Sigo con mi recorrida por la historieta latinoamericana reciente y me encuentro con este magnífico recopilatorio de tiras cómicas y breves historietas de Adao Iturrusgarai, un autor más brazuca que comer feijoada en Copacabana, pero que hace varios años está radicado en Argentina.
Adao tiene una producción enorme desde fines de los ´80 y algo de eso pudimos ver traducido al castellano en las páginas de Fierro. A la hora de armar esta recopilación, el criterio fue reunir todas las historietas y tiras en las que el autor hace humor con su propia vida, ya sean anécdotas de su infancia y su juventud, o pequeñas crónicas de su vida cotidiana. En esta segunda vertiente, Adao incursiona en la clásica historieta autobiográfica protagonizada por un dibujante que vive con su esposa y sus hijos, en la misma línea de los trabajos de Lewis Trondheim o Alfredo Rodríguez que ya vimos en el blog, aunque sin escaparle al tema del sexo, bastante presente incluso en las tiras en las que Laura, su esposa, participa de argumentos y dibujos. Las tiras más graciosas son esas en las que Laura (argentina) habla como nosotros y Adao pesca la mitad de las animaladas que le dice su mujer.
Si conocés las obras de Iturrusgarai para los diarios y revistas de Brasil, seguro lo tenés encasillado como un humorista salvaje, un militante del movimiento del Humor Sin Barreras. Por suerte de eso hay mucho en las tiras e historietas en las que el autor cuenta anécdotas de su infancia, su adolescencia, sus meses en París y sus primeros años como dibujante profesional, ya afincado en San Pablo, cuando se convierte en una especie de sidekick de aquella tríada insumergible formada por Angeli, Laerte y Glauco (los vimos team-upear en una reseña publicada el 03/11/11). Ahí tenemos sexo, droga, rockanroll y hasta un enano que se disfraza de gaucho y se empoma a una vieja ciega, a la que solía tocarle el culo el abuelo del autor.
Me llamó mucho la atención una serie de tiras, agrupadas en apenas 5 páginas, bajo en nombre de Private Eye, porque ahí Adao cambia el estilo y dibuja con una línea más sólida, más redondita, más careta en un punto, más cerca de la de Angeli también, y sobre todo muy linda, muy plástica. En el resto del libro, vemos al autor dibujar en su estilo mucho más suelto, más a mano alzada, más al filo del mamarracho, con muchas menos pilas a la hora de pelar algún tipo de virtuosismo. Ahí se ve al Adao al que el dibujo le chupa un huevo, porque sólo le interesa contar el chiste. El grafismo poco importa, como le importaba poco a Georges Wolinski, por ejemplo, o a Johnny Ryan. Aún así, Iturrusgarai sorprende gratamente en el armado de las secuencias, cuando incorpora el color con acuarelas, y cuando hace que sus personajes salten por el aire en posiciones que me hicieron acordar a los dibujos de Keith Haring.
Como casi todos los autores que hacen humor autobiográfico, Adao se retrata a sí mismo como un personaje venal, patético, vago, pajero, borracho, irresponsable, al que le cuesta adaptarse a la vida tranqui de tipo cuarentón, casado y con hijos. Por suerte el libro incluye una sección de 12 páginas, en las que otros historietistas y humoristas hablan de Adao, y todos coinciden en mostrarlo como un guarro, siempre al límite de irse al carajo, pero muy inteligente, muy buen amigo y con una facilidad asombrosa para improvisar genialidades de la nada. En esas páginas vemos dibujos, chistes o historietas de una página de bestias como Allan Sieber y Arnaldo Branco (los tuvimos el año pasado en Comicópolis), Rafael Coutinho (a quien conocimos hace un par de años en Crack Bang Boom), Fido Nesti (a quien no conocía y me encantó), Eloar Guazzelli, el maestro Laerte y el ídolo marplatense Gustavo Sala. Un lindo complemento, para que se escuchen otras voces además de la del autor/ protagonista.
Si nunca leíste nada de Adao Iturrusgarai, no te recomiendo empezar por acá. Quizás te resulte más atractivo empezar por el libro de Rocky y Hudson, los cowboys gay, que son el greatest hit de este autor y hasta tuvieron su propia película animada. De eso también, algo se vio en Fierro y hace no mucho salió un muy buen recopilatorio en la editorial española Diábolo, que en algún momento me compraré. Y si ya sos fan de este monstruo, pedile este libro (editado por Zarabatana) a cualquier amigo, familiar, novia/o o dealer que viaje a Brasil, porque re-garpa (en reales).
miércoles, 2 de abril de 2014
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