No me acuerdo quién me recomendó este libro, pero cuando lo vi barato me lo compré y la verdad que fue un hallazgo. Un hallazgo raro, porque es una novela gráfica de un guionista del que nunca había oído hablar (Barry Lyga) y una dibujante que me gusta, pero no me vuelve loco, no me compro comics porque los dibuja Colleen Doran.
Creo que lo que me cebó fue el planteo: un pibe llamado Ryoko, típico flaquito afeminado de los que protagonizan los mangas shojo, cae a través de una fisura interdimensional a algo que al principio parecer ser “el mundo real”. Con sus ojos enormes, sus brazos flaquitos y esas líneas que le aparecen alrededor cada vez que se mueve, Ryoko rápidamente se convertirá en “el freak” y sus intentos por integrarse a los otros chicos de su edad se harán muy cuesta arriba, sobre todo cuando se fija en él Marissa, la chica “popular” que acaba de cortar con un novio denso y violento, Chaz.
El argumento de “el freak que aparece de la nada y al que todos marginan menos una minita que está bárbara” lo usaron hasta el hartazgo los guionistas de Hollywood (me viene a la mente, por ejemplo, la bellísima Edward Scissorhands). Barry Lyga tiene un as de espadas para evitar los clichés y la reiteración: Ryoko se da cuenta de que es un personaje de manga! Se hace cargo de que le aparecen líneas cinéticas, que sus ojos cobran forma de corazón, que su cuerpo se deforma, que cuando está por pelear cambia su cuerpo (y se hace más shonen), que su sangre es negra y que cuando pela la chota los demás ven píxeles. Y si eso te parece poco, Lyga te sube la apuesta: Ryoko también deduce que la realidad en la que cayó no es la nuestra, sino la de un comic occidental! Ve los bordes de las viñetas, se mueve entre ellas, hace trampa (porque sabe moverse de derecha a izquierda, el sentido de lectura de los mangas) y habla con globos más finitos y altos, como pensados para contener kanjis en vez de textos en inglés.
O sea que la historia avanza por carriles trillados y predecibles, hasta que faltan... 12 ó 13 páginas para el final. Pero todo ese extenso tramo apoyado en fórmulas repetidas, está perfectamente condimentada por toda esta forma delirante (y por momentos brillante) de mostrarnos el choque de culturas y de estilos a la hora de narrar historietas. Y el tramito final no te lo ves venir nunca. No hay forma de adivinar si la historia de amor entre el “chico manga” y la “chica comic” va a terminar bien o mal. El ritmo narrativo de cada capítulo está muy bien logrado, aunque rompe un poquito las bolas que hayan tantos cortes, tanta separación entre capítulos, que ya para el final parecen separaciones entre escenas.
El trabajo de Colleen Doran es, probablemente, el mejor de su carrera. Al estar pensado para blanco y negro, la pelinaranja (y a veces rubia) pone un montón de detalles que habitualmente no vemos en sus trabajos que se publican a color. Para extremar el contraste entre las líneas muy básicas que definen a Ryoko y todo lo demás, termina por pelar un trazo más oscuro, más realista, con más carga de líneas y manchas, una onda Chris Weston o Phil Winslade, que le queda alucinante. Doran además maneja de taquito todos los efectos gráficos que habitualmente despliegan los y las mangakas, se mata en los fondos, descolla en las expresiones faciales (importantísimas para el desarrollo de la trama romántica) y sale sumamente airosa de los desafíos narrativos que le plantea el guión cuando le pide que los personajes se escapen de las márgenes de las viñetas para recorrer el resto de la página, o cuando un personaje empieza “llevarle la contra al resto”, desplazándose de derecha a izquierda. Realmente notable lo que pela en esta historieta la creadora de A Distant Soil.
Seas fan del manga o del comic occidental, esta historia te va a despertar curiosidad y, si le das una oportunidad, seguro te va a enganchar con sus personajes arquetípicos, su trama que combina obviedades con bizarreadas, su final impredecible y la magia gráfica y narrativa de una Colleen Doran inspirada como pocas veces. Amor, aventuras y una atrevida indagación en el contraste entre dos formas muy distintas de narrar historietas, que acá se reconcilian durante 120 páginas para hacernos pasar un gran rato.
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5 comentarios:
Que buen comic!!! (o manga... o cominga... o manmic). Que posbilidades hay de conseguirlo en la Argentina y de ser posible donde?. Particularmente no me gusta mucho la onda del Manga, pero la propuesta argumental me parece harto ingeniosa.
Nunca lo vi ofrecido en ningún local argentino y me parece que no está traducido al castellano.
Pero se ofreció en su momento por el Previews y seguramente te lo puede enviar cualquier dealer de la web con base en EEUU.
Perdon, pero las caritas no vuelven? Era lindo tratar de adivinar que era cada una
No sé cómo hacerlas volver... Ahora la plantilla de diseño del blog me exige ponerle un texto descriptivo a las imágenes que incorporo al diseño y no da. Es un delirio.
Por ahora, no van a volver las caritas... además creo que las extrañan dos o tres lectores, no más.
Con Sucubo ya somos dos, ahora falta ver si hay un tercero :P
De todos modos, seguro hay más lectores que las extrañan que aquellos que nos gastamos en quejarnos de su ausencia.
VRT
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