el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 21 de febrero de 2011

21/ 02: LILI FATALE


Hoy nos vamos en un trip bizarro a 1974, una época en la que el mundo estaba bastante convulsionado por la famosa Guerra Fría, pero además por la guerra de Vietnam y por la constante aparición de dictadores muy crueles (algunos incluso caníbales) en varias naciones africanas. En este contexto tenso, enrarecido, cualquier autor que se propusiera plantear con inteligencia un thriller de espionaje tenía un terreno sumamente fértil para explorar. Y si en vez de “cualquier autor” el que sale a la cancha es un genio, el resultado se puede ir al carajo y más allá. Claro, en 1974 nadie sabía que Gerard Lauzier era un genio, porque este fue su primer trabajo publicado. Tan raro, que ni siquiera se serializó previamente en ninguna publicación semanal o mensual. El tipo debutó directamente en un álbum, algo que hasta ya entrados los ´90 no volvería a ser normal. Por ende, nadie estaba preparado para Lili Fatale.
Lo primero que llama la atención es la complejidad de la trama que Lauzier logra urdir en 60 páginas. Y lo segundo, su capacidad de entrar y salir del género elegido una y otra vez. Básicamente, es una historia de espionaje, pero de pronto se cuelan la comedia costumbrista, el erotismo, y –cosa muy frecuente en el comic de los ´70- un alto componente de sátira política. Lili Fatale es la heroína, la grossa, una agente no muy secreta, famosa por su impecable desempeño en una y mil misiones a lo largo y a lo ancho del planeta. A lo largo de la novela tomará partido por una de las facciones que luchan por el poder en el país africano de Bobocaland y deberá enfrentarse a terroristas, a una tribu de nativos antropófagos que además la quieren enfiestar, a agentes de la CIA, la KGB y los servicios de inteligencia chinos, a un traidor infilitrado en su célula guerrillera e incluso a su propio marido que (en un giro 100% brillante y digno de Fontanarrosa) dirige una empresa que se dedica a buscar sponsors para los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo.
Si bien hay mucha acción (mucha más que en el comic promedio de Lauzier) también se habla mucho. Y al haber muchas viñetas por página, mirado de lejos la proporción entre texto y dibujo asusta un poco. Si nunca leíste a Lauzier, claro. Si lo conocés, sabés que eso es normal en este autor y que igual se las ingenia para que el ritmo de la historia no pierda agilidad ni sorpresa. Acá incluso tiene varias secuencias mudas, varias de ellas magistrales. En lo que sí se pasa un poquito de rosca (y se lo perdonamos, por ser su primera historieta) es en la cantidad de personajes que entran y salen constantemente de escena. Para 60 páginas, son muchísimos y si no prestás mucha atención te pueden llegar a marear.
El dibujo de Lauzier es tan grosso como siempre. Cuando empezás tan arriba, no se te puede criticar si no se notan grandes mejoras en tus trabajos posteriores. Esto está realmente muy, muy bien dibujado. Y tiene un pequeño bonus que no veremos en las obras posteriores: en algunas viñetas ambientadas en la jungla, Lauzier se zarpa con dibujos hiper-realistas, seguramente basados en fotos, de animales y paisajes selváticos.
Lili Fatale se ríe de las convenciones del género de los espías, de las cruzadas colonialistas de los países centrales y sus poco creíbles justificaciones ideológicas, en un punto también del feminismo, del consumismo, de las religiones, de las costumbres sexuales de Occidente, de las intrigas palaciegas, de todo, bah. Política y negocios, acción y comedia, sexo y violencia, personajes complejos y tridimensionales, gran dibujo y gran guión. Magnífico puntapié inicial para la breve pero intensa carrera de Gerard Lauzier en el mundo de la historieta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que tal Andres?, estoy queriendo conseguir " la teteria del oso malayo" lo vi en la pag de la revisteria y me parecio muy salado y me da paja comprarlo por inet, vos lo trabajas?

Andres Accorsi dijo...

No, lo importa La Revistería, nomás.
A mí también me vejaron cuando lo compré, pero te juro que recontra- valió la pena.