el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 5 de febrero de 2010

05/ 02: DMZ Vol.2


Volvemos a esta New York convertida en zona de combate por obra y gracia de la nueva guerra civil, creada por Brian Wood y Riccardo Burchielli.
La vez pasada, cuando comenté el Vol.1, mandé un “lo mejor que tiene esta serie es el planteo”. Pero al mejor estilo UCR, cambié brutalmente de opinión y ahora digo que no, que lo mejor son los personajes. Esto se debe a que, en este segundo tomo, Matty empieza a revelarse como mucho más que un pichi, mucho más que un clon amargo de Yorick Brown. El pibe hace pie, toma conciencia de dónde está parado, junta huevos y saca chapa de Personajón. Todo eso, en medio de una saga trepidante, de altísimo impacto y tremendas consecuencias para todo el universo de DMZ. De acá en más, el planteo puede ser el mismo, pero todos los jugadores cambian su forma de jugar. Se suma un nuevo personaje (Kelly Connolly), reparece otro al que creíamos que no volveríamos a ver (Viktor) y cobran espesor otros dos (el chino Wilson y el papá de Matty), apenas bocetados en el primer tomo.
Con el correr de los números, el foco de Wood se desplaza un poquito: esta saga ya no es básicamente historieta bélica, sino más bien un estudio sobre cómo cubren los medios de comunicación este tipo de sucesos. Un tema muy de moda en Argentina, donde la guerra que vemos todos los días es –precisamente- entre un estado y un conglomerado de medios de comunicación. En una situación de guerra posta, el manoseo de la información muchas veces se convierte en el manoseo de vidas humanas, de muertos que no mueren, de ataques salvajes que se convierten en “medidas preventivas” y violaciones a los derechos humanos que se convierten en “lamentables efectos colaterales” de ese ir y venir de tanques, aviones, helicópteros y francotiradores. A Wood todo eso lo indigna profundamente (se ve que vio cómo algunos medios yankis cubrieron las heroicas gestas de Bush y sus aliados en Medio Oriente) y nos transmite buena parte de ese asco con una fuerza y una eficiencia notables.
Otro golazo de este tomo: ahora sí, sabemos cómo empezó la guerra, cuándo, por qué y, lo más importante: cómo llegó Manhattan a convertirse en la zona en la que el combate definitivo parece siempre a punto de librarse. También nos explican quién se fue de la Gran Manzana, quién no y por qué. Y por suerte, las explicaciones son todo lo coherentes que uno esperaba, o tal vez un poco más.
Así como vemos a Matty crecer muchísimo y acumular mucha chapa, Zee no lo necesita: era grossa desde la primera viñeta en la que apareció. Acá no tiene tanto protagonismo, pero Wood le dedica un unitario a ella sola, centrado en su vida pre-guerra, que no sólo está maravillosamente escrito, sino que cuenta con los gloriosos dibujos de Kristian Donaldson, un dibujante al que jamás había oído nombrar, pero del que quiero leer más historietas HOY MISMO (o mañana, porque ahora me voy al Luna, a ver a los Cranberries). Posta, esas 24 páginas valen lo que te pidan por todo el tomo. Y además hay otro unitario, ilustrado por el propio Wood, que es como un recuento de lo vivido en el primer año de DMZ, pero en forma de revista, con artículos, gráficos y “fotos”, todo presentado desde la óptica de Matty. No es exactamente historieta, pero está muy bueno como complemento.
En la frontera entre los Estados Libres de América y los Estados Unidos de América, desafiando al abismo entre lo que pasa y lo que los medios dicen que pasa, con un pie en la adolescencia pelotuda y despreocupada y el otro en el compromiso y la madurez, Matty Roth sufre, vomita, morfa, se ríe, se enoja, camina, rosquea, la pone, la liga… crece. Y con él crece esta serie (a esta altura, una nueva adicción) a la que seguro volveremos a visitar muy pronto, porque se puso pulenta, MAL.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo a Wood desde los single issues de Channel Zero: Un grosso, un distinto.
Lea The Lost Avenger

Comicnow dijo...

DMZ va mejorando tomo a tomo, aún tengo que leer el 5to, pero hasta ahí es puro oro.