Tarde pero seguro arranco con esta colección de 2011 que tanta chapa cosechó entre los críticos yankis, que hasta llegaron a describirla como “el Sandman de Marvel”. ¿Es para tanto? No. O por lo menos no en este primer tomo.
Kieron Gillen, un periodista inglés que escribía sobre música, videojuegos y comics, un día se vio mágicamente transformado en guionista de historietas. Le tocó nada menos que hacerse cargo de Thor cuando lo dejó J.M. Straczynski y le fue bastante bien. Un año después, como venía la peli de Thor, Marvel quería una nueva serie del Dios del Trueno y ahí fue Matt Fraction a lanzar un nuevo número 1. Y la serie que escribía Gillen, que continuaba la numeración clásica de Journey into Mystery, recuperó su viejo título y siguió adelante, ahora con Loki (que –no hace falta aclarar- se morfa la peli de Kenneth Branagh) como protagonista. Por supuesto, la idea podía fallar, y más cuando desde el primer arco argumental Gillen tiene que hacerse cargo de las cosas grossas que estaban sucediendo en simultáneo tanto en la revista de Thor como en ese crossover patético, terriblemente vendehumo, llamado Fear Itself.
De alguna manera, la serie protagonizada por este Loki de 13 ó 14 años no naufragó. Tiene dos problemas fundamentales: 1) hay que saber mucho de la historia de Thor, Asgard y todos los dioses nórdicos para entender lo que pasa. Esto está lleno de referencias a los comics ya mencionados, a la etapa de Walt Simonson, obviamente a lo que hicieron Gillen y Straczynski... Si caés en bolas, te van a marear muy rápido, sobre todo porque el guionista elige no explicar puntillosamente nada de lo que menciona a la hora de mostrar el background de estos personajes. 2) Todo el tiempo sentí que a los conflictos que me mostraba Gillen les faltaba espesor. A cada página se me hizo más claro que la epopeya grossa estaba en otro lado (en revistas que no pienso leer) y que lo que sucede en JiM es una especie de backstage, de runfla por detrás de la acción y la machaca, que no es intrascendente, pero tampoco te hipnotiza y te ceba como las grandes sagas superheroicas en las que todo el universo está en juego.
¿Y por qué no naufraga la serie? Porque está muy bien escrita. Gillen demuestra conocer muy bien a estos personajes (no sólo a Loki, también a Volstagg, Odin, Hela, Mephisto, Tyr, Surtur) y logra que las roscas en las que se trenzan resulten novedosas, creíbles y coherentes con lo que cada uno hizo en el pasado. Hay excelentes diálogos y –como hacía Neil Gaiman en Sandman- el guionista recurre varias veces al truco de hacer que los personajes se narren entre ellos historias y anécdotas, en las que nos regala unos bloques de texto de gran vuelo literario. Falta un poquito más de emoción, quiero que se me frunza más el orto ante la inminencia de un final nefasto para Loki y sus aliados, cosa que hasta ahora no está siquiera insinuada. Pero vamos bien.
El dibujo también está a cargo de un inglés, en este caso Doug Braithwaite, a quien le pidieron expresamente que haga algo parecido a lo que hizo en Justice, su serie de la Liga de la Justicia, en la que se encargaba de los lápices para que luego viniera Alex Ross a pelar magia. Acá podemos disfrutar de los maravillosos dibujos de Braithwaite sin entintar, simplemente levantados en el photoshop y coloreados con onda y sofisticación por Ulises Arriola. El resultado es gráficamente muy atractivo, lleno de matices, de sutilezas... y de yeites para que Braithwaite no tenga que dibujar fondos. Como pasa cada vez que a un dibujante talentoso y de estética realista lo dejan publicar lápices sin entintar, en las mejores viñetas de este tomo flota el fantasma del maestro Gene Colan, al que –me parece- la habría encantado dibujar esta historieta.
Por ahora, Journey into Mystery promete. Ojalá en los tomos siguientes cumpla. Tengo la sensación de que sí, de que una vez libre de toda la movida de Fear Itself, la serie va a tomar un rumbo más claro, más propio. La idea de un Loki adolescente y menos poderoso está buena, la interacción con el resto del elenco está muy lograda, los diálogos y los bloques de texto están muy por encima de la media, y sólo falta que empiecen a pasar cosas más grossas, por supuesto sin derrapar hacia un comic 100% de machaca, ya que buena parte de la gracia de JiM reside en su tono no pochoclero. Sólo por eso (y por su sana intención de hacer comic de autor dentro del mainstream) merece ser bancada a muerte por los que militamos contra el “más de lo mismo”.
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3 comentarios:
A mi me gusto Fear Itself, solo por la machaca y principalmente por la machaca. Puntualmente que consideras que le faltaba para que te gustase?
¿A Fear Itself? Ufff... le falta de todo. Un buen argumento, consecuencias reales, dilemas más fuertes... Son todas excusas pedorras para ver piñas y destrucción que no conducen a nada.
''comic de autor dentro del mainstream'', no siempre aplica. case in point.
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