Empecé el mes con un comic de DC y lo termino de la misma manera. Tengo las cifras de Septiembre de la Distri, pero me las guardo para mañana.
Este cuarto tomo de All-Star Western ya no está ni cerca del nivel que veíamos en la serie de Jonah Hex antes del reboot. Por supuesto que el problema no es la caracterización: Jimmy Palmiotti y Justin Gray conocen a la perfección al personaje y en ese sentido no derrapan nunca. El problema, en este caso, son las historias en sí.
El tomo arranca con una aventura en dos partes: un tremendo brote de cólera azota a esta Gotham City de fines del Siglo XIX y en el medio está el siempre peligroso Vandal Savage. Hasta ahí, todo bien. Pero el villano va a perder los estribos por una minita (casualmente la esposa de Alan Wayne, antepasado del Wayne que todos conocemos) y Hex lo va a derrotar de un modo muy simplista, muy fácil, para nada acorde con la chapa y el nivel de poder de Vandal Savage.
Después, casi sin explicación, Hex abandonará Gotham (y a su adláter, el Dr. Amadeus Arkham) para volver al Lejano Oeste, donde se topará con una banda de criminales depravados y malignos, a los que confrontará con la ayuda de… ¡Booster Gold! ¿Qué carajo hace ahí Booster Gold? No hay una explicación coherente. Lo cierto es que el viajero temporal está bien tratado por Palmiotti y Gray y el contrapunto entre el héroe limpito y copado y el cazador de recompensas jodido y mugriento está bien logrado. La aventura, en cambio, se cae a pedazos, y cuando los guionistas se hacen cargo de que no la van a poder resolver, pegan un volantazo muy loco: Hex cae en un vórtice temporal y aparece en la Gotham del presente (o de un futuro muy cercano) y tras una pelea con Batwing termina encerrado en el Arkham Asylum. Fin. Quizás en el próximo tomo Gray y Palmiotti se dignen a explicarnos qué carajo está pasando, qué es lo que causa que los personajes se desplacen en el tiempo y el espacio. O no. Igual me dejaron cebado, los guachos… me quiero enterar ya cómo zafa Hex de esta y cómo vuelve al Siglo XIX.
Como complemento, tenemos una aventura protagonizada por el StormWatch del Siglo XIX, totalmente insostenible. Obvia, intrascendente, con poca exploración en los personajes… La verdad que podía no estar y no pasaba nada. Está toda dibujada por Staz Johnson, un dibujante del montón, que por momentos parece Val Semeiks bien entintado y por momentos parece García López dibujando con el pie izquierdo. No llega a ser horrendo (entre otras cosas porque el entintado es realmente sólido), pero no tiene nada interesante para aportar.
Todas las páginas dedicadas a Jonah Hex están dibujadas por Moritat, a quien ya le queda poco de esa impronta finoli, de dibujante europeo que se quemó las pestañas estudiando a Jean Giraud. Con tal de bancar el ritmo de 20 páginas al mes, Moritat se deforma, se simplifica, se convierte en un obrero más del lápiz y –sin ser choto ni mucho menos- renuncia a muchos de los rasgos más interesantes de su estilo. De los que conserva, el que más me gusta es esa solvencia para narrar de lejos, infrecuente en el comic pochoclero de DC. Bastante a menudo, Moritat tira la cámara para atrás y nos regala unas panorámicas de Gotham escalofriantes, obviamente logradas en base a referencias fotográficas o ilustraciones de dibujantes del Siglo XIX, pero todo muy bien integrado a su grafismo, en parte por mérito propio y en parte por mérito de los coloristas. En esas tomas “de lejos”, Moritat se mata en los detalles: multitudes perfectamente dibujadas, con cuidado infinitesimal en peinados, trajes, vehículos… Es casi entendible que cada tanto el dibujante pida llevarse a Hex al Oeste, donde hay que dibujar menos gente, menos edificios, menos carruajes, menos todo. Y la última página, esa splash de Hex encerrado en la celda acolchada, es gloriosa: parece dibujada por Berni Wrightson en su mejor época. O sea que, mal que mal, esto se ve bien, no hay manchas en la faz gráfica, más allá de que uno sabe que, con más tiempo, Moritat podría resolver todo mucho mejor.
Creo que me faltan… dos libros y completo todo Jonah Hex de Gray y Palmiotti. Vamos menos fanatizados que antes, pero vamos…
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