“Esto está por explotar”, dirían Daniel Hadad y Eduardo Feinman en alguna noche calurosa (como esta) pero de 2001. La saga de El Escorpión está en un punto tan crucial, tan definitivo, que si no termina en el Vol.10, los denuncio por defraudación y estafa. Ya está, ya está todo ahí, al filo. Sólo queda soplar la pelota para que entre. El maligno Cosimo Trebaldi está en su peor momento, el misterio de la filiación de Armando está por resolverse, estamos por descubrir a una mano negra jodida, que opera por atrás de todos estos personajes creados hace ya 13 años por Stephen Desberg y Enrico Marini.
Y sí, son muchos personajes y algunos aparecen muy poco, apenas un par de escenas. Incluso algunos muy bien armados, con mucho potencial para protagonizar secuencias memorables, como Nelio, Marie-Ange o la propia Mejaï, que en algún momento amagó con eclipsar el propio personaje principal. De alguna manera, Desberg se las ingenia para que todos entren y salgan armoniosamente de la trama y que cada uno haga su aporte. En este tomo en particular hay personajes desaprovechados, como los asesinos a sueldo que contrata el Papa para eliminar a... alguien, pero en general, si bien se zarpa con la cantidad de personajes, el guionista sabe sacar lo mejor de cada uno.
Quizás el mayor mérito de El Escorpión es cómo barre, como destruye nuestro descreimiento. No lo suspendemos (como pedía Borges), nos olvidamos de que alguna vez lo tuvimos. Desberg le dispara con el Ultimate Nullifier que alguna vez usara Reed Richards contra Galactus y logra lo imposible: que le compremos TODO. Peripecias zarpadas, coincidencias cuasi-imposibles, rescates al filo de la realidad, gente que se hace pasar por otra sin que nadie se dé cuenta, gente que finge estar muerta sin que nadie se avive de que está viva... De pronto, todo es creíble, porque todo, hasta lo más limado, impulsa a esta locomotora descontrolada de aventura y diversión, condimentada con intriga palaciega, corrupción a altos niveles del poder y toquecitos de comedia y de erotismo.
Buena parte del mérito en esto de que al Escorpión le creemos todo recae en el dibujo de Enrico Marini, que le pone mucho huevo a la ambientación histórica cada vez que tiene que dibujar edificios, carruajes y uniformes. Por supuesto su fuerte no es ese, sino el gran dinamismo de sus figuras, a años luz de los típicos dibujantes francófonos de aventura histórica, que al lado de Marini son momias disecadas. El suizo hijo de tanos se da muchos lujos infrecuentes en este tipo de álbumes europeos: mete pocas viñetas por página (casi nunca llega a ocho), bastantes primeros planos (y todos MUY expresivos), muchas escenas de acción... Yo creo que si lo dejaran, pelaría una narrativa cuasi-japonesa, con ocho viñetas para mostrarnos sólo un choque de espadas. Muy notable lo de Marini, un gran dibujante capaz de combinar efectismo y sofisticación.
Si nunca leiste El Escorpión, ni se te ocurra empezar por este tomo, porque realmente no vas a entender una chota. Los amigos de Norma ponen un mini-resumen antes de la primera página, pero me cagué de risa porque te cuenta tan poco, que bien podría no estar. Y si ya te picó el escorpión, si ya tenés inoculado el veneno de esta aventura trepidante y adictiva, seguro que ya te compraste este tomo (probablemente en tapa dura) y le estás prendiendo velas a todos los santos para que salga pronto el próximo. En España digo, porque en Francia salió el año pasado...
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4 comentarios:
andres leiste el ejecutador de jon evans y dibujo de andrea mutti, porque lo edito panini con tapa dura...
No, ni idea. No me gusta mucho Andrea Mutti...
Me parece un gran artista Mutti, esta tapa en particular está muy buena y el dibujo me gusta, será cuestión de leer y ver que tal.
Repulsivo tu propaganda patetica a este gobierno de delincuentes en el podcast.
Realmente existe alguien que se pueda creer el retrato de Kretina que haces en vez de la chorra malcogida que es?
Aprovechen muchachos estos dos añitos...
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