Este es un título decididamente menor de DC, muy típico del período 2006-2011, ese en el que la editorial probó suerte con 150.000 conceptos y la pegó con tan pocos, que terminó por rebootear el universo. Por lo menos lo intentaron, porque no se puede negar que la cantidad de series que lanzó DC entre Infinite Crisis y Flashpoint es impactante. Y cuando nos cansemos de buscarle sustancia al humo y la oquedad que nos quieren vender en estos últimos años, seguramente vamos a terminar por reivindicar a series de esta etapa a las que no les dimos bola: ni la que se merecían, ni menos, ni más.
Checkmate tiene un gancho irresistible: Greg Rucka. No sé cómo DC dejó ir a Rucka, porque este tipo la rompió prácticamente en todo lo que hizo para la editorial. Creo que lo único choto son esas historias de Renée Montoya como Question que enganchan con Final Crisis. El resto es todo de dignísimo para arriba. En Checkmate, además, a Rucka le dejan hacer algo que le sale muy bien: una de espionaje internacional con tono realista y con mucho énfasis en el procedimiento. Por supuesto, no logra transplantar al Universo DC la onda de Queen & Country, porque acá, para que la serie venda, tiene que meter mucha más machaca y personajes con disfraces coloridos. Aún así, se acerca bastante a la onda de las gloriosas aventuras de Tara Chace (ver reseña del 06/03/12), con mucho peso para los jetones de saco y corbata que negocian con embajadores y ministros antes de poner en marcha o abortar las misiones de los agentes, muchos muertos, mucha runfla, etc.
Esta encarnación de Checkmate, totalmente reformada tras los eventos de The OMAC Project, depende del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Acá vemos cómo el Consejo aprueba la creación de este nuevo Checkmate, a pesar del voto negativo de dos miembros y la abstención de uno sólo (Argentina, canejo!). Por supuesto, para que las cosas importantes se aprueben, hay que rosquear. Y en ese rubro, Rucka juega con 40 anchos de espada en el mazo, porque –a pesar de sus esfuerzos por darle chapa a Sasha Bordeaux- el personaje central será, sin discusión posible, Amanda Waller, la reina de la rosca. Amanda, ex integrante del gabinete de ministros de Luthor y experta en operaciones encubiertas ejecutadas por super-villanos (ver reseña del 10/05/11), llevará a cabo su propia agenda, no alineada con la ONU, sino siempre leal al gobierno de los EEUU. Y todos los demás miembros de la cúpula de Checkmate (“los reales”) tendrán que cambiar su juego para descubrir de qué juega Waller.
El primer arco está apenitas estirado y nos narra la opereta que arma Checkmate para “convencer” a China de que apruebe la creación de la agencia. Hay un episodio de transición en el medio y cierra una aventura de dos capítulos en la que Waller reactiva al Suicide Squad (con Rick Flag y todo) para resolver una crisis en Myanmar (Guy Delisle nos contó bastante sobre ese páis en el libro que vimos el 15/11/11) en la que la ONU prefieren no meterse. Si –como yo- sos fan del Squad, con estos dos numeritos vas a flashear mal.
El dibujante titular es español Jesús Sáiz (el de Manhunter), muy correcto, sin pifias y sin mayores despliegues de virtuosismo. Sáiz cuida la narrativa y logra una muy buena integración entre su grafismo y la referencia fotográfica. El suplente (con tres de estos siete episodios, incluyendo los del Suicide Squad) es Cliff Richards, al que no conocía. Y no es malo, por suerte. De hecho, se luce bastante cuando lo complementan las tintas del veterano Dan Green. O sea que visualmente, esto se la banca, sin descollar ni emocionar demasiado.
Y sí, para que esto fuera un comic de espionaje posta, había que sacar a Alan Scott (que por suerte está sólo en el primer arco), a los superhéroes chinos (algunos con pinta... interesante) y a los villanos y demás personajes del Suicide Squad. Al meterlos a todos, Rucka logra que uno se tome menos en serio el tono circunspecto y protocolar de “las partidas de ajedrez” entre la cúpula de Checkmate, ese aspecto más realista, del toma-y-daca entre intereses muy fuertes, muy encumbrados a nivel del poder mundial. Algo que, en una de esas (y sobre todo en manos de guionistas menos talentosos) podría ser un embole, y que acá se hace muy entretenido porque Sasha, Mr. Terrific, Fire, los “amiguitos” de Waller y varios personajes más vinculados al palo metahumano le ponen picante a la runfla cada vez que estalla la acción. Si sos fan de Greg Rucka o extrañás al DCU pre-reboot, no dejes de darle una oportunidad.
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4 comentarios:
Andrés, un par de consultas:
La serie de Checkmate de los 80 se deja leer?
Y el Suicide Squad mantiene la buena lectura en sus 66 números o va decayendo?
Yo leí lo publicado por Zinco y siempre me quedé con ganas de más.
También hubo un cruce entre estos títulos y algunos más, la directiva Janus se llamaba. Eso lo leiste?
Ale: La serie de Checkmate de los ´80 es bastante mediocrona. No infumable, pero para nada imprescindible. La del Suicide Squad, en cambio, es espectacular de principio a fin. No decae nunca. Y La Directiva Janus es medio vendehumo (se podría haber contado lo mismo en muchas menos páginas) pero no está mal.
andrés, una consulta: ¿Cuáles son para vos las obras maestras de Rucka? No conozco mucho su trabajo(obviando la increíble G Central con brubaker) y quisiera leer más de él.
Sin dudas, lo fundamental es Queen & Country...digo, además de Gotham Central. Pero lo que hizo en Detective Comics y Wonder Woman también es excelente. También recomiendo mucho Whiteout y su saga de Batwoman, junto a J.H. Williams III.
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