Y otra vez, Sergio Langer se zarpó. Esta vez armó un libro de más de 350 páginas, muchas de ellas a color, para reunir todos sus chistes e historietas que intersectan con el judaismo. Material de los ´90, material más reciente, material creado especialmente para este libro que Langer planificó hace muchos años y que creció hasta convertirse en uno de esos libros fundamentales, definitivos tanto para la carrera de su autor como para el medio en que se mueven (en este caso, el humor gráfico argentino). Me animo a pronosticar que de acá a muchos, muchos años, se va a seguir hablando de “el Judíos de Langer”, porque va a ser una referencia obligada más allá de la vigencia de algún chiste puntual, demasiado vinculado a alguna coyuntura específica.
El libro está dividido en varios sectores y en casi todos conviven los chistes de un sólo cuadro, las tiras y las historietas. Algunos incluyen también ilustraciones y otros tienen sólo ilustraciones, sin textos, o con una frase, sin diálogos ni narrativa. Langer deja la vida en cada ilustración y hay muchísimas que son realmente brillantes, con un trabajo increíble en la composición, las texturas y el color. Pero claro, son un mimo a los ojos. Y el fan de Langer busca otra cosa, busca ese dibujo mugriento, agresivo, nervioso, puesto en función de relatos (y mini-relatos) jodidos, cargados de mala leche e incorrección política. Por suerte, de eso también hay muchísimo. El libro tiene mucha narrativa, a veces a modo de historias o chistes mudos, pero siempre con el talento de Langer para contar historias en imágenes.
Y además mucha variedad: hay chistes de campos de concentración, de Moisés y los mandamientos, de golems, de actitudes cotidianas con las que se discrimina a los judíos, de la AMIA, de rabinos, de nazis y neonazis, de las festividades judías, de idishe mames… A mí el segmento que más me gustó, con el que más me reí a carcajadas, fue el de Mamá Pierri, en el que Langer recopila varias páginas de la vieja facha que aparece en la revista Barcelona (y a la que le dedicó un libro entero, reseñado el 29/09/11). Ese es el Langer más salvaje, más descarnado, más al límite, el que hace ver a South Park como una remake chota de Los Ositos Cariñosos.
Y lo que más me impactó, lo que además de hacerme reir me dejó pensando es el segmento dedicado a la guerra en Medio Oriente. Langer le saca un jugo glorioso al conflicto entre israelíes y palestinos y logra chistes e historietas realmente geniales basadas en una decisión arriesgada: repartir duro y parejo para los dos lados. Ahí no importa que Langer sea judío: no hace la boludez de ponerse la camiseta y defener cualquier cosa que haga Israel en su eterna lucha contra los musulmanes que rodean su territorio. Los garrotazos para nada sutiles del autor vuelan para un lado y para el otro. Los chistes revelan con certera precisión cómo de los dos lados hay irracionalidad, venalidad, mala leche, doble discurso y muchas más ganas de exterminar al adversario que de convivir en paz. Ni siquiera cuando le toca abordar la masacre perpetrada por un comando islámico en la revista Charlie Hebdo aparece en Langer la tentación de condenar ciegamente a estos fundamentalistas de la violencia. Langer sabe que detrás de cada acto supuestamente irracional hay intereses, avechuchos que se benefician, y nos transmite esa certeza con ingenio, humor y una claridad poco frecuente en los medios de comunicación más masivos.
En fin… otra obra monumental de uno de mis humoristas gráficos favoritos de todos los tiempos. Me cuesta ser objetivo con Langer porque hace muchos años que lo considero un genio y además nos une el afecto a nivel personal. Me encanta que exista este libro, por lo que tiene adentro y como testimonio de muchos años de laburo de esta bestia del dibujo, de este salvaje de huevos inmensos que todos los días se levanta con ganas de correr un cachito más para el lado del carajo las fronteras del humor.
miércoles, 19 de agosto de 2015
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2 comentarios:
Librazo.
Y la presentación en Moebius hace unas semanas fue infernal. Por lejos, la mejor presentación de un libro a la que haya ido en mi vida.
Y quizás sea difícil escribir sobre este tema sin que salte algún paranoico o amigo-de-un-judío, pero hay un punto flaco para criticar en tu crítica:
"Ahí no importa que Langer sea judío: no hace la boludez de ponerse la camiseta y defener cualquier cosa que haga Israel en su eterna lucha contra los musulmanes que rodean su territorio".
¿Qué tiene que ver ser judío con defender las atrocidades del ejército y el gobierno de Israel? Está lleno de judíos que critican (criticamos) las medidas de Israel. Quizás estamos invisibilizados, pero los judíos argentinos obsecuentes de lo que haga Israel, los judíos institucionalizados, esos que se sienten representados por entidades como AMIA o DAIA, son una (ínfima) minoría.
Ponerse la remera de Israel y defender cualquier cosa que haga Israel para " defenderse" no es una boludez, sino una exhibición de obsecuencia, oligofrenia y fascismo.
Lo lamento, Andrés, si el comentario se sale de lo estrictamente historiel... Pero es prácticamente imposible escribir sobre este tema sin que salte algún pelmazo.
Abrazo
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