Se puede discutir si este libro es bueno o malo, pero no que era imprescindible. Después de años y años en los que lo único que se reeditaba de Maitena eran sus chistes y páginas de humor (todo material claramente apuntado al público femenino), era casi urgente recuperar en este soporte sus otras obras, aquellas historietas más aventureras, más raras, o más viradas hacia el erotismo y el humor subido de tono.
El libro tiene varios problemas, que conviene enumerar de entrada: el precio ($ 350, un delirio), la cantidad de páginas que no son historietas sino bocetos (deben andar cerca de las 40), y el tramo dedicado a Coramina, donde hay una historieta con las páginas publicadas al revés (primero la segunda y después la primera) y dos historietas a las que les faltan páginas. ¡En serio! En un libro de $ 350, editado a todo culo por una editorial como Sudamericana, hay dos historietas incompletas y nadie se dio cuenta.
¿Podrá la calidad de las historietas revertir este catastrófico 0-3 en el primer tiempo? Y, con los guiones va a ser difícil. Coramina ofrece breves historias de una mina que tiene fantasías pajeriles en las que se la garchan tipos facheros. Casi siempre las fantasías se le hacen realidad, pero son historias muy simples, donde todo queda en lo anecdótico. De la serie Historias por Metro sólo hay tres episodios, con ideas un poquito más jugadas como para que la cosa no quede sólo en los garches, pero con pocas páginas para desarrollarse y una narrativa por momentos demasiado ambiciosa, que puede terminar por confundirte, o por cebarte tanto con el dibujo que le dejás de prestar atención a la trama.
La Fiera es un chiste gracioso, pero muy repetido. Los 28 episodios que ofrece el libro reiteran siempre la misma fórmula, y el hecho de que los textos estén escritos en una especie de rima tampoco suma, sino más bien resta. El Langa también tiene una idea que se va a repetir en todos los episodios, pero el desarrollo tiene muchas más variantes y, al ser historias más largas, hay más espacio para que las situaciones se desenvuelvan de modos distintos, e incluso más espacio para los diálogos, que son un punto muy fuerte en esta serie.
Las historias cortas son tan cortas que ni se pueden analizar, y después nos queda Barrio Chino, donde Juan Martini mete mano en los guiones. Barrio Chino es un thriller de 45 páginas, ambientado en el bajo mundo de una gran ciudad, con persecuciones, peleas, tiros, roscas entre malvivientes y algunos garches muy hot. Y está bien. Para la cantidad de páginas que tiene pasan pocas cosas, pero es a propósito: la búsqueda narrativa va para ese lado, para el de un ritmo intencionalmente descomprimido.
¿Con qué salvamos las papas? Claramente con los dibujos. Excepto en La Fiera (donde aparece el estilo más minimalista de Maitena, que ya vimos hasta el cansancio en sus primeras páginas para Para Ti), el resto del libro te vuela la peluca con el dibujo. El que toda la vida leyó los chistes de una sola viñeta de La Nación no tiene forma de imaginarse que Maitena puede dibujar como lo hace en Barrio Chino, en Historias por Metro o en casi todas las historias cortas. O que puede construuir secuencias como las que ofrece en Coramina.
Ella misma dice que copiaba a Hugo Pratt, José Muñoz, Guido Crépax, Moebius (no se nota para nada), Milo Manara y Loustal. Yo sumo a Daniel Torres, que me parece que también, algo aportó a esta mezcla rara y cautivante, de blancos y negros extremos, fondos laburadísimos, rostros recontra-expresivos y detalles de esos a los que las autoras mujeres les prestan más atención que los autores varones. Como mencioné más arriba, a veces tantos detalles, tanto laburo en los fondos, tanto riesgo en la elección de los ángulos, tanto lucimiento del dibujo (sobre todo en las escenas mudas de Barrio Chino) pueden hacer que te cuelgues en la contemplación y te desenganches de las historias. Cuando los dibujos son tanto mejores que los guiones, la verdad que no calienta.
Si, como yo, recortabas las historietas de Maitena de la SexHum® antes de tirar la revista a la mierda, este libro te va a permitir abollar y descartar esas hojas amarillentas de una buena vez. Y si sos joven y en los ´80 no leías historietas para adultos, te va a servir para descubrir a una artista increíble, volcada a una experimentación interesantísima, llena de ideas visuales y con varios grafismos distintos, uno más ganchero que el otro. Ojalá el día que Maitena decida volver a dibujar lo haga con una novela gráfica en el estilo de Barrio Chino o Historias por Metro…
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