el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 26 de febrero de 2010

26/ 02: DMZ Vol.4


Una de las formas de convencerse del inmenso poder artístico de la historieta es leer un comic que te duela. Pero dolor posta, como duele una muela cuando se pudre, como duele perder una final por un gol en offside en el minuto 94, como duelen los huevos después de toda una noche transando con una minita que no entrega. Este tomo de DMZ, conocido como Friendly Fire o El Día 204, duele como pocas historietas que me haya tocado leer.
Encima, a los porteños nos duele un poco más. Les resumo el argumento: Un montón de personas, en su mayoría jóvenes, se meten por su propia voluntad en un lugar bastante peligroso. Alguien (no se sabe quién) dispara un arma de fuego, tal vez (nunca lo sabremos) por orden de alguien más, que tampoco sabemos quién es. El resultado es una masacre en la que mueren 198 inocentes. La Justicia actúa tarde (cuando ya desapareció buena parte de la evidencia), va muy lento, y cuando emite su fallo, los castigos a los responsables resultan absolutamente insuficientes para los sobrevivientes, los deudos de los que murieron y la población en general. No hace falta explicar mucho más, no?
Pero Brian Wood (a esta altura un hijo de puta que me ha hecho sufrir más que Racing) va más allá. En el final de la saga, le pega un giro impredecible a la bronca de la gente contra el fallo judicial, que termina de hundirnos en el bajón y la desesperanza. Si hasta acá DMZ venía heavy y difícil de digerir, acá ya se vuelve una variante novedosa del sadomasoquismo, ideal para el suicida que quiere leer algo mientras prepara el nudo la horca. Posta, leés esto con Pink Floyd de fondo y te pegás un corchazo, mal.
Por supuesto, entre la mierda y el bajón anda Matty Roth, el protagonista de la serie, que se propone preguntar lo que nadie pregunta sobre la masacre, con la tenue esperanza de llegar a la verdad. Pero en un punto se da cuenta de que no importa saber a ciencia cierta qué pasó, porque igual todo se va a encubrir, y –como mucho- le endurecerán las penas a los chivos expiatorios. Cuando pasó tanto tiempo de algo tan jodido y metió mano tanto garca, la verdad ya vale menos que una cucaracha muerta flotando en el agua podrida de la alcantarilla. Imaginate lo que siente un periodista honesto cuando le cae esa ficha y entenderás por qué a Matty le pega tanto una tragedia en la que no perdió a ningún hermano, ni amigo, ni nada.
Por el lado del dibujo, Riccardo Burchielli se toma unas merecidas vacaciones y dibuja apenas la mitad de las 110 páginas que tiene la saga. Lo cubren Kristian Donaldson (acá no tan inspirado como en el unitario de Zee del Vol.2) y Nathan Fox, prendido fuego, con un estilo personalísimo y de alto impacto. Atenti con este muchacho, porque me parece que tiene todo para ser Número Uno. Y así como alguna vez critiqué el trabajo del colorista Jeromy Cox, ahora se lo ve muchísimo mejor, sobre todo en las páginas que dibuja Fox. Por suerte la calidad de los dibujantes se mantiene alta, como para que el ojo disfrute mientras uno sufre.
Qué loco que exista una historieta así, y que la publique una subsidiaria de Time-Warner… Qué loco que haya un kamikaze gritando desde un comic que EEUU se murió, que el ciudadano no puede confiar ni en sus fuerzas armadas, ni en los medios de comunicación, ni en las empresas, ni en los jueces. Qué loco que haya lectores suficientes para sustentar una propuesta así, que cada mes te somete a un nuevo bukkake de pálidas, injusticias, crueldades y patadas en la garganta… Y a la vez, qué grosso. En cuatro TPBs, DMZ pasó de interesante a atrapante, de ahí a heavy y de ahí a fundamental. Que no decaiga, aunque duela.

2 comentarios:

Comicnow dijo...

Genial DMZ, lo dejé colgado en el Vol 5, tengo que retomar su lectura. Es que ahora me enganché con Unwritten y me puse a releer todo Powers de Bendis y Ruse de Waid.

Andres Accorsi dijo...

Uh, el otro día me conseguí el Vol.1 de The Unwritten. Me faltan MESES para leerlo, pero me temo que se va a convertir en otra adicción de las jodidas...