el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 21 de octubre de 2013

21/ 10: CASTILLO DE ARENA

Vuelvo a encontrarme con el maestro suizo Frederik Peeters, esta vez en una historieta cuyo guión no le pertenece, sino que lleva la firma del cineasta francés Pierre Oscar Lévy. Castillo de Arena es una novela gráfica perfectamente planificada y ejecutada, con un argumento tremendamente cautivante y un clima que te agarra del cogote y te estrangula hasta que no podés respirar. No es una Historieta Perfecta por un sólo motivo: Lévy no se calienta en explicar ninguno de los dos elementos que mantienen en vilo a los personajes de la trama. Uno es de corte policial, el otro definitivamente fantástico, y ninguno de los dos tiene una explicación cierta, convincente.
Evidentemente detrás de esta historia extraña y envolvente hay algún simbolismo, algo que los autores nos quieren transmitir de modo no obvio, no manifiesto. El hecho de que la ilustración de la portada esté al revés, por ejemplo, seguro quiere decir algo. Quizás haya alguna pista en la -para nada enfatizada- similitud entre la geografía de la playa en la que transcurre la historia y la mini-playa que uno de los chicos, Zoe, le “inventa” al castillo de arena que está construyendo su hermano Félix. O no, quizás la onda es no explicar nada, dejar que la tensión dramática le gane a la racionalidad y que quede todo así, en el misterio. Está todo tan bien escrito y tan bien dibujado, que realmente no cambia demasiado el disfrute de la obra por el hecho de que falta explicar esos dos puntos “oscuros”.
¿De qué va la historia? Varios personajes confluyen en una playa alejada y apacible en cuyas aguas aparece flotando el cadáver de una chica a la que habíamos visto bañarse sola en las primeras páginas. Dos páginas antes de que aparezca el cadáver, los personajes empiezan a percibir que el tiempo pasa distinto en la playa, que los chicos empiezan a crecer más rápido y los adultos a envejecer, también en forma acelerada. Pronto les cae la ficha de que en pocas horas todos habrán muerto de viejos. Por si faltara algo, la playa queda misteriosamente aislada del resto del mundo: los celulares dejan de funcionar y los que intentan alejarse se topan con una especie de barrera invisible que los mantiene a todos encapsulados, prisioneros de este pedacito de realidad que no funciona como la verdadera realidad.
Con esa premisa perversamente ganchera, Lévy nos mantendrá hipnotizados durante 100 páginas, en las que no faltará la oportunidad de estudiar cómo se comportan estas personas frente a esta situación límite. El “qué se le va ´cer”, el “sálvese quien pueda”, el “la culpa es del otro”, el “a coger que se acaba el mundo”, son algunas de las respuestas que les vemos esbozar a los miembros de este elenco coral, que gana mucho en complejidad a medida que los niños se vuelven adultos y empiezan a tomar decisiones más jodidas que la de jugar a la pelota o hacer un castillo de arena. O sea que además de vibrar con la profunda rareza de lo que les toca vivir, Lévy nos invita a meternos a fondo en la psiquis de estos personajes, a entenderlos, a identificarnos con alguno de ellos, pero no a hinchar para que se salven. Me parece que el guionista no abre ni una rendija por la que se pueda llegar a filtrar una solución para el predicamento que atraviesan sus creaciones y por eso, pasada la mitad de la obra, se impone ese clima tan fatalista, tan crepuscular.
En cuanto al trabajo de Peeters, de nuevo no hay palabras. Esta vez el suizo trabaja en blanco y negro y uno no extraña para nada el color, porque Peeters deja todo en cada viñeta, en cada efecto de iluminación, en cada puesta en página. Por momentos parece un Gerard Lauzier tratando de dibujar “en serio”, y además tiene viñetas que me recordaron a Charles Burns, a José Muñoz y al mejor David Lapham. En el armado de algunas secuencias y en los momentos que elige para no dibujarle los marcos a las viñetas, vi algo de Will Eisner. Todo esto es obra de un maestro en su más absoluta plenitud. Es un tipo que maneja todos los recursos habidos y por haber, tanto a nivel gráfico como narrativo, y que además es un virtuoso del lápiz y la tinta. Realmente fascinante lo que pela Peeters en estas 100 páginas.
Castillo de Arena (culminada en 2010) es una historia que a cualquier escritor de género fantástico le habría encantado imaginar. Le falta un detalle, que es explicar por qué carajo pasa lo que pasa. Pero lo que pasa es alucinante y está todo tan bien dibujado que la única opción que te queda es la de dejarte llevar por tanta magia y tanta belleza y simplemente disfrutar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Andres, usted que lo sabe todo... esta bueno la liga de la justicia de Morrison?

Andres Accorsi dijo...

A mí mucho no me gusta. Me cierra hasta por ahí nomás hasta Rock of Ages y después, la verdad que se me hizo intragable.

Diego Agrimbau dijo...

Me encantó la premisa de esta obra. La voy a buscar. Y no, a veces las cosas no se explican. Y así está bien. Abrazo!

Dante Ginevra dijo...

yo lo tengo en la pila de no-leidos, pore so no quise leer tu reseña, pero me muero por darme el tiempo para leerlo. Peeters es un crack.