Otra vez me animé a leer historieta yanki pre-1960, pero esta vez no me hizo falta juntar coraje, porque ya había leído los Vol.1, 2 y 4 de esta lujosa colección editada por DC. El nunca bien ponderado maestro Jack Cole creó a Plastic Man en pleno boom de los superhéroes, cuando estos brotaban como hongos, vendían fantastillones de ejemplares y se parecían demasiado entre sí, y sin embargo se las ingenió para que -70 años más tarde- esto se lea como historieta de autor. En 1944, seguramente los pibes lo leían como una marcianada, como un comic totalmente atípico e inclasificable, porque realmente Plastic Man no se parecía a nada. Y lo bien que hacía.
Plas vivía en una ciudad imaginaria (Capital City), pero trabajaba para una organización muy real, el FBI. Se enfrentaba a criminales peligrosos, sin abandonar nunca el clima festivo, de joda, más en joda todavía que el Spirit de Will Eisner. Para esto, Cole tenía un ancho de espadas: Woozy Winks, un personaje de enorme potencial cómico, que en varias historias opaca incluso al protagonista. Plas es, en principio, un criminal reformado, pero para este tomo ya nadie se acuerda de eso. No se repasa nunca el origen, no hay flashbacks a aventuras anteriores, ni villanos recurrentes, ni menciones a ningún otro héroe de los que en este entonces publicaba la Quality. En una palabra: no hay continuidad. Las historias de este tomo (13 en total) pueden barajarse y leerse en cualquier orden (por eso me animé a leer el Vol.4 once años antes de conseguir este), como las aventuras de Lucky Luke.
En la estructura, las historias de Plastic Man no son tan distintas de las de otros justicieros de la Golden Age. Lo que es totalmente atípico es el desarrollo, plagado de villanos estrambóticos (aunque sin poderes), juegos de palabras muy graciosos en los diálogos y sobre todo de toneladas de slapstick, es decir, humor físico, de brocha gruesa, ese en el que los personajes constantemente se tropiezan, se chocan contra paredes y se les caen pianos en la cabeza. Y hay un segundo elemento, muy bizarro para los comics de superhéroes de hoy e inaudito hace 70 años, que también emparenta a estas historietas con los violentos y gloriosos dibujos animados de Bugs Bunny, Daffy Duck y compañía: Plastic Man se disfraza mucho de mina! Mucho! Cada vez que necesita desorientar a sus enemigos, cambia sus facciones por las de una chica sexy, con tetas y culo prominentes, y rápidamente los rodea con sus brazos elásticos. No lo vemos pegarles chupones como los que le pegaba Bugs Bunny a Elmer Fudd, pero casi.
Entre estas 13 historias, no sé si hay alguna joya de esas que decís “Esta es la mejor historieta de Plastic Man de todos los tiempos”, pero casi todas son muy divertidas. Y hay una que tiene una idea tan brillante que le hubiese encantado escribirla a Borges: The Gay Nineties Nightmare, la de la ciudad que desapareció de los mapas en 1890 porque el tipo que fue a hacer el censo perdió los papeles. El argumento es la enésima batalla de Plas contra una banda de chorros, pero la idea, el disparador, es una genialidad.
El dibujo de Cole sufre, por supuesto, por el hecho de tener que meter ocho viñetas en casi todas las páginas. El trazo del ídolo, por lo menos en esta época, no deja ver un virtuosismo como para arrancarse las mechas. Está lejos de Eisner (a quien asistió tanto en las tiras diarias como en las aventuras semanales del Spirit) y a años luz de lo que 10 años más tarde pelarían Bill Elder, Wally Wood o Jack Davis en las páginas de MAD. Donde realmente se luce Cole es en la narrativa (impecable, dinámica e hipnótica incluso en las páginas donde se zarpa con los diálogos) y en la composición de las viñetas, donde prueba muchas cosas que nunca se habían visto en el comic y le salen todas demasiado bien.
Extraña cruza entre comedia salvaje y aventura policial, Plastic Man es la única historieta de superhéroes de los ´40 que me atrapó. No sé si como para seguir comprando Archives (las reediciones siguen hasta el Vol.8), pero sí como para estudiarla como una obra de vanguardia, en la que Jack Cole se concentró en darle onda a su mundo sin “mirarle la hoja al compañero”, y se convirtió –supongo que sin querer- en precursor en esto que es hacer comic de autor dentro del mainstream. Ahora quiero los libros de Plas de Kyle Baker, que nunca los conseguí.
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5 comentarios:
A mí me encanta Plastic Man, es uno de mis personajes favoritos. Justo el otro día estuve leyendo éste mismo volumen (aunque en mi caso, pirateado por internet) y justo pensé lo mismo de la historieta de la ciudad perdida: que buena idea para un cuento onda Borges.
Nunca entendí cómo no le han dado más pelota los tipos a los que les gusta hacer historieta "de autor" dentro del mainstream, porque el personaje se presta muchísimo para eso. Y definitivamente, éstas historietas viejas soportaron el paso del tiempo muchísimo mejor que la mayoría de sus contemporáneas.
Andrés:
Que onda el guionista Dufaux? leiste Ladrones de imperios?
No. La que leí de Dufaux y me gustó bastante es Rapaces. Pochoclera, pero con muy buen nivel.
Gracias!
a mi de dufaus me encanta "la balada de las landas perdidas"
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