Allá por 2009, la editorial Sudamericana empezó a recopilar en libritos las tiras de Batu que Tute publicó durante varios años en la contratapa de La Nación, hasta que se cansó y volvió a los chistes de una sóla viñeta. Yo había leído algunas tiras, en forma esporádica, y la verdad que al leerlas así, en una dosis extra-large de 93 tiras, me gustaron mucho más.
Lo primero que hay que destacar es el dibujo. Acá vemos un Tute radicalmente distinto del que nos cruzamos allá por el 08/04/14 con El Amor es un Perro Verde. Acá hay cero dibujo a mano alzada, cero improvisación, cero desprolijidad. Este es el Tute “careta”, si se quiere, que cuida mucho las formas y que –sin renunciar a su sello personal- se encolumna detrás de los grandes maestros de las tiras cómicas protagonizadas por niños: Charles Schulz, Quino y Bill Watterson. A veces, cuando el guión lo justifica, Tute deja volar a su plumín y sorprende con unas texturas fantásticas, dignas de David B. o Joann Sfar, aunque siempre contenidas en una línea negra prolija, diáfana, muy pensada para ser coloreada con colores planos, casi siempre primarios.
Al contar con una tira doble, Tute no escatima esfuerzos y muchas veces nos regala entregas con ocho o nueve viñetas. Estas secuencias armadas con cuadros chiquitos en los que los dibujos apenas se modifican le permiten manipular perfectamente el tempo narrativo de las tiras, que se enriquecen con los silencios, las pausas, que impone el autor, y que acompañan a las logradas pantomimas de los personajes.
La temática elegida por Tute es la niñez, no tanto en contraste con el mundo adulto (si bien cada tanto se nutre también de ese elemento), sino más bien encarada como un inagotable patio de juegos, como un reino en el que lo imaginario se hace real con tan sólo un “dale que…”. Batu tiene reflexiones que cualquier chico de ocho o nueve años puede producir y, cada tanto, algún pensamiento más agudo, más pensado para descolocar al lector, que seguramente tiene más de nueve años. La relación entre Batu y Tútum (su perro) por momentos me hizo acordar a la de Ernestina y Fellini, aunque Tute nos propone más similitudes y menos distancia entre niño y mascota. Buena parte del tiempo Tútum es un chico más, con morfología canina pero con un rol que podría cumplir tranquilamente un hermano humano de Batu. Y el otro personaje secundario muy bien planteado por Tute es Boris, el gordito de anteojos, secuaz a pesar suyo de las travesuras de Batu, cuya falta de iniciativa (que debería resultarnos patética) muchas veces resulta conmovedora.
No es mucho más lo que puedo agregar sin ponerme a contar los chistes. Lo importante es que, al menos en estos primeros meses de serialización, Batu se planteó como una tira muy interesante, con muchos recursos humorísticos y gráficos muy bien plasmados y con la sana intención de actualizar para el Siglo XXI la tradición de las tiras protagonizadas por chicos. Con talento e imaginación, Tute encontró nuevas vueltas de tuerca a un tópico que ya parece muy gastado, muy transitado, y mientras duró ese impulso inicial Batu fue una magnífica tira, a la que vale la pena descubrir o redescubrir ahora que el autor dejó este formato para volver al chiste.
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3 comentarios:
Acá hay un dibu que emula el estilo este, a mí me gustó.
son geniales estas tiras... deudoras de Mafalda claro pero ¿quien no?
recomendable 100% por su fantasía...
Y Mafalda deudora de Peanuts, pero quién no? y así... Igual yo lo veo más cercano a Calvin & Hobbes.
Pero sí, lo de Tute es genial, imaginación al palo.
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