el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 2 de febrero de 2011

02/ 02: VIVA PÂTAMÂCH!


“Pâtamâch” es un apócope de “pâte a mâcher”, que en castellano significa “goma de mascar”. O más simple: “Pâtamâch” es la denominación popular de lo que nosotros llamamos “chicle”. Viva Pâtamâch! es una fábula política totalmente pasada de rosca, con todos los tópicos del cine Clase B, creada en 2001 por un tal Capron, a quien jamás había oído nombrar, y el maestro Patrice Killoffer.
El guión de Capron es brillante, sin duda un guión que le hubiese gustado escribir a Carlos Trillo, si no fuera porque no tiene buenos personajes femeninos, que nunca faltan en las obras del prócer argentino. Básicamente, a Capron le interesa contarnos cómo un déspota dispuesto a todo puede lograr la manipulación definitiva: hacer que la gente coma sus propios deshechos y pague por ello. Pero claro, los vende en forma de chicle globo, ¿y a quién no le gusta masticar chicle? A mí. Pero no importa, lo importante es la trama. Como en toda historieta que presenta una realidad alternativa, en Viva Pâtamâch! hay bastante que explicar: la historia de esta ciudad, el ascenso al poder del insaciable Rosemou, el funcionamiento de esta economía basada en el chicle y sus múltiples usos, la formación y la subsistencia de una facción disidente, los Higienistas, que advierten desde la clandestinidad acerca de los riesgos de masticar chicle toda la vida. Sin embargo –notable mérito del guionista- estas secuencias con cabezas que hablan y extensos diálogos explicativos no empantanan para nada el ritmo del relato, que por momentos es sumamente intenso.
Como supondrás, una cultura basada en el consumo indiscriminado de chicle es –indefectiblemente- una joda, una metáfora, un recurso ingenioso y por momentos cómico para hablar de otra cosa. Capron lo usa para hablar del poder: de un poder que seduce, que corrompe, que no tiene reparos en ocultar la verdad más allá de los riesgos que eso implique para la gente que consume como ovejas “la historia oficial”. Roger, el personaje principal, va a realizar todo el periplo: crece bajo la sombra de la mentira propagada desde el poder, se integra al sistema, asciende a las altas esferas del gobierno, y cuando decide que tanta atrocidad es intolerable, cae en desgracia y desaparece, para volver años más tarde al estilo Montecristo: con otra identidad y como adalid de la resistencia que va a acabar con la lucrativa tiranía de Rosemou, para instaurar… otro régimen, en todo el sentido de la palabra. En el medio hay intriga palaciega, espionaje, persecuciones, tiros, piñas, torturas y hasta algún resquicio para la comedia.
El dibujo de Killoffer es perfecto. No es original (porque se parece demasiado al del español Keko, levemente mezclado con los maestros de la línea clara tipo Hergé, Joost Swarte y Ever Meulen), pero es perfecto. El tipo se ciñe intencionalmente a una grilla de tres tiras (casi siempre divididas en dos cuadros) y narra toda esta saga (más de 130 páginas) sin romper nunca esa limitación. Y aún así no desaprovecha nada! Dentro de este esquema mete, además de esas secuencias repletas de texto, las secuencias de acción, las que requieren más impacto, más grandilocuencia, todas. Y todas funcionan. Por ahí lo más notable es su balance de masas negras y espacios blancos, su aplicación de los grises y la intromisión perfectamente controlada de un tercer color, el rosa al principio, y otro en el epílogo. El claroscuro de Killoffer te pone los pelos de punta, al igual que los desbordes de imaginación que nos ofrece en la arquitectura, las armas y todas esas cosas de este bizarro país del chicle. Además sabe meter expresionismo, certeras pinceladas de grotesco, toques de gore, toques cómicos… Esto hay que verlo para creerlo.
Viva Pâtamâch! es un magnífico ejercicio de desmesura, pero con muchísmo para decir, con muchas ideas para transmitir, como para que después de leerlo te quedes masticando, no chicle, pero sí los conceptos, que Capron y Killoffer se niegan a dártelos pre-digeridos. No sé si esto se publicó alguna vez fuera de Francia, pero sin duda es una lectura fundamental.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

no lei el comics , pero por lo que dijiste , suena mas a que el chicle representa el petroleo y sus derivados que el poder.
todos lo cunsumimos , ya sea como nafta o como plastico

Andres Accorsi dijo...

Puede ser... No se me había ocurrido, pero sí, cierra bastante.

Anónimo dijo...

Hola Andres, que tal??
Disculpe si mi pregunta molesta por este medio, pero no sabia como preguntarle, estoy estudiando dibujo y la Comiqueando la compro de hace rato, lo cual lo felicito porque si la compro es porque me gusta y me entero de un montón de cosas, yo quería preguntarle si existe la posibilidad de mandarle dos paginas de historieta que realice y como puede hacer uno para hacerle llegar lo que uno hace y si siguen publicando historietas, no lo molesto y sepa disculpar, un fuerte abrazo, Matias!!!!

Andres Accorsi dijo...

Sí, Matías, seguimos publicando historietas en todos los números.
Se puede mandar material de hasta cuatro páginas, a color, en BAJA resolución a andresaccorsi@ciudad.com.ar
Temática y estilo libre, con dos restricciones: 1) no mostrar genitales, 2) no mandar historietas mudas (sin diálogos ni textos).

Anónimo dijo...

Muchas gracias por responderme y ni bien este en casa le mando, gracias Señor Acccorsi!!!!