Tercer tomo de esta serie que tenía colgada desde el 25/12/14. Aquella vez, yo decía “Si en el último tramo Joe Harris no derrapa con los malabares que le hace hacer a Chas Worthington, va a lograr redondear una serie muy interesante”. Y la verdad es que la serie mantiene el atractivo hasta el final, pero el derrape está y se nota mucho. Los últimos malabares del ambiguo protagonista son muy extremos, dan la sensación de no estar justificados del todo y me parece que tienen que ver no tanto con la lógica sino con el hecho de que la serie se terminaba y había que ponerle un cierre fuerte, impactante.
Este tomo arranca con dos episodios bien unitarios. El primero, flojito. Impredecible, es cierto, pero nada del otro mundo. El segundo sí, un capitulazo, por momentos al nivel de lo mejor de Ex Machina. Y después arranca el arco final, cuatro episodios pensados para cerrar la serie, en los que Harris cambia un poco el registro y deja bastante de lado la arista política y el thriller financiero para meternos a fondo en una aventura violenta, sangrienta, muy jugada a la machaca. Por supuesto, cuando Great Pacific renuncia a aquello que la hacía única y se convierte en una aventura más, es donde pierde puntos.
De todos modos, hasta último momento hay excelentes diálogos, flashbacks muy bien calzados al pasado de Chas, desarrollo para los personajes secundarios y giros argumentales que te dejan perplejo. De hecho, en las últimas tres o cuatro páginas pasan cosas tan grossas que decís “Nah, esto no puede terminar acá. Este turro tiene escrita la secuela y nos deja este final a modo de carnada para que le entremos ciegamente cuando salga”. Todo esto, como ya dije, un poco opacado por la idea de sacar de la galera a un villano muy hijo de puta, meter de prepo a Chas en el rol del héroe y virar la trama y el ritmo de la serie hacia algo más estandarizado, más trillado, si se quiere.
En cuanto al dibujo de Martín Morazzo (a quien conocí personalmente el mes pasado, en la NYCC), creo que ya dije todo lo que tenía para decir en la reseña del Vol.2 y no me quiero repetir. Estamos ante un artista muy bueno, muy completo, que mejora ostensiblemente de un TPB a otro y que no le tiene miedo a subir la apuesta, a jugarse cada vez más en las puestas, en las splash-pages (simples y dobles) y en la composición de las viñetas. Me animo a decir que Morazzo es un nuevo orgullo que tenemos los argentinos, y que ya va siendo hora de que alguna editorial local se ponga las pilas y le publique algo acá, así más lectores de su país se acercan a su obra.
Y se terminó Great Pacific (¿o la primera parte de Great Pacific?), una serie que nos dejó buenas ideas, buenos personajes y dos autores a los que no tenía en el mapa y a los que hoy me animo a comprarles cualquier cosa que hagan.
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