el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 21 de febrero de 2015

21/ 02: 21 EXPERIMENTOS CORTITOS

Cualquier libro que reúna 21 historias cortas de un mismo autor resulta -a priori- atractivo, porque seguro que en 21 historias vas a ver distintas técnicas gráficas, distintas formas de pensar la puesta en página, o distintas temáticas. Y seguro que, entre 21 relatos, algún buen guión se tiene que colar. Ahora, cuando ves que el libro tiene sólo 56 páginas de historieta para repartir entre 21 historias, empezás a rezar para que se trate de un autor que entienda el formato, que sepa jugar en espacios reducidos y plantear ideas atractivas en muy pocas viñetas. Por suerte, Aleta Vidal (con quien ya nos cruzamos el 13/06/14) trabaja con muchísimo criterio el formato de la historieta cortísima y ofrece algunas joyitas breves, mezcladas con otras ideas que –en tan poco espacio- no terminan de cuajar, o apenas llegan a esbozarse.
Lo de las distintas temáticas se ve clarísimo: las cuatro primeras historias tienen que ver con hadas, brujas, vampiros y zombies, temas en los que Aleta se mueve con mucha soltura, porque le dan la posibilidad de jugar con convenciones de un género que los lectores nos sabemos de memoria. Ahí alcanza con meter un giro, un elemento imprevisto, y ya está, ya tenés una linda historia de tres o cuatro páginas.
Después vienen historias brevísimas, de una o dos viñetas, cositas muy cortas, de una sola página, como la exquisita (y autobiográfica) Durmiendo a Benjamín. Las hadas y los elfos vuelven en la atractiva El Viaje, donde Aleta juega con la puesta en página y la composición. Y dos muy extrañas: Alicia y el Conejo y Caperucita y los Lobos, en las que Aleta y sus dos co-guionistas (sí, hay tres guionistas para una historieta de tres páginas) juegan a mezclar elementos de los famosos cuentos con la vida real, en un cóctel surrealista, bastante extraño.
La mejor historia, lejos, es La Nietita, escrita por Valentina Vidal, una de las hermanas de Aleta. Por la calidad y la cantidad de los textos, pareciera tratarse de un cuento al que Aleta le agregó imágenes para convertirla en una historieta, ganchera y perturbadora como pocas. Y la verdad que le salió muy bien. De las historias más “románticas”, me gustó bastante De Idas y Vueltas. Y por supuesto la impactante Diez Años De…, ambas escritas por Hernán Carreras.
De todos modos, lo más interesante del libro es el dibujo de Aleta. O en realidad LOS dibujos, porque a lo largo de estas páginas la vemos jugar, siempre dentro de un estilo con base realista, en varios registros distintos, y probar un montón de variantes, tanto en el grafismo como en el tratamiento del color. A veces opta por una impronta más pictórica, más similar a la de Benjamin (el chino, no el hijo de Aleta), y a veces se vuelca hacia una estética más básica, con colores planos y texturas aplicadas en el photoshop. Pero hay muchas exploraciones, muchas búsquedas, y sería arduo enumerar todas las variantes técnicas y estéticas que ensaya Aleta en estas historias.
Lo importante es notar cómo la autora se divierte, cómo disfruta en este juego que consiste en probar cosas raras, tanto en las historias como en la forma de plasmarlas gráficamente. Lo más flojo, algunos signos de puntuación que en algunas historias no están o están mal puestos. El balance general, sin embargo, es muy positivo: si bien no hay un relato complejo, con ambiciones tanto en el armado de la trama como en el desarrollo de personajes, hay unas cuantas buenas ideas y sobre todo, muchas excusas para que Vidal despliegue todo lo que sabe hacer en materia de puesta en página, climas, dibujo de figura humana, expresiones faciales y técnicas de color. Como en todos estos rubros el trabajo es sobresaliente, me animo a recomendarle enfáticamente este libro a los que ya son fans de Aleta Vidal y a los que todavía no descubrieron a esta interesantísima exponente de la historieta argentina actual.

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