Cuando yo tenía diez años , no me enganchaban los comics con estética realista. Me parecían aburridos. No leia superhéroes, ni Fantomas, ni Tarzan, ni nada de lo que editaba Columba. Mis ídolos eran Lucky Luke, Isidoro y Archie, casualmente tres personajes "al límite", en el sentido de que estaban dibujados con intención caricaturesca, pero partiendo de un agudo sentido de observación de la realidad. Es decir, nunca, en ningún momentos, dudabas de que Isidoro o Archie fueran personas reales y la forma en que se relacionaban con sus respectivos mundos se parecía demasiado a como la gente real se relaciona con el nuestro. Archie fue un comic imprescindible en mi formación como lector, pero sobre todo como persona: gracias a Archie aprendi que NUNCA hay que elegir entre la rubia y la morocha, sino que hay que seguirle el juego a las dos, hasta las últimas consecuencias. Archie me enseñó que la poligamia es mucho más divertida que la pareja seria y estable y por eso le estoy eternamente agradecido.
Este libro, de mediados de los '90, se propone recopilar las mejores historias del pecoso pelirrojo aparecidas originalmente en los '60, pero lo hace desde el Pecado Original, desde esa concepción estúpida y retrógrada en la que los autores son engranajes de una maquinaria, perfectamente reemplazables y descartables. Esta edición no se hace cargo de que las distintas historietas tienen distintos autores, y si bien uno -que es zorro viejo- puede identificar sin mayor inconveniente al maestro Dan DeCarlo y capaz que a alguno más, es profundamente injusto que los nombres de los creadores de las "mejores" historias de Archie (apenas 16, elegidas entre cientas) no aparezcan en el libro.
Lo más interesante de esta antología es cómo los guionistas de Archie se tratan de adaptar a ese cambio brutal en la cultura yanki que se dio en los '60: de pronto, los jóvenes tenían el poder. De pronto, los jóvenes eran la vanguardia, los que imponían la moda y los temas de los que iba a hablar toda la sociedad. Obviamente, todo magnificado por el hecho de que estos comics estaban apuntados precisamente a esos lectores: los chicos y chicas de 12 a 16, a los que -también de pronto- sus padres y maestros se veian obligados a entender y contener, en vez de ubicarlos de un sopapo, como en las décadas anteriores. Me imagino a los atildados (y anónimos) guionistas de Archie, cuarentones de camisa de manga corta, moñito y pipa, rompiéndose los sesos para armar historias en base al surf, el rock, la beatlemanía, los hippies, los drásticos cambios en la moda... todas cosas que seguramente estos probos señores no entendían ni sentían como propias. Por suerte, como tenían cinco o seis páginas para desarrollar cada historia, no hacía falta un conocimiento profundo de cada uno de estos temas: simplemente plantearlos (generalmente como una marcianada, un delirio más de estos borregos acelerados), encontrarles el lado gracioso (generalmente en el contraste con los adultos) y rematar con un gag más o menos efectivo.
Con esas limitaciones, algunas de estas historias están bien y se bancan ser leídas 50 años tarde. Las mejores son las que se escapan de la fórmula tradicional, la eternamente explotada consigna de "Betty y Veronica le quieren bajar la caña a Archie y él juega a dos puntas, aprovechando los beneficios que le ofrecen ambas, y a veces cosechando estrepitosas derrotas por pasarse de vivo". Y, como decía antes, lo más notable llega cuando los guionistas logran plasmar en términos de comedia la brecha generacional, la distancia abismal entre lo que les gusta y divierte a los pibes y lo difícil que es para los adultos adaptarse a este tsunami y comprenderlo.
Los distintos dibujantes se esfuerzan por mantener un estilo limpito, fresco, con mucha atención por las expresiones faciales y el lenguaje corporal, y por supuesto -como se trata de un comic para lectores que se están iniciando en la lectura- la narrativa es cristalina, diáfana, a prueba de idiotas. Y como no podía ser de otra manera, el que se destaca, el que dibuja más lindo, al que más le creés que estudió las revistas de moda para copiar la ropa de las chicas, es a Dan DeCarlo, quien se convertiría con sobrados méritos en el principal dibujante de Archie de los '70 .
Hay mucho más para hablar sobre las aventuras de Archie y sus amigos, sobre todo porque es la primera vez en 52 meses que me toca escribir sobre el tema. Pero hasta acá llegamos. Ojalá en algún momento las mejores historias de los '60 se reediten como corresponde, con la info completa acerca de los autores que le dieron vida (y onda) a esta barra kilombera que aún hoy sigue vigente y que está perfectamente integrada a la cultura popular y masiva de los EEUU.
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4 comentarios:
Esto fue recoloreado digitalmente a los pedos y sin criterio como hacen siempre con las reediciones de material previo a la aparición de las computadoras, no?
Quien no habrá leído un Archie en los 80's pero me sorprende que esos digest de supermercado se sigan vendiendo. Debe ser como el equivalente yanqui de, no se ¿Condorito?
Algo así, Dolo. Creo que está en más puntos de venta que Condorito.
Y no, Anónimo, el color no parece una berretada noventosa sin criterio. Es muy probable que sea el original, o una reconstrucción muy respetuosa.
Yo tenía unos Digest de Archie comprados en EEUU comienzos de los 90 y otros en español de los 80s. Muy buen material.
Veo lo que están haciendo ahora, en que lo mataron como a un superhéroe común, y no se qué pensar.
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