El día que se inventó la pareja monogámica (heterosexual o no, es lo mismo), el Infierno abrió una sucursal en cada hogar. No hace falta tener la mala leche ni el talento que tiene Manel Fontdevila para mofarse durante décadas enteras de los pobres pibes (y minas) que conviven con sus parejas. Sobre este tema se ha escrito mucho: desde los mejores poetas de nuestra lengua (con Joaquín Sabina a la cabeza) hasta stand-up comedians con menos gracia que un desalojo, todos le han dedicado su párrafo a los sinsabores de la pareja monogámica que convive bajo un mismo techo, comiéndose garrones uno atrás del otro, sin parar, como si fueran papafritas Lays. Los platos sucios, la bolsa de residuos eternamente instalada en el palier, la peli de Julia Roberts que está a la misma hora que la final de la Champions League, el cumpleaños de la Tía Pocha en Rafael Calzada, la birrita con los amigos que se estiró hasta las tres de la matina, la factura impaga del gas, la factura genocida del teléfono... y eso siempre y cuando no haya hijos de por medio. Con hijos todo esto se potencia hasta el infinito y más allá.
Supongamos que se compruebe científicamente la existencia del amor (cosa bastante improbable): ¿alcanza para justificar semejantes tormentos? ¿Da para elegir día a día quedarse ahí, resistiendo, comiéndose una vez más y ad infinitum los mismos garrones que ayer y anteayer y la semana pasada? Yo soy de los que creen que, si sentís cosas copadas por una persona, no podés ser tan hijo de puta de pedirle que conviva con vos. ¿Y Fontdevila? No estoy tan seguro... No sé si entre tanta sátira despiadada no se le escapa un dejo de ternura. Por ahí, con tantos años de escribir y dibujar las desventuras conyugales de Emilia y Mauricio, se ablandó y terminó por dejarse conmover ante tanto remar de atrás para que la cosa se haga soportable.
Y eso que acá llevaba apenas 200 planchas de su historieta semanal. Me imagino que ahora (con Emilia y Mauricio ya padres) ya les tendrá la suficiente lástima como para tratarlos mejor. Acá, más allá de ese tenue haz de ternura, Fontdevila está muy afilado, dispuesto a no dejar pasar una sóla situación potencialmente graciosa para reirse de estos pobres pibes y de la sociedad chota e injusta en la que les toca vivir. El tema del capitalismo salvaje y la forma en que deforma y pervierte los valores básicos del ser humano también se cuela a menudo en la tira y contamina (o en realidad, termina de explicar) a la comedia costumbrista. El gran Manel (la bestia mide más de dos metros y debe pesar cerca de 130 kilos) demuestra ser un especialista en ambas lides, la de la sátira social y la de la comedia. Para descollar en esta última, combina perfectamente los dos elementos fundamentales: constante renovación de las situaciones y minuciosa (y excelente) construcción de los personajes. Y a diferencia de las grandes sitcoms yankis, se zarpa a full a la hora de incorporar la temática sexual al oprobioso panorama de la vida en pareja de los protagonistas.
A nivel gráfico, Fontdevila es el más consumado heredero de lo que se conoce como la Escuela Bruguera. Por supuesto, está claro que leyó otras cosas (Yves Chaland, Peter Bagge, Albert Uderzo), pero no necesita homenajear intencionalmente a las historietas de Ibáñez, Vázquez o Escobar (cosa que hace como los dioses en la entrega 173 de la serie) para demostrar que es su mejor alumno y su más legítimo hijo bastardo. Y eso sin hablar de su trabajo con el color, que es realmente maravilloso, casi siempre muy sutil y cada tanto (cuando el guión lo requiere) absolutamente estridente y brutal.
Injustamente desconocida en Argentina, La Parejita es una de las mejores comedias costumbristas de la historia del comic, un feliz antídoto contra los tumores malignos que te salen en el alma cuando compartís casa con la persona con la que alguna vez te emocionó compartir cama.
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2 comentarios:
La Parejita es una lectura recontrarrecomendable!!!! Manel Fontdevila es genial!
Abrazo, Cesar.-
te corrijo: es evidente que Fondevila está en pareja. eso que cuenta se vive todos los dias y el humor es una de las soluciones para lidiar con el cotidiano. Y le tiene demasiaod cariño a ambos como parano ver que es algo que vive.
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