el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 21 de marzo de 2012

21/ 03: UNKNOWN SOLDIER Vol.4

Ulllltimo tomo de esta gran serie de Vertigo que tuvo la mala suerte de no enganchar a un número razonable de lectores, y terminó cancelada tras apenas 25 episodios. Menos mal que está toda reeditada en libros y que cualquiera puede acceder a ella, por más tarde que se entere de su existencia.
¿Te acordás, allá por los albores del blog, de ese manga llamado Relatos de un Carbonero, que te tiraba toneladas de data sobre el carbón bincho? Bueno, acá Joshua Dysart hace algo parecido, pero con el rifle Avtomat Kalashnikov. El primer episodio del tomo (dibujado como los dioses por el maestro Rick Veitch) se centra en esta popular arma de fuego y nos cuenta su historia, sus pros y sus contras, y hasta por qué es el artefacto que más muertes causa día a día sobre la faz del planeta. Sin dudas, un documento estremecedor y valiosísimo, que trasciende ampliamente los méritos de ser –además- una gran historieta.
Pero lo grosso del tomo es el arco final, el cierre de esta violenta y descarnada anti-epopeya, para la cual Dysart se reúne con el infalible italiano Alberto Ponticelli. Acá pasa todo lo que alguna vez quisiste que pasara: Te enterás de dónde salió Moses Lwanga, cómo se convirtió en la máquina de matar cubierta de vendas, y además se explica perfectamente la relación con el Unknown Soldier anterior, el de aquella famosa miniserie de Garth Ennis de mediados de los ´90. Los dos primeros episodios de esta saga se ocupan mucho de estas revelaciones y de empezar a cerrar las historias de los dos personajes secundarios más importantes: el espía yanki Jack Lee Howl y la doctora Sera Lwanga. Dysart no desaprovecha la ocasión para agregarles onda y complejidad a ambos, en episodios tan humanos, tan redonditos que... no muere nadie! Posta! Hay casi 45 páginas corridas en las que no tenemos chicos, ni adultos, ni siquiera animales cagados a tiros o a cuchillazos!
Por supuesto, la violencia recuperará territorio en el tramo final, cuando el Soldier decida ir de una vez por todas por uno de los grandes responsables de los padeceres de Uganda, el jodido Joseph Kony, líder del Ejército de Resistencia del Señor. Pará: yo también pensé lo que estás pensando vos.... No me digas que un comic que se jacta de ser complejo, realista, testimonial, de exponer desde varios puntos de vista un conflicto profundo, de difícil resolución, va a caer en la pelotudez de dirimir todo con una lucha entre “el bueno” y “el malo”... Y no, quedate tranquilo, que es un amague, nomás. La guerra unipersonal (aunque no por eso menos encarnizada) del Soldier contra estos genocidas es crucial y tiene su efecto, pero tampoco alcanza para cambiar la historia de un país. Al final, todo va a seguir el curso que conoce cualquiera que lea los diarios (no es mi caso, no les creo nada) y el implacable Soldado Desconocido va a terminar... de una manera muy lógica y bastante impredecible, que obviamente no voy a revelar.
A la hora de dibujar este último arco, Ponticelli sigue tan afilado como siempre. No lo incomodan todas esas páginas en las que no hay tiros, ni piñas, ni explosiones, para nada. Ahí también se luce. Sus flashbacks a las hazañas bélicas del viejo Unknown Soldier son tremendamente impactantes y lo que hace en la secuencia final (en realidad, las 10 ó 12 páginas anteriores al epílogo) supera en belleza y en intensidad a todo lo que había hecho en los tomos anteriores, que ya era muy, muy notable.
Magnífico cierre para una colección que será eternamente recordada (aunque sea por un puñadito de hardcore fans) por su valentía, su originalidad, su intransigencia y –sobre todo- por su infrecuente calidad artística. El día que me logre lucir en alguna conversación bajando línea sobre Uganda, los acholi y el Ejército de Resistencia del Señor, voy a acumular más motivos para estarle agradecido a Joshua Dysart por su inolvidable Unknown Soldier. Por ahora, los motivos son estos... y son muchos.

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