miércoles, 3 de marzo de 2010
03/ 03: LITTLE NOTHINGS Vol.3
No me acuerdo si fue a fines de 2008 o principios de 2009. Lo cierto es que un sábado, en el Suplemento ADN de La Nación, el siempre grosso Liniers publicó, como todos los sábados, una historieta autobiográfica bajo el título genérico de Cosas que te pasan si estás vivo. Esta me la acuerdo perfecto. En el primer cuadro, el conejo/autor frente al espejo del baño pone dentífrico en su cepillo de dientes. En el segundo, se cepilla los dientes de la derecha, en el tercero los de la izquierda. En el cuarto, ya con espumita blanca que le chorrea, se cepilla los del medio. En el quinto se muestra a sí mismo todos los dientes, para constatar que le quedaron impecables. En el sexto nos mira y dice “Y bueno, no todos los días se me ocurre algo interesante para contarles”, o algo así.
Ese renunciamiento histórico, ese momento en que uno de los autores más grossos que pisó el terreno de la autobiografía se rinde incondicionalmente, marcó un antes y un después. Al toque se anunció (seguramente sin tener idea de lo que había publicado Liniers en el ADN) una nueva “temporada” del blog Historietas Reales, ahora sin la consigna de que las historietas sean autobiográficas, y desde entonces nos han roto bastante menos las pelotas con la autobiografía como género preponderante de la historieta indie, o como quieran llamarla. Algún día el chamuyo se tenía que terminar: el emperador está en pelotas y tiene granos en la pija y los huevitos chiquitos y arrugados como pasas de uva.
Que no se malinterprete algo: la historieta autobiográfica no está mal en sí (de hecho ha dado obras maravillosas). El problema es que, para que tenga sentido, el autor tiene que haber vivido alguna historia que realmente valga la pena contar. Si no, la narrativa pierde frente al efecto Gran Hermano. ¿Cuál era la cagada de Gran Hermano? Que para ver las peleas, las runflas y los garches te tenías que comer horas de gente lavándose los dientes o cebando mate, algo que –obviamente- a nadie le importa, ni siquiera cuando el que se lava los dientes es un artista de la Mega-San-Puta como Liniers. El efecto Gran Hermano va en contra del principal recurso de cualquier narrador: la edición, la posibilidad (la obligación, incluso) de saltearnos lo menos importante para llegar más rápido a lo más importante. Y miren qué bajito está el techo de la historieta autobiográfica que en toda una semana, lo más importante que tenés para contar es que te lavaste los dientes…
Toda esta perorata tiene por objeto (además de que lluevan los comentarios) destacar a una de las dos o tres historietas autobiográficas que banco a muerte: Les Petits Riens, del genial Lewis Trondheim. ¿En qué se diferencian estas historietas de aquellas del tipo que me cuenta que fue a la panadería a comprar churros y, como no había, compró medialunas? En que la vida cotidiana de Trondheim es bastante más interesante que la del historietista promedio. El creador de Lapinot se hizo adicto a los festivales, y está todo el tiempo entre viaje y viaje. Sus historietas nos lo muestran casi siempre a bordo de algún avión (fuente inagotable de gags y momentos graciosos) o en las convenciones y salones (otro manantial generoso en anécdotas copadas) o simplemente como un turista que recorre asombrado lugares tan exóticos como las Islas Fiji, Africa, Japón, Rumania o el Caribe. O Londres, o Venecia, o Barcelona. No importa. Lo importante es que Trondheim aplica a cada uno de estos lugares, de estas culturas, su mirada entre absurda y pesimista y siempre resulta gracioso verlo interactuar ya sea con los otros dibujantes franceses que viajan con él, con sus hijos, o con gente cualquiera que se cruza con él durante estas breves no-aventuras. Además, Trondheim dibuja cada vez mejor y se luce con unas acuarelas impresionantes, en las que nos deslumbra cada vez que retrata (a la perfección) los lugares que más lo impactan. Esas páginas son verdaderas obras maestras. Y las que transcurren en su casa en Francia, zafan más que nada porque se esfuerza muchísimo por mostrarnos sólo lo más gracioso o bizarro de todo lo que le pasa en su vida diaria, siempre en un registro de comedia, sin dejar de ironizar sobre su propia condición de burgués pachorro que vive como quiere sin ningún sobresalto. Y por supuesto, todo dibujado con un nivel que mete miedo.
