Para mi sorpresa y mi alegría, este librito se parece bastante poco al que me tocó reseñar allá por el 10/09/11. No es que aquel me hubiese resultado choto, para nada, pero la idea era leer algo distinto, sobre todo para que la reseña no fuera un clon de la que ya redacté en su momento. Básicamente, la consigna se mantiene: Leo Arias busca y encuentra mil variantes a la idea de que Elías pasa todos los días por una esquina en la que un perro lo asusta con sus ladridos. Con eso (y una dosis importante de talento) esta tira bancó los trapos más de 10 años en las páginas de Billiken. Por suerte hay más.
Además de las ya clásicas tiras, planteadas tanto en el habitual formato horizontal como en el vertical, que es una bizarreada que a Arias le sale muy bien, este libro incorpora varias historietas de una página entera y –lo más interesante- dos historietas de varias páginas. Las historietas de una página son cinco y no están nada mal. Son como versiones más largas de las tiras, en las que no necesariamente se repite el leiv motif de Elías asustado por el ladrido del perro. Las historias “largas” son dos. Una tiene 10 páginas, todas divididas en cuatro viñetas iguales. Es una clásica acumulación de malos entendidos, mezclado con una lucha entre el Búho Batman y la Rata, que termina con todos los personajes de la tira trenzados en una pelea descontrolada, al estilo de los viejos (y bastante violentos) dibujos animados.
Y lo mejor del libro es la primera historieta, Arena, que tiene 9 páginas pero parecen muchas más, porque Leo las divide en 12 viñetas iguales. Arena tiene el timing de los mejores cortos animados de Tom & Jerry o Tweety & Silvestre, un montón de gags zarpados e inmejorables excusas para que Arias no dibuje fondos. Además es la única historieta de Elías y el Perro de la Esquina en la que aparecen adultos. Es una historieta realmente muy graciosa, que te va a arrancar sonrisas aunque tengas más de 9 ó 10 años, y que además muestra una faceta de Leo Arias que no se ve en las tiras de tres o cuatro viñetas: el gran manejo que tiene el autor de la construcción de las secuencias, los cambios de plano, los empalmes entre una escena y la siguiente. Acá hay mucho logros en ese sentido, por eso la destaco por sobre todo el material de la serie que pude leer hasta ahora (creo que, contando el que sacó Domus, ya son tres libros, no?).
El dibujo de Arias no varía para nada respecto de lo ya comentado, así que no me quiero reiterar. Es digno de destacarse cómo no se notan diferencias de estilo, ni siquiera ínfimas, entre las historietas de los tres libritos, como si Leo hubiese dibujado todo el material la misma semana. Evidentemente, el autor llegó a esta tira ya muy canchero, muy asentado en este estilo limpito, bien gráfico, bien icónico, de irresistible atractivo para los más chicos.
Y ya está. No quiero leer más historietas para chicos de Leo Arias. Quiero verlo hacer historietas para grandes, una novela gráfica, algo bien denso, con otro tono, otros climas, otra extensión. Estamos ante un historietista muy completo, con mucha experiencia, con muchos recursos, capaz de trabajar en varios estilos distintos pero siempre muy personales. No digo que en la historieta infantil se esté “desaprovechando”, sino que a mí me gustaría verlo ir por más, a romperla como en esas nueve páginas de Arena, pero en otro estilo y con otra onda. ¿Será mucho pedir?
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