Como vimos la vez pasada, toda esta saga (cuyas primeras 128 páginas recorrimos el 16 de este mes) está pensada para desembocar en el enfrentamiento final entre Dago y el perverso Príncipe Bertini, jefe de la conjura que acabó con la familia de César Renzi. La idea de Robin Wood es generar tensión, hacerla crecer y –en un punto- resolverla. El tema es que se complica mucho hablar de esta segunda mitad sin contar cómo se resuelve la trama. Es como si el lunes se emitiera un programa sobre el Boca-River de mañana, pero sin mencionar nunca el resultado.
Lo más importante es que ese enfrentamiento final entre los dos enemigos llega. Se hace esperar otras 62 páginas y dura... con buena voluntad, tres viñetas. Pero llega y se define sin rodeos, sin ambigüedades y –sobre todo- de un modo impredecible, muy distinto de lo que uno se imaginaba, y aún así satisfactorio. ¿Qué pasa en las 62 páginas previas? Hay bastante chamuyo, bastante más franela, Wood nos subraya por enésima vez lo hermosa que es Lucca, lo copada que es su gente y lo bien que se siente Dago en esa ciudad, como si fuera un folleto turístico que nos quiere vender un viaje a Lucca. Y de paso resuelve las hsitorias de Dago con Orsini y Lorena, los adláteres de Bertini a los que les venía dando baile (de distintas maneras) desde el tomo anterior. La figura de Miguel Angel Buonarotti tiene menos peso que en el Vol.1, el rol de la dama de Paradini crece gradualmente (aunque el personaje no gana profundidad) y se luce un personaje que pintaba para tercerón, el Podestá, que vendría a ser la autoridad máxima de la ciudad de Lucca.
Entre que se resuelve el duelo entre Dago y Bertini y el final del tomo, tenemos otras 62 páginas. Un poquito mucho para un mero epílogo, por eso Wood las aprovecha para poner en marcha una especie de aventura complementaria a la anterior. Giácomo Barazutti, el único miembro de la conjura que queda vivo (aunque sin las manos, perdidas en un combate anterior contra Dago), le pone precio a la cabeza del veneciano y logra que los mejores mercenarios y cazarrecompensas de Italia converjan en Lucca con la firme decisión de pasarlo a valores. El héroe tendrá que aguzar de su ingenio (y abusar del cariño que le tiene la gente de la ciudad) para salir con vida de esta encrucijada. De nuevo, la resolución final se parece poco a la que uno imaginaba y sin embargo está muy bien.
En el balance global, la saga de Lucca cumplió ampliamente lo que prometía. Es una historia posta, 100% canónica, un punto de inflexión irreversible en la larguísima epopeya de Dago, y además tiene acción, aventuras, rosca política, romance, figuras históricas invitadas y dilemas morales complejos. Quizás lo más atractivo sea que acá TODO gira en torno a Dago y su venganza, no como en esas aventuras menores en las que el héroe es un mero testigo, o un integrante más de un grupito que hace cosas que ya sabíamos que iban a pasar por haber leído alguna vez libros sobre la historia europea.
A esto sumale la jerarquía de un Carlos Gómez pasado de rosca, que sale a matar con su apabullante dominio de la estética académico-realista, perfectamente condimentada con un dinamismo y una expresividad que no se ven muy a menudo en dibujantes de esta escuela. Gómez mete muchísimos primeros planos (y primerísimos planos), elimina muchos fondos y resuelve unas cuantas viñetas con siluetas. Pero no porque se esté tirando a chanta, sino porque es humano, y acá tiene que dibujar cosas dificilísimas, como edificios del Siglo XVI, multitudes, ejércitos con uniformes que no se pueden inventar ni frutear, caballos... Y todo está cuidado hasta el último detalle y mechado con escenas PERFECTAS, como la de la pelea final con Orsini. Gómez tiene un arsenal de recursos amplio y poderoso, y acá no deja cartucho sin detonar. El lenguaje corporal, las expresiones faciales, los detalles y las texturas en ropas y fondos, el equilibrio entre masas negras y espacios blancos, el montaje terriblemente dramático en la escena en la que Dago y Bertini quedan frente a frente... todo nos revela a un verdadero monstruo del Noveno Arte. Quiero YA los libros que está dibujando Gómez para Francia.
Y si puede ser, más Dago editado en Argentina. Estos tomitos salieron en Agosto o Septiembre y desde entonces no hemos tenido más entregas de una serie que vende muy bien (por lo menos eso dicen en las comiquerías) y cuya calidad no defrauda en lo más mínimo.
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7 comentarios:
Magistral momento cuando Beani le reclama a Dago no acudir a medios violentos (al menos no en Lucca) para su venganza y este se quiebra
yo me putie a wood cuando mato a lorena!era un personaje bastante interesante y los dibujos son descollantes
iban a ser 12 en total no? fer.
Ni idea. Ya está confirmado uno nuevo para Abril, esa es una gran noticia.
A propósito de ex guionistas columberos ¿Quién sabe quién es o era Niels Thorr ?
La verdad que no sé...
Tampoco recuerdo haber leído historietas firmadas con es pseudónimo. Pero bueno, mi cultura columbera es un tanto escasa.
Niels Thorr es Armando Fernández, con ese pseudónimo supo escribir la serie El sobreviviente dibujada por Lucho Olivera. Otros pseudónimos de Armando Fernández en Columba eran: Gonzalo Bravo, Axel Bergier, Denny Robson, Frank Norris, Jano Jara, Lex Lewis, Matt Bretton, Ned Patton, Raúl Montalván, Virginia Lang, Daniel Sinópoli, Valentín Prado entre algunos otros que no recuerdo ahora. Saludos. Juan Carlos Massa.
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