Hora de despedir a otra serie de Vertigo bastante breve (29 episodios), que sin dudas daba para mucho más. Para este último tomo, Matt Wagner nos espera con seis episodios autoconclusivos, ambientados en distintos momentos de la década del ´60, con distintos protagonistas y con distintas dibujantes (“dibujantas”, diría Cristina). Veamos cómo viene la mano:
La primera historia es un toque predecible, pero logró ponerme nervioso y levantó mucho con el final. La dibuja Marley Zarcone, a la que no le sobra nada. Sus mejores viñetas parecen las de un clon correcto (aunque poco inspirado) de Brian Wood o Paul Pope y las peores parecen de Becky Cloonan un día “de esos” en los que no le sale una.
En la segunda hay un problema y es que sobra Madame Xanadu. Como el protagonista claramente “es malo”, se caga en el consejo de la que la tiene clarusa, y sigue adelante como si nada hacia su propia destrucción. O sea que si le sacás la escena entre Spencer y Nimue, te queda una muy jodida historieta de Flinch, o un capítulo con mucha mala leche de The Twilight Zone. Dibuja Laurenn McCubbin, una Ana María Flicker de la B Metropolitana, con un trazo que quiere parecerse el de Tony Harris pero no tiene onda y está mal coloreado. Decí que el guión es grosso...
El guión de la tercera historia no sólo es predecible: también se parece demasiado a decenas de guiones que ya leíste antes, sobre todo si consumís Vertigo (y especialmente Hellblazer) hace muchos años. Y encima está muy estirado: eso mismo se podía contar en –como mucho- 12 páginas. Dibuja Chrissie Zullo, quien parece estar muy canchera en el tema de ilustración de cuentos infantiles. Como historietista, más o menos, no es ni un adefesio ni una maravilla.
La cuarta historia es la más truculenta, la que más coquetea con el terror. Está ambientada en el siempre fértil mundo de las top models y los diseñadores de ropa cara y tiene un único problema (menor, por cierto) que es que Madame Xanadu resuelve todo muy fácil y en las dos últimas páginas. Frente a una amenaza tan heavy, daba para verla transpirar un poquito más. El dibujo corre por cuenta de Celia Calle, excelente ilustradora que había hecho varias portadas para American Virgin. Con su trazo extraño, sensual, hiper-estilizado e hiper-moderno (podría publicar tranquilamente en la Fierro o en La Murciélaga), Calle se adapta muy bien a las exigencias narrativas del guión de Wagner y termina por firmar las mejores páginas del tomo.
El quinto episodio juega con los hippies y las drogas y es –a nivel guión- la historia más importante, más canónica para Madame Xanadu. No quiero spoilear mucho. Sí subrayar que hay escenas realmente estremecedoras que yo nunca antes habia visto en un comic. Para dibujarla, Wagner convocó a Marian Churchland, una artista muy limitada a nivel dibujo, pero que se salva del descenso directo gracias a un magnífico trabajo con el color, que por momentos nos remite a una onda cuasi-pictórica, tipo Charles Vess.
Para el cierre, el regreso de la cada vez más sólida Amy Reeder (lo más parecido a una dibujante titular que tuvo Madame Xanadu) y un episodio rarísimo en el que no hay ningún conflicto, ni peleas, ni nada. La primera mitad nos muestra a Nimue interactuando con... un personaje secundario que debutó en el episodio anterior, y en la segunda mitad tenemos por un lado una especie de epílogo a la saga del Vol.3 (la de Morgaine Le Fay), y por el otro la vuelta de dos elementos recurrentes en los tomos anteriores: la visita del Phantom Stranger (que amagaba con co-protagonizar la serie allá por el Vol.1) y las menciones cada vez más explícitas al Universo DC. Y se acabó.
Como las adivinas truchas de Plaza Francia, yo le vaticinaba a esta serie una vida larga y próspera, pero no pudo ser. Me queda la tranquilidad de poder recomendar los cuatro tomos que salieron sin ganarme nuevos enemigos, porque realmente no hay un sólo arco que defraude. Te banco a muerte, Matt Wagner. Sabelo.
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2 comentarios:
Andres, me imagino que estaras puteando por esto: http://elblogazodelcomic.blogspot.com.ar/2012/03/moreno-restringe-la-compra-de-libros-y.html
Da para hacer catarsis mediante un post al respecto?
O sea, a mi no me afecta mucho, pero por lo que contas vos mandas a pedir la mayor parte de lo que lees
Sí, pero me parece que se está difundiendo información que no es exacta. Por eso todavía no me saltó la térmica.
Por lo que entiendo yo a partir de haber leído lo que se publicó en el Boletín Oficial, recién en Marzo de 2013 esto podría afectarnos a los que pedimos libros en cantidades chiquitas. De acá a un año, sobran chances de que alguien cambie esa normativa por otra menos hinchapelotas, o que se demuestre fechacientemente que las tintas que se usan en EEUU y la Unión Europea no tienen un contenido de plomo riesgoso para nadie.
Veremos qué sucede. Por las dudas, tengo un canuto importante de libros sin leer y muchos amigos en los países vecinos con los que nos vemos bastante a menudo.
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