Esta vez la hicieron bien y se armó un tomo de historias autoconclusivas que no quedó escuálido como el Vol.3, sino bien pulentoso. Vamos a recorrerlo.
Arrancamos con la breve Fear of Falling, una aventura casi “de autoayuda”, pero con un desarrollo atractivo y excelentes diálogos. Los dibujos son del maestro Kent Williams, no en su estilo pictórico, sino en ese más gráfico en el que se basa (por ejemplo) Michael Gaydos.
Después viene el unitario del emperador de los EEUU, una historia divertida, por momentos profunda, basada en hechos reales. Neil Gaiman aprovecha para mezclar esta trama con algo que ya es un clásico: la rivalidad entre Dream y Desire. Acá aparecen casi todos los Endless y el gran Shawn McManus nos regala a una Delirium magníficamente dibujada (por primera vez).
El siguiente unitario transcurre en Francia, en la época del Terror (como aquel álbum medio en joda que vimos el 20/04/15). La protagonista es Lady Johanna Constantine, la antecesora del querido John, cuya primera aparición fue (en un rol muy chiquito) en aquel unitario centrado en Hob Gadling que vimos en el Vol.2. Esta es la primera aventura solista de Johanna, quien llegará a protagonizar su propia miniserie (la vimos el 15/05/12). Y entre tantas cabezas separadas de sus cuerpos, se destacará una, la de Orpheus, en la que será la primera aparición del desafortunado hijo de Morpheus. Los dibujos son de un correcto Stan Woch, sin pifias ni aciertos destacables.
La siguiente historia es buenísima, pero tiene un problema fundamental: no tiene un choto que ver con la saga de Sandman, los Endless y todo lo que venía narrando Gaiman hasta acá. Aparecen un toque Lucien y el propio Dream, pero en una secuencia que tranquilamente se podría haber omitido sin alterar en lo más mínimo la trama. El dibujante es el cuasi-ignoto Duncan Eagleson, bastante interesante.
August, el unitario ambientado en el Imperio Romano y protagonizado por el emperador Augusto, tiene el mismo problema: Morpheus aparece poco, y casi al pedo. Pero la historia es GENIAL, los diálogos son impresionantes, hay escenas tremendas (es la primera vez que DC publica un comic donde dos hombres tienen sexo anal) y una labor brillante en la interpretación de una figura histórica. El dibujo es del glorioso Bryan Talbot, que dejó la vida en cada viñeta y nos obsequió uno de los mejores trabajos de su carrera.
Soft Places, la historia protagonizada por Marco Polo, es de lo más flojo del tomo. Aparece bastante Fiddler´s Green y un toque Morpheus, hay un mensaje lindo, poético, pero no mucho más. El dibujo de John Watkiss aporta poco, también.
El unitario más extenso es The Song of Orpheus, en el que Gaiman repasa los eventos más importantes en la trágica vida del hijo de Morpheus, por supuesto tomando como base la mitlogía griega. Acá reaparece Calliope y vemos la primera aparición de Destruction, el miembro de la familia Endless que todavía no había dado el presente en la serie. Esta vez Talbot sólo entrega lápices y de las tintas se encarga otro capo, Mark Buckingham. Sin embargo los estilos no terminan de cuajar y el resultado no arrima ni por puta al nivel devastador de August.
El siguiente unitario le da espacio a los personajes secundarios: Lyta y Daniel, Cain y Abel, Matthew, Eve… Gaiman refuerza un poquito el background de cada uno y sienta las bases de lo que más tarde será la serie regular de The Dreaming. Jill Thompson hace su debut como dibujante del “Sandmanverse” y ya en el arranque impacta fuerte con su versión infantil de los Endless, que derivará en uno de los tantos spin-offs de esta serie.
Y terminamos con la famosa Ramadan, la que fuera en su momento el n°50 de Sandman. Es una historia realmente hermosa, profunda, con diálogos alucinantes, un remate final terrible… pero está MUY estirada. Son 32 páginas y podrían haber sido 20. Lo bueno de que haya más páginas es que podemos disfrutar de más dibujos y más puestas imaginadas por un P. Craig Rusell inspiradísimo, también en un nivel cercano al de lo mejor de su carrera. A nivel visual esto es MAJESTUOSO.
Salvo contadas excepciones, estos unitarios nos muestran a Gaiman “haciendo tiempo” para aprovechar el éxito de la serie, o ampliando el universo de personajes y conceptos, para más adelante retomarlos y profundizar en algunos de ellos. Por supuesto, mi aplauso para cada historia es mayor cuanto más fuerte es su vínculo con la saga central.
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5 comentarios:
Andrés... no coincido. Si esto es "hacer tiempo"... Dios mío, qué nos queda al resto de los mortales. En mi opinión este es uno de los mejores tomos de la obra. Cada historia es una gema matavillosa, en especial Ramadán que brilla más. Que no esté Sandman en algunas o casi no aparezca es aún mejor. Gaiman se encarga de mostrar cómo un personaje puede estar presente aún sin estarlo. Porque Dream es muchas cosas, no tan sólo su figura corpórea. Y todas las historoas de este tomo abordan de alguna manera u otra un sueño: mortal, divino, transgresor, de poder, como sea. Acá es donde la serie trasciende casi el medio que la genera, y se convierte casi en otra cosa. Sigue siendo historieta, obvio, lo que digo es que los más acérrimos "ignoradores" del noveno arte pueden con este tomo estar entre dos mundos: el del arte historietil, y el de la prosa más profunda e históroca, épica y hasta mitológica.
Coincido con vos en que todas las historias del tomo tienen que ver con los sueños.
Pero bueno, me queda claro que entrar a meter unitarios en los que la trama central no avanza son lujos que se puede dar un guionista cuando tiene una serie a la que le está yendo bien, y al que la editorial le pide que la haga durar lo más posible.
De hecho, en algún momento de la serialización de The Doll´s House, Gaiman dijo "el final de Sandman ya está escrito y cae alrededor del n.40". Durante la serialización de Season of Mists ijo "el final de Sandman ya está escrito y cae alrededor del n.60".
Y al final terminó en el... 75.
Obviamente si terminaba en el 40 todas estas historias hubiesen quedado en el tintero.
Tomarse un tiempo cuando la historia principal va bien encaminada, en las manos correctas, es para mi un lujo. Morrison lo hace en Invisibles. Moore lo hace en Promethea. Ellis en Planetary. Creo que sirve para expandir un universo cuyos límites se desdibujan y todo empieza a ser parte de algo superior. Sí, ya tengo la historia completa en mi cabeza. Sí, ya sé cómo termina todo y hacia dónde voy. Pero creo que en la cabeza de estoa Genios, el mundo que (quizás) han creado se vuelve tan abarcativo que no pueden evitar plasmarlo como puedan. Cada historia, cada personaje, caminan junto a Morfeo con paso más o menos simultáneo...
Adoro estas historias descolgadas porque son eso: parte de un mundo coherente, y que sirven para iluminar un poco más el universo principal.
Me equivoque, la historia que yo decia es de "el fin delos mundos".
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