Hoy, más breve que de costumbre porque tengo poco tiempo.
Esto es una maravilla. No sé cuánto de todo lo que pasa en estos ocho episodios será realmente decisivo en el contexto global de la serie, cuyo final no está tan lejos. Por ahí, en el balance global, resulta que tooodo esto le sirvió a Jeff Lemire apenas para introducir un concepto, para sumar al elenco a un personaje o sacarse de encima a otros. Ni idea. Lo cierto es que, como Sweet Tooth tiene estructura de road movie, lo atractivo es que cada vez que los personajes detienen su marcha vivan alguna peripecia grossa o descubran algo vinculado a eso que salieron a buscar a la ruta.
En ese sentido, este tomo es ejemplar. Si bien el foco principal sigue puesto en Gus, el protagonismo es más coral que nunca y Lemire lo reparte con maestría entre siete u ocho personajes todos perfectamente trabajados, todos con espacio para tener SU momento, una secuencia que los defina y , sobre todo, que los haga avanzar. Acá hay tantas de esas, que en el próximo tomo cuando –sospecho yo- Lemire nos cuente hasta dónde piensa achicar el elenco protagónico, no vamos a lamentar ninguna partida, porque todos los personajes nos mostraron prácticamente todo su potencial.
Y además de páginas y páginas de cabecitas que hablan, también hay mucha acción, bien dosificada y de una intensidad poco frecuente en los comics de Vertigo. Lemire no les da respiro a sus personajes, no nos deja olvidarnos ni por un minuto que Gus y sus amigos están en constante peligro. Los estallidos de la acción no siempre hacen avanzar la historia. A veces simplemente enrarecen aún más ese clima que ya de por sí es muy tenso porque casi todos los personajes sospechan que algún otro es un traidor que se los está por empomar a todos. Por supuesto, Lemire calza esos estallidos de acción en los momentos justos para generar intriga entre un episodio y otro, y así torturar despiadadamente a los pobres giles que leen Sweet Tooth de a 20 paginitas por mes.
Del dibujo del ídolo canadiense ya hablamos bastante en las reseñas previas y no hay mucho para agregar. Sí quiero destacar dos cosas: el episodio en el que Lemire se toma unas mini-vacaciones y reparte 14 páginas entre tres amigos suyos. Ahí vemos brillar al gran Matt Kindt (hoy guionista de Frankenstein), que sobresale entre los invitados con una secuencia exquisita centrada en el pasado de Wendy. Y lo otro, los episodios en el que el que se toma vacaciones es el colorista José Villarrubia, el poeta del photoshop, y el propio Lemire colorea un montón de páginas (las del delirio de Gus, al borde de la muerte) con un manejo impresionante de las acuarelas, a las que le saca un jugo expresivo de gran belleza plástica. Quiero una novela gráfica de Lemire toda coloreada por él en este estilo. Ya.
Lo único que se puede decir en contra de este tomo, no es necesariamente un problema de la historieta. Se lee muy rápido, es cierto, pero porque Lemire sabe contar con las imágenes. Y como estas son las que nos cuentan muchísimas cosas, los textos aparecen casi cuando no queda más remedio, en cantidades mucho menores a las del comic promedio de Vertigo. El autor nos propone leer cada dibujo, cada rostro, cada clima, cada silencio. Si hacemos eso, cada tomo de Sweet Tooth nos lleva horas y horas de lectura. Si nos quedamos con los diálogos, ahí sí, este masacote de más de 160 páginas se nos escurre entre las manos (o entre los ojos) a una velocidad asombrosa. Aunque sin dejar gusto a poco, en absoluto, porque –más allá de qué tan rápido nos bajemos los brolis- esto es grosso de verdad.
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2 comentarios:
Andrés, esta es una serie para leer en idoma original inglés aunque se sepa poco del idioma? O por ser Vertigo ya es bastante jodido de agarrar para empezar a leer en inglés?
No, casualmente este es uno de los pocos comics de Vertigo que yo me animaría a abordar aún con un manejo básico del inglés. Es un título principiante-friendly ;)
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