Bueno, tardé un poquito menos de cuatro años en terminar la triilogía de novelas gráficas de Charles Burns que empezó con X´Ed Out (ver reseña del 09/01/11) y siguió con The Hive (29/06/13). Como te imaginarás, con un bache de 30 meses entre el tomo anterior y este, me acuerdo muy poco de la trama y nada de los detalles de lo sucedido en las dos primeras partes de la trilogía. Y como NO te imaginarás, estas 60 páginas son mucho más autoconclusivas de lo que parecen.
La verdad es que buena parte de lo que sucede en Sugar Skull se disfruta a pleno sin tener la menor idea de que esta es la tercera parte de una saga más extensa. Hay puntas que se nota que se abrieron antes de que arranque Sugar Skull, pero rápidamente Burns te pone al día y te engancha hasta el final.
Esta vez hay tres niveles de relato: lo que sucede en el presente en el plano real, flashbacks al pasado también en el plano real, y toda la secuencia más aventurera, más bizarra, más extrema, en el plano… digámosle “menos real”. Y llegué a una conclusión que no me gusta: toda esta parte “menos real”, protagonizada por Johnny (el tintinesco alter-ego de Doug), está al pedo. Visualmente es la gloria, y narrativamente te emociona, te shockea, te atrapa… con una historia que no sé muy bien a dónde va. Capaz que si lo leés MUY compenetrado (o muy drogado) descubrís que todo lo que le pasa a Johnny es una metáfora, una alegoría o un paralelismo medio freak con lo que le pasa a Doug. Si eso fuera así, estaríamos hablando de la mejor novela gráfica de la historia, frente-march. Pero yo intuyo que no es así, que Burns por un lado nos contó la historia de Doug (ahora me explayo un toque sobre eso) y nos la adornó con todas estas secuencias oníricas, alucinógenas, apasionantes, pero a la larga medio inconducentes.
Ahora bien, la otra trama, la de Doug y sus relaciones con Sally y Sarah, no sólo es brillante: también tiene todo el sentido del mundo por sí sola, independientemente de lo que pasa en el otro plano de realidad, e incluso de lo que pasa en X´Ed Out y The Hive. Yo creo que si Burns limitaba la trama sólo a esa línea argumental, le íbamos a decir que se estaba colgando de las tetas de Adrian Tomine, porque básicamente la historia de Doug tiene esa onda: un drama urbano realista, en el que un tipo casi normal trata de reflotar una pareja que se fue a la B por cagadas que se mandó años atrás. Burns construye esta trama con flashbacks interesantísimos, con escenas que se cortan en el momento justo (el de más tensión), con silencios que te volatilizan por su potencia dramática… Estos fragmentos del libro están tan buenos que casi puteás cada vez que Burns interrumpe la narración para mostrarte las andanzas de Johnny en esa especie de País de las Maravillas bizarro y hecho mierda.
Hablar del dibujo es medio redundante, así que no lo voy a hacer. Creo que escribí bastante sobre el tema en la reseña de X´Ed Out. ¿Es el mejor trabajo de Burns como dibujante? No tengas la menor duda. Y no sólo por los homenajes a Hergé. Hay millones de motivos para que -si sos fan de Burns desde siempre, o si lo conociste gracias a esta trilogía- te vayas convencido de que el hijo de puta que le acaba de hacer el amor a tus retinas es el más grosso de todos, el que tiene una varita mágica en vez de una verga.
No tengo idea de cuánto falta para que se edite el próximo trabajo de Burns, ni mucho menos cuánto falta para que un futuro trabajo de Burns supere en calidad a lo que vimos en estos tres libros. Y la verdad, son datos cuya importancia empalidece frente al placer que me produjeron Sugar Skull y sus antecesoras. Gloria eterna a este Monstruo Sagrado del Noveno Arte, siempre dispuesto a subir la apuesta un poquito más.
Mañana, la última reseña de la historia del blog.
martes, 29 de diciembre de 2015
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1 comentario:
Genial. A esperar el tomo compilatorio de los 3 libros...ojalá pronto.
Saludos!
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