Este cuasi-clásico del comic español de principios de los ´90 supo poblar durante varios años las mesas de saldo de Buenos Aires, para eventualmente desaparecer, como tantas cosas que siempre están hasta que un día no están más. Además se trata del primer álbum de Francesc Infante, un autor claramente enrolado en el estilo atómico, que se volcó al comic de “grande”, con casi 30 años y con tan mala suerte que llegó a publicar en un medio importante (la gloriosa revista Cairo) justo cuando la fiesta se terminaba y la gigantesca movida del comic para adultos comenzaba un prolongado y triste repliegue. De hecho, no sé si alguna vez se llegó a lanzar un segundo álbum de Infante en alguna editorial. En Norma, seguro que no.
Tina Bloom, sin ser una joya, era una historieta bastante interesante. No tenía continuará, no ocupaba la misma cantidad de páginas en cada número de Cairo y no se proponía rodear a la protagonista de un elenco de secundarios, sino que los personajes que compartían viñetas con Tina estaban claramente de paso, en virtud de circunstancias muy puntuales que se terminaban en la última viñeta de cada historia. Básicamente, lo que hacía el autor en cada entrega era plantear una situación de corte más o menos sentimental, que sirviera para mostrarnos los amores, desamores, inseguridades, recuerdos y fantasías de Tina, y rápidamente agregar un elemento “aventurero” que nunca llegaría a explotarse ni a explicarse en toda su dimensión: un naufragio, un sátiro (de los mitos griegos, no un violador), un ciclón, un viaje en tren que recupera el clima de esas películas de espías onda El Expreso de Oriente... todo eso le sirve a Infante para “barnizar” anécdotas menores en las que Tina se encuentra o desencuentra con algún chongo que le gusta, a veces con un tono más trágico, a veces más jocoso y a veces felizmente mezcladas con un cierto realismo mágico. Las historias más cortas (hay algunas de una y dos páginas) son más livianitas y van directo para el lado del erotismo, sin renunciar a una cierta sofisticación, aunque a años luz de los relatos más ambiciosos del libro.
No sé si a las lectoras mujeres les cerrará mucho el personaje de Tina. Se trata de la típica “drama queen”, la mina que de todo hace un kilombo de proporciones. Además de fantasiosa es competitiva, buscona, borracha, merquera (aunque Infante no la dibuje aspirando polvitos está bastante claro que estos son parte de su ritual nocturno), calentona y pajera en el sentido literal del término. A mí me cerró porque el autor me la vendió como una mina que sabe lo que quiere y va al frente para conseguirlo. Sea que se le antoje un amor para toda la vida o un garchecito en medio de la confusión, Tina va para adelante y encara, generalmente a unos tipos con pinta de galán de Hollywood de los años ´40, y que pase lo que tenga que pasar.
En cuanto a la faz gráfica, Infante se muestra como un dibujante sumamente sólido, enrolado –como ya dije- en el estilo atómico o la línea clara posmoderna. No es fácil diferenciarlo de Michael Cherkas, por citar al referente de este estilo que más rasgos comparte con Infante. El autor suple la falta de color con un claroscuro fuerte, muy pensado, sumado a un excelente trabajo en la aplicación de grises, logrados con tramas mecánicas. De todos modos, siempre lo más llamativo es el trazo vigoroso y versátil del pincel, esa línea negra desbordante de plasticidad y elegancia que por momentos me recordó a Yves Chaland. Infante maneja de taquito la grilla de nueve cuadros, pero acá tiene varias páginas con más de 12 o 13 viñetas chiquitas. En todas se las ingenia para equilibrar perfectamente las composiciones. La narrativa propiamente dicha a veces se complica porque, como ya vimos, los guiones incorporan elementos oníricos o fantásticos y el autor, para subrayarlos, enrarece el clima de los relatos y los hace intencionalmente ambiguos. Por suerte, en los momentos en los que más se juega a experimentar, Infante no derrapa, sino que sorprende con hallazgos a aquellos lectores que hicimos ese esfuerzo extra, de comprometernos con una narración que parecía irse rápidamente a la mierda.
Tendría que revisar la colección de Cairo, a ver si hay otras historietas de Francesc Infante que hayan quedado afuera de este álbum. Y sigo atento, a ver si aparece editada en libro alguna otra obra de este interesantísimo autor al que la fama nunca le llegó.
martes, 7 de enero de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
buenisima revista el cairo, y parece muy interesante este autor, no lo conocía
ya que mencionás las librerias de saldo andrés, ¿cuales me recomendas, además de librerias libertador?
Claramente, la Libertador es la más power de Buenos Aires. Hay otras muy grossas, pero en otras ciudades del país.
Ah, y guarda con el outlet de La Revistería. Está en la misma cuadra que la Libertador y a veces tiene merca MUY grossa a precios irrisorios.
Che, Offtopic total. Acabo de terminar de leer Cieloalto, que venía tratando de conseguir desde que leí la reseña en el blog. Me pareció excelente, a nivel dibujos, guión y, sobre todo, la premisa. La verdad que da para una ongoing de Vertigo. ¿No sabés si Agrimbau retomó o tiene pensado retomar ese mundo-ciudad en algún lado? Me deja con un cebamiento infinito. Solo le perdono que no lo retome porque, por los otros laburos que leí de él, queda claro que ideas originales no le faltan.
abrazo y feliz 2014
Lucas
No, no creo que Agrimbau retome los conceptos de Cieloalto para una secuela o para otras historias con esa misma ambientación...
Ojalá que un dia haga la puta secuela del gran lienzo!
Publicar un comentario