el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 30 de julio de 2013

30/ 07: SHARAZ-DE

Alberto Breccia, Jorge Zaffino, Quique Alcatena, Lucho Olivera, Dave McKean, Bill Sienkiewicz... en algún momento, todos estos genios del dibujo, todos estos inclasificables, confluyen en Sergio Toppi. También dibujantes que no pertenecen al palo de la historieta, como Carlos Alonso, por ejemplo. Toppi fue un faro vanguardista inagotable, un tipo que hasta el último día se esforzó para hacer todo distinto de como lo habían hecho todos los demás. Y lo logró. Hoy ves una página de Toppi y no te cabe la menor duda de que es obra de este monstruo italiano que nos dejó hace menos de un año. Toppi jugaba todo el tiempo a sobredibujar, a recargar la figura con las más inverosímiles texturas, cross-hatchings, sombras y efectos de todo tipo en un despliegue barroco, desmesurado, de un impacto arrollador para el ojo del lector. Y a la vez, se cuidaba de que toda esa sobrecarga de información visual ocupara sólo una parte de la viñeta. El maestro cuidaba como pocos la composición y el equilibrio y en sus alucinantes viñetas se luce también el espacio blanco, esas vastas zonas vacías, en virtuoso contrapunto con esos dibujos abigarrados, repletos de rayitas y detallitos microscópicos.
En los trabajos a color de Toppi, de los que este fastuoso libro ofrece dos, vemos toda otra gama de recursos increíbles (algunos que lo emparentan al enorme Fernando Fernández) y el mismo talento inconmensurable para el dibujo y la composición. Entre el color y el blanco y negro, esta edición nos bombardea con casi 200 páginas de Sergio Toppi y esa es una experiencia totalmente alucinante, sin ninguna posibilidad de retorno. En total son 11 historias, todas ellas basadas en los cuentos (menos conocidos) de Las Mil y Una Noches, y realizadas por el italiano a lo largo de muchos, muchos años. Las primeras son de 1979 y las últimas de 2005. En ningún momento se nota la evolución: el Toppi de 1979 ya hacía gala de la solvencia y la magia que conservó hasta sus últimos días. Si no buscás en la web las fechas, jamás te imaginás que Toppi no dibujó las 11 historietas una atrás de otra.
¿Y qué onda las historias? Casi todas son muy buenas. Hablan de honor, de lealtad, de humildad, de respeto, de no dejarse llevar por el poder o la ambición, de mantenerse fiel a los sueños... todo esto con los textos bien sintetizados, de modo que no se haga para nada densa la lectura. Está claro que Toppi planeó adaptar muchos cuentos más, porque en el último no hay ni el menor indicio de que pueda cambiar ese status quo que se impone cuando el sultán decide no matar a Sharaz-de a cambio de que esta le narre nuevas historias.
El problema (porque vos que me leés todos los días sabías que en algún punto nos íbamos a topar con un problema) es que Toppi elige no narrar con sus dibujos. Estos están ahí, majestuosos y omnipresentes, y sin embargo todo el peso del relato recae sobre los textos. Si leés los textos sin mirar los dibujos, las historias se entienden perfectamente. Si mirás los dibujos sin leer los textos, vas a tener varios orgasmos, pero no vas a entender una chota. Yo soy de los que creen que, por más virtuoso que seas a la hora de dibujar, si se pueden omitir tus dibujos y aún así entender las historias, estás haciendo algo mal. Si la imagen y el texto van cada uno por su lado, si no se frotan, la magia de la historieta no se produce. Y lamentablemente Toppi eligió ese camino: el de las imágenes superlativas, que te detonan las retinas, pero que funcionan apenas como ilustración medio fumada de algún pedacito del texto.
Por supuesto, corrí a buscar otras historietas de Toppi de principios de los ´80, y me quedé tranquilo al ver que en otras obras, el maestro ponía su formidable grafismo al servicio de los relatos, hilvanaba secuencias complejas, manejaba una amplia gama de planos y angulaciones, y aún así no descuidaba ni la identidad de su dibujo ni esa forma tan personal de componer las viñetas y las páginas. Así me convencí de que esto que sucede en Sharaz-de no es un error ni una torpeza por parte del ídolo, sino una elección, que yo particularmente no comparto.
Si sos dibujante o te gusta el dibujo, supongo que ya tenés una o varias historietas de Toppi en tu biblioteca. Si todavía no capturaste ninguna, este libro te propone una sobredosis devastadora de una droga jodida de verdad. Ahora, si sos fan de las historias, si te copa más la narrativa visual que el despliegue de virtuosismo de un dibujante (o incluso de un genio del dibujo), seguro vas a encontrar obras de Sergio Toppi más logradas en ese sentido. Como sea, siempre está bueno deleitarse con el talento descomunal de esta bestia legendaria. La edición yanki (de Archaia), sencillamente inmejorable.

9 comentarios:

Matías Bergara dijo...

La verdad que si, una droga jodida.

Gabriel dijo...

Hace poco vi algo por primera vez de este hombre e inmediatamente se me cayó (después de 20 años!) Sienkiewicz. Una bestia

Se consigue "fácil" en comiquerías esto?

Jorge Inzaghi dijo...

uh no sabia que habia muerto,era un capo

Anónimo dijo...


Vi la tapa y babié el teclado, ahora a ver como conseguir esto...


Dolape

Anónimo dijo...

Hace poco conseguí unos tomitos de Toppi que salieron en los 80 en España y es realmente un maestro.

Anónimo dijo...

Te manda saludos Alperovich, gordo.

Anónimo dijo...

yo me compre un coleccionable de 17 libros que edito familia cristiana en italia, salvo dos, el resto todo toppi, libros de 200 paginas.... inconmensurable!!

saludos
gaspar

Anónimo dijo...

che andres ni en pedo le entras a "one piece"? ta bueno tiene un buen laburo por el ponja Eiichirō Oda en el mundo que creo. Moustros, piratas y un gobierno mundial bastante garca.

Andres Accorsi dijo...

No, Anónimo. Me parece lindo el dibujo y atractiva la temática, pero una serie infinita me la baja por completo.
Gabriel, no creo que ninguna comiquería argentina haya traído ejemplares de este libro. Encargáselo a algún dealer o buscalo vos mismo en alguna tienda virtual yanki.