, de verdad.
Por supuesto, el trabajo que hace Jiro Taniguchi en la faz gráfica es devastador. Acá hay menos olor a western y por ende se siente menos la influencia de Jean Giraud. Por ahí un toquecito en los cabellos de Ernest, pero el resto es todo re-Taniguchi. El realismo fotográfico de paisajes, construcciones y animales combinado con el estilo mucho menos realista para los personajes (especialmente Kate, la nena del grupo) genera un contraste riquísimo, muy típico del manga, pero que acá (no sé por qué) resalta más, se luce más, se disfruta más. A partir de la mitad, El Joven y el Lince (que así se llama la obra) es una historia de desesperación, en la que el instinto de supervivencia le gana por goleada a la inteligencia de Seton, a su agudeza para la observación de la vida salvaje e incluso a su inocencia cuasi-infantil. Taniguchi refleja ese proceso, ese tránsito hacia el borde del abismo con sublime maestría, con un trabajo formidable en los rostros de los personajes y con climas cada vez más oscuros y ominosos, logrados casi siempre con su prodigioso manejo de las tramas mecánicas. Una gloria más, para este incansable hacedor de maravillas.
Si no te ahuyenta el tema del golpe bajo sobre el final, entrale de una a este tomo de Seton. Te vas a encontrar con una historia al límite, muy original, muy bella y que a mí logró ponerme muy nervioso.
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5 comentarios:
Y yo que me enganche hojeando nomás dos tomos de "La cima de los dioses" (4y5) que compre de calentón, pero que no lei por que no consegui los otros todavia, este Seton parece aún mejor todavia. Este blog me hace mal. Jaja.
Es la idea, Pablo. Yo estoy muy dañado y reparto ruina y destrucción entre todos los que osan leerme ;)
Ok me lo vendiste. Ojala este en algún stand en Rosario la semana que viene.
Taniguchi es un maestro... y el tercero es aún mejor que los Anteriores.
Pablo hace poco conseguí los tres que me faltaban de La Cumbre de los Dioses (compré los cinco en un pack y vendí los dos que tenía)... tendrías que preguntar a Llanto de Mudo (Diego Cortés, Córdoba) como los consiguió.
En días pasado me he dado una panzada de Taniguchis con el primer tomo de Los Años Dulces, el primero de Mi Año (para estar horas viendo como pinta esta historieta hecha para Francia directamente, van a ser cuatro tomos), Un Zoo en Invierno...
Espero que haya más en Rosario... en algún lado leí que salía o salió un cuarto Seton.
Saludos.
Gracias rvs! lo voy a hacer!
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