Como sucedió el año pasado con Fola, este año Montevideo Comics dedicó un libro a otro maestro uruguayo muy conocido de este lado del charco. Esta vez el homenaje fue para Emilio Cortinas, famoso por haber sido el dibujante de Vito Nervio y de ¡A la Conquista de Jastinapur!, dos clásicos grossos de la historieta de aventuras de los años ´40. Cortinas murió en 1955 muy joven, antes de cumplir 40 años, y desde entonces se lo ha reivindicado muy poco. De hecho, sus obras eran absolutamente inconseguibles. Este libro viene un poco a remediar esa injusticia.
De atrás para adelante, el libro termina con ilustraciones y viñetas realizadas por Cortinas para diarios uruguayos, algunas firmadas como “Pipo”. Ahí se ven dos estilos, uno más realista para las ilustraciones y uno más caricaturesco para las viñetas humorísticas, parecido a lo que pasaba con José Luis Salinas cuando hacía viñetas de humor para Patoruzú.
Después sigue Hazañas de Loss, un trabajo inconcluso de 1937, en donde Cortinas se ve muy influenciado por el Flash Gordon de Alex Raymond. Imposible descubrir de qué va la historia, porque las planchas están reproducidas en un tamaño microscópico y la letra de los textos se hace indescifrable.
Le sigue una recopilación en 5 páginas de una historia narrada en 25 tiras por el autor: Zorro, con un perro de la policía como protagonista, basada en hechos reales. Esta es la última historieta de Cortinas, pero ni por asomo es la mejor.
Y todo el resto del tomo, nada menos que 104 páginas de historieta, están dedicadas a Homero el Muchacho Viajero, una saga que Cortinas empezó a serializar en un diario uruguayo en 1953 y quedó inconclusa con su muerte. Sin dudas este es el tramo más interesante del libro. Por su extensión, y porque se trata de páginas, no de tiras, y por ende el texto aparece en un tamaño legible, mientras que el dibujo se ve mucho mejor y se luce más. Homero es un chico cualquiera que descubre una palabra mágica: al decirla, se transporta a distintas épocas para vivir increíbles aventuras. Así lo vimos interactuar con piratas, con cavernícolas, con cowboys, con personajes de las Mil y Una Noches, con Odiseo y Robinson Crusoe, en aventuras de distinta extensión, en las que los argumentos son bastante light.
Incluso en las historias más largas, las peripecias se suceden sin demasiado sentido y nunca se profundiza en las personalidades de los personajes ni en sus motivaciones. Tampoco ayuda el hecho de que Cortinas casi no utilice los globos de diálogo, y elija narrar aventuras enteras sólo con bloques de texto, puestos debajo de los dibujos al estilo Harold Foster en Prince Valiant. La prosa de Cortinas tiene la suficiente elaboración como para que los textos aporten elementos que los dibujos no muestran, pero aún así falta un poco de profundidad, algo muy normal en las historietas de aventuras de esta época.
El dibujo arranca en un gran nivel y va mejorando con el correr de las páginas. Al principio, a Cortinas se lo ve más duro, más rígido, demasiado concentrado en reproducir los yeites de Foster. Y después se suelta un poco más y se lo ve mejor, más plástico, sin despegarse nunca de esa línea académico-realista en su expresión más extrema, pero con un mejor manejo de recursos puramente historietísticos, donde Homero parece cada vez más una historieta y cada vez menos un cuento interrumpido constantemente con pequeñas ilustraciones.
Leído hoy, Homero el Muchacho Viajero es medio un plomazo. Pero si lo pensamos en el contexto de 1953, los pibes deben haber flasheado con estas aventuras y deben haber soñado con ser Homero. Más allá de la calidad del dibujo que –repito- es de una calidad y una exquisitez a la que podían aspirar Salinas, Foster, Raymond y no muchos dibujantes más. Hoy eso se ve frío, anquilosado, pero en los ´50 los historietistas mataban por dibujar así, con tanto realismo, tanto detalle y tantos recursos gráficos logrados sólo con el plumín y alguna trama mecánica.
En fin, buena idea la de homenajear a Cortinas con un libro, si bien leídas hoy sus historietas no resistieron demasiado el paso del tiempo. Vale por los dibujos, aunque no todas las páginas están correctamente reproducidas y (como en el libro de Fola) el papel utilizado es demasiado croto. Como el libro se regala, nadie se va a quejar, pero es un detalle a cuidar que acá no está cuidado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
che Andrés, hay alguna novedad de la edición local del segundo libro de Johnny Jungle?
Probablemente eso te lo pueda responder la editorial que lo publica, Ariel.
Yo sólo te puedo decir que hasta este mes, no hubo anuncios oficiales al respecto.
Publicar un comentario