el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 25 de noviembre de 2010

25/ 11: THE SYSTEM


Esta vez no me toca una antología, pero sí una historieta experimental, que se propone innovar no sólo en lo formal, sino también en el contenido. Releer The System más de 10 años después de la primera lectura (en comic-books, allá por el ´97, creo) tiene una ventaja alucinante: leerla de un tirón, sin esperar un mes entre un episodio y otro. Esto es TAN novela, que haberla partido en tres capítulos es prácticamente un crimen. No tengo dudas de que Peter Kuper (autor de esta maravilla) la pensó para se leída de un tirón y el TPB nos brinda esa inigualable oportunidad. Pero también hay una desventaja: desde que me topé por primera vez con The System hasta hoy, leí muchísimos textos sobre esta obra; tantos que no se me ocurre cómo hablar de ella sin repetir ideas, conceptos y elogios que las decenas de exégetas que me preceden ya le dedicaron a esta gloria del Noveno Arte. Como siempre, trataremos de pilotearla…
De la experimentación formal de Kuper ya se habló mucho: el uso de stencils para crear las imágenes, el salto mortal de llevar adelante una narración de 84 páginas (!) sin recurrir a los textos, los apabullantes logros a la hora de crear perfectas transiciones entre secuencia y secuencia, las habituales proezas del prócer a la hora de planificar cada página, su personalísimo y fascinante manejo del color (no lo intenten en sus casas, chicos; a lo sumo van a parecer clones chotos de Peter Kuper)… De todo eso ya se escribió un montón, y está bien, porque eso es parte importante de lo que hace que The System sea una obra maestra.
Otro punto importante es el ritmo, ese vértigo que Kuper controla de forma molecular y que nos lleva sin pausa, sin un segundo para respirar, de una historia a la otra. Porque esa es la innovación más zarpada de The System: no cuenta una historia, sino varias. La gran ciudad es el tapiz en el que Kuper teje varias historias paralelas, que se entrecruzan permanentemente. Si es difícil contar una historia sin palabras, imaginate contar muchas! Pero acá se entiende todo, los personajes, las distintas tramas, las conexiones entre unas otras. Veamos:
Tenemos por un lado al Detective McGuffin, que investiga las truculentas muertes de las strippers de un cabarulo, obra de un misterioso asesino serial. Por otro lado a Merkel, el yuppie cheto de corbata y celular, que se entera que la mega-corporación donde trabaja se está por fusionar con otra mega-corporación y le vende la data a un magnate de las finanzas. Sin saber que un terrorista jodido llegó a la ciudad contratado para poner una bomba y hacer que vuele a la mierda al edificio de una de las dos mega-corporaciones! En el medio está la historia de un proceso electoral bastante turbio, con candidatos dispuestos a todo para ganar la presidencia de la nación. Y la historia de Yusuf Stewart, joven de raza negra, de novio con una chica blanca, que muere cuando una pandilla lo enfrenta y termina por degollarlo a plena luz del día. Y la del homosexual que visita a diario a su pareja, que convalece en el hospital. Y la de la red de narcotráfico, controlada por un policía corrupto. Y un montón de historias más de gente común, de testigos, de sobrevivientes (una stripper, por ejemplo, a la que McGuffin salva de morir a manos del asesino serial), de idiotas comunes y corrientes (el conductor del subte que lo maneja en pedo!), de delincuentes menores (el skater rubio que le hackea la cuenta a Merkel), de ejemplares variopintos de esa fauna urbana, compleja y desaforada. Kuper se las ingenia para que incluso la vida cotidiana, la rutina gris y sin sobresaltos de esa gente que viaja en subte y patea el asfalto, nos resulte cautivante.
The System se tiene que usar para dar clase en las escuelas, no tengo dudas. Kuper demostró acá que es uno de los genios indiscutidos de la narrativa en imágenes. Sus historias atrapan y cierran donde tienen que cerrar. Su New York late, suena, vibra, tira onda. Y su despligue visual te deja babeando, te abre la cabeza hacia nuevas formas de pensar este medio. Gro-ssí-si-mo.

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