Ah, ¿por qué lo leo en inglés? Fácil, la edición española (de Sins Entido) vale 16 euros por tomo y la yanki (de NBM) vale 15 dólares. A pesitos argentos de hoy, es un $ 84.30 contra $ 58. No hay mucho para discutir, no?
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7 comentarios:
de santis dice algo muy inteligente cuando habla de los policiales que ve: "las peliculas me defraudan pero el genero nunca".
las historietas autobiograficas no tienen techo por el solo hecho de ser autobiograficas, sino, porque son producto de autores y estos son los que tienen los limites y no me refiero a limites en cuanto "vida", sino creativos, los mismos limites que tiene cualquier autor.
tampoco, es necesario ir a buscar el santo grial, sino, tener los elementos suficientes para poder camuflar la visita al panadero como una ventura de indiana jones.
bah, no se, que opinas?
brian.
Yo al género no lo descarto, ni lo desvalorizo. Pero me parece que no le da el cuero para ser el predominante, como pareció serlo hace dos o tres años, cuando tantos autores se volcaron a explorarlo, a veces con buenos resultados y a veces con visitas a la panadería ;)
Hoy me parece que está claro lo que vos decís: que los límites del género los imponen los autores. Y me parece que se fue depurando. Hoy hay menos autobiografía y mucha de la que hay, proviene de autores con buenas historias para contar.
Pero bueno, uno viene de una formación más tradicional en la que lo mejor que puede dibujar un dibujante es uan ficción que se le ocurre a un guionista... entonces cuando la realidad se postula como reemplazo de la ficción, y cuando cualquiera cree que haber vivido una situación interesante te da las herramientas para contar una buena historia, tiendo a desconfiar...
Unas veces al pedo, otras no.
Como decís: son modas o arrebatos de épocas. Coincidimos en que la tele es EL medio por excelencia masivo y está claro que lo que se ve en la tele marca tendencias de consumo y estética cultural (sin mencionar ideologías). Cuando hablás de Gran Hermano y el boom de la autobiografía, creo que se puede englobar en un mismo fenómeno cultural (sobre todo de consumo). Pensando en uno de los sucesos más grandes de la TV mundial de los últimos años, Lost, encuentro cierta relación en este "pasar de moda" del género. Si te ponés a pensar en el comienzo de la serie, todo indicaba que estábamos frente a un nuevo reality guionado, que se parecía mucho a un documental basado en la supervivencia de cuarenta y pico de tipos en una isla. Sin embargo la ves hoy, seis años después y la verdad es que está lejísimo de aquello. Gracias a la edición, el guión, el modo de contar, el género se fue abandonando paulativamente hasta volar a los márgenes más fumones de la ciencia ficción. ¿Y la gente dejó de verla? Todo lo contrario: marca un antes y un después. La misma serie fue cambiando de género capítulo tras capítulo.
Habría que relacionar esto con lo que notabas de Historietas Reales y su "segunda temporada" y con lo que decía Brian de los autores que cuentan y cómo cuentan. Los clásicos siempre serán clásicos y las modas pasarán. Solamente la calidad perdura sea cual sea el género y en eso estamos de acuerdo ¿no?.
Un abrazo.
Llego tardísimo... no encontraba el momento de sentarme.
ME parece que tenés una idea de "lo interesante", lo "digno de entrar en un relato" que es decimonónica. Cuando a Flaubert lo bardean los amigos porque estaba escribiendo las fumadísimas Tentaciones de San Antonio, dice "ah, sí, tomá", y escribe Madame Bovary: la historia de una gordita que le mete los cuernos al marido (si eso te parece exótico, es que salís poco).
Eso, me parece que el interés de un relato tiene poco que ver con el interés de la anécdota que le da origen...
Me parece uqe voy a escribir algo en HdA, je
¡Salute!
POr cierto, vengo siguiendo este blog con la fidelidad del marido de Emma Bovary, pero se me complican los comentarios por razones técnicas... ¡Pasate a Wordpress!
Totalmente, Fede. Mi idea de qué tiene sentido contar en un comic y qué no atrasa bastante.
Por suerte hay tipos que te hacen interesante casi cualquier cosa. No son muchos, pero hay. Trondheim es de esos.
Lo de WordPress lo veo difícil, simplemente por mi incompetencia en materia tecnológica...
Gracias por estar ahí!
Y gratis en el blog:
http://www.lewistrondheim.com/blog/
y justamente tenia que estar el 492 tan cerca temporalmente a la entrada que recien publicas.
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