Bue, obviamente no me acordaba nada de lo que pasa en este tomo. Y peor todavía, no me gustó para nada. El primer tomo estaba muy bien equilibrado entre las desventuras de Toge en Berlín y toda la trama de los dos chicos llamados Adolf, que transcurría en Japón. Esta vez la trama que involucra a Toge se desplaza a Japón, uno de los jóvenes Adolf se desplaza a Berlín y del otro, ni noticias. Además, el tramo que transcurre en Berlín, con Adolf Kaufmann como protagonista, dura apenas 17 páginas… y ni siquiera el joven hijo de un alemán y una japonesa es el verdadero protagonista, porque entra en escena otro Adolf, un tal Hitler, y obviamente lo eclipsa por completo.
Todo el resto del tomo se centra en el pobre Toge, que no la pasa mejor en Japón que en Berlín. De nuevo lo cagan a palos, lo torturan, confía en gente que lo delata, lo persiguen, lo marginan, lo vuelven loco, le hacen un Born Again mil veces peor que el que le hizo el Kingpin a Daredevil. ¿Todo para qué? Para que entregue los documentos que Toge no piensa entregar ni por todo el oro del mundo, porque cree que su hermano murió para protegerlos y se va a encargar de sacarlos a la luz. Si logra conservarlos.
Ese parece ser el conflicto central de este tramo de Adolf: las cosas que hace Toge para no perder los documentos. Cuando los pierde, recorre tierra, mar y hasta fuego para recuperarlos. Cuando se los tratan de comprar, no transa. Cuando se los roban, los recupera… y así. Decenas de páginas que giran en torno a lo mismo: peripecias extremas en las que Toge sufre como un condenado con tal de no separarse de ese sobre con papeles. Llega un punto en que todo es tan tremendo, tan al límite, que en vez de desesperarte te empieza a causar gracia. Porque ya es cualquiera. Toge sobrevive a torturas, golpizas, caídas, naufragios, incendios… le falta pagar la entrada para ir a un Animate de los que organizaba Muñones, nada más. Lo cierto es que sostener la tensión dramática casi exclusivamente en las desventuras de Toge es algo que resistía… 50 páginas, como mucho. No 200. Por eso está bueno el tramo en el que el protagonismo se desplaza un poco hacia Yukie, la mamá japonesa de Adolf Kaufmann. Pero dura poco: rápidamente volvemos a Toge y su cacería de los documentos, o a los villanos y su cacería de Toge.
En fin… un pasaje sumamente prescindible de la saga de Adolf. Que obviamente zafa del bochorno porque el dibujo está buenísimo. Ah, no mencioné que tanto el guión como el dibujo son obra de Osamu Tezuka, el Dios del Manga. No, la portada no. La portada es un aborto talidómico que pergeñaron los amigos de Viz Graphics. Posta, para alquilar balcones… y llenarlos de francotiradores.
Habrá más Adolf en el blog, y ojalá levante. Yo me acuerdo que me había gustado muchísimo. No quiero ponerme en dogmático y afirmar que el romance de Tezuka con el gekiga se terminó junto con la década del ´70. Veremos qué pasa más adelante…
lunes, 24 de agosto de 2015
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1 comentario:
Levanta bastante, sobro todo al final
Me parece que en la obra hay dos historias, una, la del periodista, es basicamente un thriller. La otra la de los adolfs es un drama sobre como el odio racial puede comerse la inocencia de una generación.
Me parece que la Tezuka usa una (la del periodista) para dotar de ritmo a un relato que sino caería en el melodrama spilbegriano. Pero, al mismo tiempo, es la que quizas mas se le nota el paso del tiempo o directamente la hilacha.
Yo lo lei todo junto en la edición de planeta, bastante linda, a pesar del reflejado (esos nazis saludando con la izquierda no tienen perdón de Dios, pero bueno) y me parece que, de corrido, la obra gana mucho mas que leerla de vez en cuando.
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